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martes, 3 de abril de 2012

Conversaciones sobre el protestantismo (3)



Del abismo que media entre el protestantismo y la Iglesia


Cuando los agentes de la propaganda protestante encuentran alguna alma sencilla e ignorante, suelen comenzar sus tentativas con este exordio insinuante: "Protestante o católico, poco más o menos es lo mismo." Y hay católicos por desgracia que repiten esta blasfemia, sin pensar que este es un grave insulto contra su Santa Madre la Iglesia. 

¡Que el protestantismo, con sus mil sectas, es poco más o menos, lo mismo que la religión católica! ¿Se ha reflexionado en esto? Pues más valdría decir que poco más o menos la buena moneda vale tanto como la falsa.

Donde la Iglesia afirma, los protestantes niegan; donde la Iglesia enseña, los protestantes se sublevan. En la Iglesia católica reina la unidad más completa y más fundamental de enseñanza, de creencia, de culto y de religión. Entre los protestantes cada uno cree como quiere y vive como cree; de modo que reina entre ellos la anarquía religiosa, la cual es todo lo contrario de la unidad. Sólo están unidos en un punto, que es el odio al catolicismo.

El católico tiene por regla de su fe la enseñanza precisa e infalible de la Iglesia. El protestante rechaza a la Iglesia, desprecio su autoridad y no conoce más que la Biblia, interpretándola como puede y como quiere.

El católico venera al Papa como Vicario de Jesucristo cabeza de los fieles, Pastor Supremo y doctor infalible de la ley. El protestante no ve en él más que un anticristo Vicario de Satanás, y enemigo principal del Evangelio.

El católico adora en la Eucaristía a Jesucristo que está realmente presente en ella. El protestante no ve allí más que un símbolo vacío, un pedazo de pan. 

El católico venera, invoca y ama a la Santísima virgen María Madre de Dios. El protestante se aleja de ella con repulsión invencible; y a veces la ve hasta con desprecio, hasta con odio.

El católico recibe y conserva la vida cristiana por medio de los siete Sacramentos de la Iglesia, reparando sus faltas en el de la penitencia y alimentándose con el de la Eucaristía. Los protestantes no conocen estos Sacramentos, y apenas algunas de sus sectas conservan todavía la verdadera noción del bautismo.  

Así sucede con todos los dogmas. Sí, con todos, aun los más esenciales, los que más intímame, están unidos con la ciencia de la religión, dogmas sin los cuales no se puede ser cristiano. Cada día protesta más el protestantismo  contra la fe que ha abandonado. En Ginebra, en Estrasburgo, en París, en todas las facultades de teología protestante francesas, alemanas, americanas, etc., se oye a los pastores de la sectas, negar la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, el misterio de la Santísima Trinidad y el pecado original , destruyendo así el cristianismo por su base. 

He aquí el cómo, poco más o menos, las sectas protestantes están de acuerdo con la Santa Iglesia católica. Ellas están separadas de ésta, más o menos, según que son más o menos lógicas y según que aplican mejor el principio protestante del libre examen. Sin embargo, aun las que parecen menos distantes de la Iglesia, se hallan separadas de ella por un abismo. 

El protestantismo es a la religión católica lo que  el NO es al Sí. Salva esta discordancia, todo es absolutamente la misma cosa.


¿EL catolicismo y el protestantismo pueden ser verdaderos a la vez?


Evidentemente no. 

Siendo la religión el conocimiento y el servicio del único Dios verdadero, ella es necesariamente una, como Dios es Uno. No hay más que un solo Dios, una verdad, un Cristo, una fe y una religión verdadera. 

Los que dicen que se encuentra la religión verdadera de Jesucristo, tanto en el protestantismo como en el catolicismo y viceversa; o son incrédulos que poco caso hacen de la verdad, o son ignorantes y aturdidos que hablan sin reflexión. 

Si dos religiones diametralmente opuestas entre sí, como lo son la religión católica y las sectas protestantes, pudieran ser igualmente verdaderas, sería necesario decir que son iguales el SÍ y el NO; y afirmar que cuando dos hombres se contradicen sobre un mismo punto, ambos tienen razón. 

Acabo de demostrar sobreabundantemente la oposición fundamental que hay entre la iglesia católica y las diversas fracciones del protestantismo. Tomemos un ejemplo entre mil. La iglesia enseña que en el Sacramento de la Eucaristía, Nuestro Señor Jesucristo está real y verdaderamente presente; mientras que casi todas las sectas protestantes niegan esta verdad, acusando de idolatría a la Iglesia por esta creencia. Ahora bien, una religión que se engañase, aunque no fuera más que en este punto, no puede ser la verdadera religión. Luego es materialmente imposible que el catolicismo y el protestantismo, sean los dos verdaderos a la vez.


Irse a lo más seguro.


La Madre de Melanchton, el cual fue uno de los más famosos discípulos de Lutero, había sido arrastrada por su hijo a la apostasía, siguiéndole en la pretendida reforma. 

Estando ella para morir, hizo llamar al reformador; y en aquel supremo momento, le dijo con solemnidad: "Hijo mío, por tu consejo dejé la Iglesia católica, para abrazar la religión nueva. Ya voy a comparecer delante de Dios; y por el mismo Dios vivo te conjuro para que me digas sin ocultarme nada, ¿en qué fe debo morir?" Melanchton bajó la cabeza y guardó silencio un momento. El amor de hijo luchaba en su pecho contra el orgullo de sectario. Madre, le respondió por fin, la doctrina protestante es más fácil: la católica ES MÁS SEGURA. 

Si la religión católica es más segura, es necesario abrazarla; y aun es más necesario todavía no abandonarla, por irse a la menos segura. 

Este razonamiento de simple buen sentido, indujo al rey Enrique IV a hacerse católico. Se había tenido una conferencia sobre religión en presencia del rey y toda su corte. Los polemistas eran, por una parte, muchos teólogos católicos; y por otra parte los ministros protestantes Duverdier, Morías, Salette y algunos otros. 

"El rey, dice el historiador, viendo que uno de los ministros no se atrevía a negar que pudiese uno salvarse en la religión católica, tomando la palabra, dijo: "¡Qué! ¿Estáis de acuerdo en que puede uno salvarse en la religión romana"? El ministro respondió: "que no lo dudaba, con tal de que viviese bien."—"Y vosotros, señores, dijo S. M. a los doctores católicos, ¿pensáis que puedo salvarme quedándome protestante"? "Pensamos y declaramos, respondieron estos doctores, que habiendo conocido la Iglesia católica, estáis, señor, obligado a entrar en su comunión, y que así NO podéis salvaros en el protestantismo". —Oyendo esto, continúa el historiador, el rey añadió muy juiciosamente, dirigiéndose á los ministros protestantes: "La prudencia quiere que yo abrace la religión de los católicos dejando la vuestra, porque siendo de la primera me salvo, según ellos, y según vosotros; mientras que si me quedo en la segunda, me salvo, según vosotros, pero según ellos, me pierdo. La prudencia pide, pues, que me vaya a lo más seguro”, dijo, y abjuró el error.

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