«Para evitar los errores, que son la causa primera de las miserias de
nuestros tiempos, es preciso permanecer fieles, hoy más que nunca, a las
doctrinas de santo Tomás. Las varias opiniones y teorías de los modernistas las
refuta él victoriosamente, tanto en filosofía, defendiendo, como hemos visto,
el valor y la fuerza de la inteligencia humana, y probando con firmísimos
argumentos la existencia de Dios, como en teología, distinguiendo el orden
natural del sobrenatural e ilustrando las razones de la fe en todos los dogmas,
y mostrando que las cosas creídas con la fe no se apoyan sobre una opinión,
sino sobre la verdad, y son inmutables; en la ciencia bíblica, dando el
verdadero concepto de la divina inspiración; en la disciplina moral, social y
jurídica, estableciendo bien los principios de la justicia legal y social,
conmutativa y distributiva, y en las relaciones de la justicia misma con la
caridad; en la ascética, dando reglas para la perfección de la vida cristiana e
impugnando a los que en su tiempo se oponían a las Órdenes religiosas. Y contra
esta emancipación de Dios, hoy tan decantada, afirma los derechos de la Verdad
primera y de la autoridad que sobre nosotros tiene Dios, Señor supremo. De aquí
se verá por qué los modernistas no temen a ningún otro Doctor de la Iglesia
tanto como a Tomás de Aquino. Así, pues, del mismo modo que se les dijo a los
egipcios cuando estaban grandemente necesitados: “Id a José”, para obtener de
él abundancia de trigo y poder alimentar sus cuerpos, del mismo modo hoy, a
todos los hambrientos de verdad, Nos les decimos: “Id a Tomás” para que os dé
él, que tiene tanta abundancia, el pasto de la sana doctrina y el alimento de
las almas para la vida sempiterna»
(Palabras del Papa Pio XI en la encíclica "Studiorum ducem" acerca de la necesidad del estudio de la doctrina tomista)
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