«Yo no he filosofado sino a
través de mis lecturas de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino, seguidas de meditaciones,
a veces muy largas, sobre lo que significaban—o, mejor, significan—, no para
mí, sino en verdad. También he tratado de captar en mis abundantes lecturas de
filósofos modernos y contemporáneos, los elementos —a mi juicio demasiado
raros— de verdad que transmitían y que podían concordar con la verdad eterna de
los grandes maestros del pasado en que diariamente abrevaba y de la que se
puede decir, con toda justicia, que era la filosofía del sentido común. Por tanto,
no —siquiera para ellos— su filosofía, sino la filosofía que todo hombre recibe
en este mundo en lo más íntimo de su inteligencia, cuando se abre a lo que es
real y que se le ofrece extra mentalmente». Estimo, prosigue en su confesión,
«que todo hombre constituido normalmente y que responde a su definición real de
animal razonable, en la que las dos características —la primera genérica y la
segunda específica—-se comunican entre ellas y se alimentan recíprocamente,
está dotado de este sentido común que sostiene la filosofía y la indagación de
las causas universales y objetivas de lo que es, del ser, tanto en su esencia
cuanto en su existencia, y al que se refieren en último análisis todos los
seres que conocemos»
fragmento del filósofo belga Marcel de Corte
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