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jueves, 18 de diciembre de 2014

Consecuencias del libertinaje



Si pudiera darse una causa bastante capaz de concluir con el género humano, en vano se buscaría otra más a propósito que la gran conjuración filosófica, establecida en la segunda mitad del siglo XVIII.

Para derrocar las creencias y corromper las costumbres del género humano, a pretexto de regenerarlo, de plantear la soberanía del pueblo esclavizado y seducido.

Lección terrible. El impulso dado por el filosofismo para hacer que degenerasen las costumbres públicas, y que las familias y la sociedad entera hallaran un cebo venenoso en las hojas del periodismo y en los folletos semanales, debía llegar a ser ya en nuestra época una enseñanza perpetua y  perenne de insubordinación, de desenfreno y de liber­tinaje. Y a la sombra de lo que se llama adelantos, fuerza de las cosas y espíritu del si­glo, habíamos de presenciar el funesto espectáculo de personas que se contaminan con el error, y se corrompen con impúdicas producciones. Y lo que es aún más triste y doloroso: los padres de familia habían de ser testigos de la corrupción de sus hijos; y aún hasta habían de comprar el tosigo que los atormenta y consume.


Así la sociedad camina a una decrepitud lastimosa. En las grandes poblaciones, en las capitales, allí donde la “civilización” ha hecho mayores progresos, no es raro ver los efectos dolorosos del libertinaje. Todas las edades, la juventud especialmente, ofrece los cuadros más tristes y repugnantes de esta verdad terrible. Al verla marchar macilenta, abatida, desfigurada, sin color, sin animación, sin vida, arrastrando todas las miserias de las grandes calamidades contagiosas, todos los dolores de las más graves dolencias, todas las penalidades de una vejez angustiosa, y todos los pesares propios de espantosos quebrantos, se diría que hidrópica de goces, y gastada en todos sus resortes físicos y morales, se precipitaba en busca de la nada, temiendo aparecer en la deformidad que el libertinaje le ha conquistado. Belleza, talentos, gallardía, animación, gracias, cuantas dotes recomiendan la vida pública y privada del hombre, todo se consume y desaparece a la llama voraz del libertinaje. ¡Qué estragos en el individuo!; ¡qué escándalos en la familia!,e¡qué desastres en la sociedad!, ¡el suicidio, la seducción, las calamidades públicas, los desafíos, los carteles injuriosos, los anónimos infamantes, las calumnias, los odios implacables, todas  las malas pasiones, hasta el suicidio social, que es la anarquía, todo es fruto del libertinaje en el entendimiento, en el corazón.

Tomado de: Bergier "Diccionario de teología". Voz: libertinaje.

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