En la edad media uno de los mayores cuidados que se tenía era definir correctamente las palabras que se usaban, de manera que lo que se dijera fuera lo más claro y entendible que se pudiera. Esto era evidentemente una señal de honestidad y de respeto por aquellos hacía quienes se dirigían.
De hecho la definición de las palabras ocupaba un gran lugar en la vida intelectual de los medievales, en ocasiones se detenían durante largo tiempo en investigaciones etimológicas con la sola intención de estar del todo seguros del sentido de vocablo antes de usarlo.
Junto a esto había también una convicción de fondo. Los medievales creían, como cree todo hombre normal, que las palabras se referían a cosas que existían independientemente de nosotros. Lo cual significaba que dado el caso extremo de que todos los seres humanos desaparecieran de la tierra las cosas seguirían existiendo y seguirían siendo lo que eran pues su existencia no dependía de las personas, sino que existían en sí mismas.
Estos dos rasgos, claridad y objetividad en el lenguaje, eran las características básicas de lo que se ha llamado el “Realismo” medieval o “Realismo” tomista, por ser Santo Tomás de Aquino el principal representante de esta postura.
Entonces, existen cosas independientes de mí, cosas que están ahí, y que yo puedo conocer. No sólo conocer que ellas existen sino también conocer como existen, la manera que tienen de existir, lo que se llamaba la “esencia” de algo; la esencia de una cosa era lo que distinguía a esa cosa de todo lo demás, lo que se contestaba cuando se preguntaba qué era esa cosa, se contestaba señalando la esencia, y no sólo señalándola sino “diciéndola”, el lenguaje era el vehículo de transmisión de la realidad, a través del lenguaje los hombres nos comunicábamos “desde” la realidad, “desde” la objetividad. El lenguaje no era una construcción totalmente arbitraria y caprichosa de los hombres, sino que era ante todo el medio usado para “decir” la realidad, para hablar de lo real, y para comunicarla a otros.
Obviamente como base de toda esta idea estaba la profunda convicción de que el ser humano tenía entre sus facultades, entre sus capacidades, entre sus potencias, una llamada inteligencia, que le permitía, como su mismo nombre indica, “leer el interior” de lo real (inteligencia=intus legere=leer lo interior). Aquello que de las cosas conocemos por medio de nuestros sentidos es sólo una parte de la realidad, la parte más superficial, y sabemos que es así puesto que estos “aspectos” de la realidad pueden variar sin que cambie la realidad misma. Pensemos en un caballo. Tiene un color, una forma, un tamaño, etc. Pero estos elementos sensibles no “son” el caballo como tal, sino sólo ciertos aspectos suyos, la prueba está en que si estas características fueran distintas, si fuera de otro color, un poco más grande o le faltara una pata, no obstante seguiría siendo el mismo caballo; lo cual significa que “bajo” estas apariencias sensibles debe haber “algo” más, y ese “algo” que en cierta forma se manifiesta en lo sensible pero que no es lo sensible, sino que permanece en el “interior” es posible conocerlo sólo con la inteligencia, que vendría a ser algo así como la facultad de comprender lo que está más allá de lo sensible.
También se podría decir que sólo con la inteligencia captamos cosas como la justicia, la prudencia, el amor, la valentía, la honradez; porque con nuestros sentidos podemos “ver” actos de valentía o de amor, pero comprender que tal acto es “valentía” o “amor” es privilegio exclusivo de la inteligencia; o ¿alguna vez hemos visto caminando por ahí la valentía?
Este es a grandes trazos la concepción llamada “realismo”, claro que se compone de muchos más elementos, pero lo básico se podría resumir en las siguientes tres ideas:
1- Existe la realidad
2- Podemos conocerla
3- Podemos comunicarla mediante el lenguaje
Supongo que los que han leído las entradas anteriores en este momento habrán notado ya que son justo tres ideas contrarias a la famosa frase de Gorgias; recordemos que Gorgias decía:
1- No existe la realidad
2- Si existe no la podemos conocer
3- Si la podemos conocer no la podemos comunicar
La oposición no podría ser mayor, se trata de una verdadera contradicción. Si la postura realista es verdad entonces ya no puede ser verdad la postura sofista-relativista, y viceversa. No hay un término medio. No hay un acuerdo posible; son dos posiciones que se excluyen mutuamente.
Actualmente para nadie es ya un secreto que la concepción sofista-relativista ha triunfado totalmente en nuestra sociedad; esto no quiere decir que si agarramos a alguien por la calle nos va a decir que es un seguidor de Gorgias y que está en contra de los realistas de la edad media, no. Talvez sólo entre los “filósofos” actuales (pongo la palabra filósofos entre comillas porque significa “amante de la sabiduría” y ¿cómo puede ser amante de la sabiduría alguien que niega incluso la existencia de la verdad?) podríamos hallar este tipo de respuesta; en el común de la gente, que son la inmensa mayoría, lo que se da es un relativismo práctico, es decir, viven el relativismo, viven como sofistas, sin necesidad de darle un fundamento teórico (lo cual además es imposible).
Y esto no es difícil de comprobar; vemos diariamente personas que viven sus vidas como si todo valiera lo mismo. Todo les da igual, para ellos no existen verdades absolutas; sino que cada quien es libre de pensar lo que le dé la gana y de actuar como le dé la gana, porque todo da igual, nada es mejor que lo demás. De esta forma de concebir las cosas se deriva una tolerancia infinita hacía todas las conductas y hacía todas las ideas, porque si todo vale igual entonces ¿por qué se debería calificar como mala una idea o como perversa una conducta? Cada cual es libre de hacer y pensar como quiera. Esto es el triunfo práctico de los sofista-relativistas. Su triunfo total.
En una próxima entrada veremos con más detenimiento algunas de sus consecuencias.
¡¡¡excelente artículo!!! muy claro y muy bien escrito, cualquiera puede comrpenderlo sin necesidad de tener conocimientos previos en filosofia.
ResponderBorrarque buen artículo, hace falta abrir los ojos de tantos hombres y mujeres dominados por el llamado "pensamiento único", pensamiento prefabricado para masas.
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