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sábado, 2 de noviembre de 2013

PARA TODO CRISTIANO QUE DE VERAS DESEE SALVARSE


PLAN DE VIDA

PARA TODO CRISTIANO QUE DE VERAS DESEE SALVARSE

Cada    día

1.  Haz mañana y noche con devoción el ejercicio del cristiano.

2.  Reza el santo Rosario con la familia.

3.   Oye Misa, si te lo permiten las ocupaciones.

4.  Nunca olvides las piadosas prácticas de nuestros padres, como son: decir el Ave María al dar  la hora, rezar el Ángelus Domini, el Padre nuestro a las Ánimas; bendecir la mesa, etc.

Cada    semana

1. Santifica las fiestas, empleándolas en el divino servicio, no contentándote con oír Misa entera, sino además asistiendo, si puedes, a los divinos oficios, sermón, doctrina y rosario.
2. Abstente aquellos días de todo trabajo, más todavía de obras y diversiones criminales o peligrosas.

Cada    año

Comulga a lo menos cuatro veces al año, sobre todo en los cuatro tiempos fijados   en  la  Misión  para  la  confesión general.

En    todo    tiempo

Procura:

1. Cumplir fielmente los mandamientos de Dios y de la Iglesia.

2.  Llenar las obligaciones de tu estado.

3.  Huir de malas compañías, del ocio, y de todo peligro de pecar.

4.  Profesar cordial devoción a María Santísima.

PARA LOS QUE ASPIREN A LA PERFECCIÓN

El que desea ser más adepto a Dios, si las ocupaciones se lo permiten, añadirá las prácticas que siguen a las que antes hemos indicado:

Cada    día

1.  Media hora, a lo menos, de oración mental.

2.  Un rato de lección espiritual.

3.  Examen de conciencia.

4.  Alzar con frecuencia el corazón a Dios.

5.  Practicar alguna mortificación.

Cada     mes

1.  Comulgar, a lo menos, una vez.
2.  Celebrar con especial fervor las fiestas de María Santísima.
3.  Hacer un día de retiro.

Cada     año

1.   Confesión  general desde la  última.

2.  Celebrar el día de cumpleaños y la fiesta de tu santo Patrón con algunas devociones especiales, sobre todo recibiendo aquel día los santos Sacramentos.

En    todo    tiempo

1.  Abstenerse de ofender a Dios voluntariamente.

2.  Tener un director fijo, descubriéndole enteramente la conciencia; mas con plena libertad de dirigirse a otro, cuando él no estuviere, o mediare algún motivo razonable.

3.  Aliviar con sufragios a las benditas Ánimas del Purgatorio, y orar a menudo por la conversión de los pecadores.

4.  Tener y observar un reglamento de vida, no omitiendo sin justa causa devoción ni obra alguna de las acostumbradas, por más tedio, sequedad o repugnancia que se experimente.

(Tomado del "Áncora de salvación")

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