Acuciados por la admiración ante
el universo, cuyo fundamento no se conoce de modo inmediato, los hombres se han
esforzado continuamente por alcanzar un saber último y universal acerca de la
realidad. Han surgido así, a lo largo de la historia, muchas doctrinas que
intentaban dar una explicación profunda del universo, y ponían su constitutivo
más radical en un elemento u otro: algunos han reducido toda la realidad a
diversas manifestaciones de un elemento intrínseco al mundo, como la materia,
el espíritu, el pensamiento, el movimiento; otros, en cambio, han conocido que
existe un Principio trascendente distinto del universo. Algunas explicaciones
de la realidad proponen un único origen de todas las cosas, mientras que otras
han afirmado dos o más causas radicales como fuentes originarias de todo.
Estos interrogantes no son
puramente especulativos, sino que afectan profundamente a la vida humana. No es
igual para el hombre pensar que todo se disuelve en la materia, incluido él mismo,
o haber llegado al conocimiento de que es criatura hecha por Dios de la nada.
Estimar que los hombres están sometidos a un destino ciego, o que ellos son los
artífices absolutos de su propia existencia, o que con libertad pueden llegar a
conocer y amar a un Dios personal, son doctrinas que señalan rumbos completamente
diversos para la vida del hombre.
En un principio, el estudio de
todas estas cuestiones constituía un único saber indiferenciado, que se llamaba
filosofía, sabiduría, ciencia, etc. Bien pronto, sin embargo, la investigación acerca
de diversas parcelas de la realidad (matemáticas, medicina, gramática, etc.),
fue constituyendo las ciencias particulares, que se diferenciaron del tronco
común del saber, en el que se planteaban los temas más fundamentales, llamado
propiamente filosofía. A su vez, a medida que crecía el cuerpo de doctrina
filosófica, se iban deslindando ramas que se ocupaban de problemas distintos
(la naturaleza, el hombre, la moral, etc.), y entre ellas se perfilaba un núcleo
principal que, tratando del constitutivo último del mundo, afectaba a todos los
conocimientos filosóficos, y que termina en la consideración de una primera
causa del universo: esta ciencia era la metafísica.
Noción de Metafísica
En una primera aproximación, la
metafísica puede entenderse como el estudio de la causa última y de los principios primeros y más universales
de la realidad.
Causa última: causas próximas son las que producen de modo
inmediato determinados efectos (por ejemplo, el aumento de la presión
atmosférica es causa del buen tiempo, el corazón es el órgano que impulsa la circulación
sanguínea) y de ellas se ocupan las ciencias particulares. Causas últimas o
supremas, en cambio, son las que extienden su influjo a todos los efectos de un
determinado orden, como por ejemplo un gobernante con respecto a su nación, o
el deseo de la felicidad con relación a todo el obrar humano. La metafísica considera
la causa absolutamente última de todo el universo, investigando cuál es, cómo
influye en el mundo, y qué naturaleza tiene. Sabiendo que la Causa última de
todas las cosas es Dios, éste será evidentemente uno de los temas capitales de
la Metafísica.
Principios primeros y más universales: además de las causas que
influyen desde fuera en sus efectos, las cosas tienen también elementos
internos que las constituyen y que afectan a su modo de ser y actuar, a los que llamamos principios
(los átomos son ciertos principios de las moléculas, que determinan su naturaleza
y propiedades; las células intervienen en el organismo vivo a modo de
principios). La metafísica busca los principios primeros y más universales, es
decir, los que constituyen más radicalmente a todas las cosas: los filósofos
siempre proponen algún aspecto de la realidad como el más profundo y origen de
los demás (el devenir, el azar, la cantidad, la esencia, etc.). En la medida en
que alguien señale algo como primer principio intrínseco de todo, está situándose
en un plano metafísico. Al buscar la última causa y los principios
fundamentales, la metafísica abarca en su estudio toda la realidad, y también en esto se distingue
de las ciencias particulares, que sólo atienden a un sector determinado del
mundo.
Ejemplos de problemas científicos
son: la composición del átomo, el estudio del aparato digestivo del organismo
animal, las enfermedades de las plantas, etc. Estos estudios parten siempre de
una serie de conocimientos previos y constantes, que están como presupuestos en
la tarea científica: la noción de vida vegetal, de vida, cuerpo, cantidad, etc.
Los científicos ordinariamente no profundizan en estos temas, pero si se
preguntan « ¿qué es la vida? », «¿qué es la cantidad?», «¿en qué consiste conocer,
ver, sentir?», etc., entonces se están planteando problemas filosóficos.
Ahondando más, podemos
interrogamos por cuestiones todavía más previas y radicales, que están
supuestas en los temas precedentes: «¿en qué consiste ser», «¿qué es causar?»,
«¿cuál es el sentido del universo?», «¿qué es la verdad?», «¿qué significa la
bondad?»: se llega aquí al planteamiento propiamente metafísico.
(tomado del libro cuya imagen encabeza la entrada)
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