Scientific method is indeed a better
method than any other for pursuing purely physical, empirical, quantifiable
questions; and premodern philosophers often addressed these questions with
inadequate, prescientific methods. They often substituted philosophy for
science. But modern philosophers often make the same mistake in
reverse-substituting science for philosophy-when they dismiss philosophical
questions because they cannot be investigated by the scientific method.
El método científico es de hecho un mejor
método que cualquier otro para responder preguntas sobre lo puramente
cuantificable, físico y empírico; y los filósofos pre-modernos a menudo
abordaron estas cuestiones con métodos inadecuados, pre-científicos. A menudo
sustituyeron la ciencia con la filosofía. Pero los filósofos modernos pasaron a
cometer el mismo error, pero al revés, sustituyendo la filosofía por la ciencia,
como cuando desechan las cuestiones filosóficas porque no pueden ser
investigadas por el método científico.
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Durante la edad antigua, Grecia y Roma, e incluso también durante el periodo medieval e inicios de la edad moderna, bajo el nombre de filosofía se contenían todas las ciencias, fueran estas propiamente filosóficas, como la ética, la lógica o la metafísica; o ya fuera que se tratara de ciencias de tipo experimental. Todo se llamaba simplemente filosofía.
Incluso un autor tan característico de la ciencia en el sentido moderno de la palabra, Isaac Newton, aún en el año de 1687 le puso de nombre a su libro sobre física: "Philosophiae naturalis principia mathematica": Principios matemáticos de filosofía natural.
Lo malo no fue el hecho de tener un nombre común que agrupara todas las ciencias, sino que muchas veces se quiso construir la ciencia experimental haciendo uso del método filosófico, preferentemente deductivo. Y quizá por esa razón las ciencias positivas o experimentales no tuvieron grandes avances. Se les abordaba con el método equivocado.
Cuando llega la revolución moderna y se consagra el predominio del método experimental o inductivo de la ciencia postrenacentista, por una especie de movimiento de péndulo histórico, los hombres se desplazan hacia el error contrario al anterior: si antes se pretendía hacer ciencia experimental con el método de la filosofía, ahora se pretendía hacer filosofía con el método de las nacientes ciencias experimentales. Lo cual, como es imposible, terminó por arrinconar a la filosofía en el terreno de lo inútil.
A ese arrinconamiento de la filosofía como inútil, a causa de que sus preguntas no pueden ser resueltas en los laboratorios, se le conoce con el nombre de positivismo. La edad moderna no solo presenció el perfeccionamiento del método en las ciencias experimentales, sino que como consecuencia de ello, dedujo que todo aquello que no pudiera ser abordado mediante dicho método carecía por eso mismo de sentido. Fue el reduccionismo positivista.
Este reduccionismo positivista creó o ayudó a crear un ambiente hostil hacia las verdades metafísicas; lo cual obviamente afectó a su paso a las verdades teológicas. El resto del camino es ya conocido por todos, es un camino que nos ha conducido hasta la edad actual, en la que dicho reduccionismo positivista se ha convertido en el marco de referencia de todo intento por ofrecer respuestas. Ninguna respuesta se acepta a no ser que venga garantizada por la metodología positiva.
En el fondo esto no es otra cosa sino la muerte de la inteligencia, ya que se le condena a un papel secundario, es decir, se le condena a no ser sino una especie de ayudante o auxiliar de los sentidos externos, de los instrumentos de observación. En este modo de ver las cosas, la inteligencia no tendría una tarea propia y exclusiva, sino que sería simplemente la encargada de tomar y organizar los datos puramente sensibles. El hombre quedaría así reducido a un mero animal, cuya diferencia con los demás animales sería accidental, pero no esencial.
Nada raro entonces que vivamos en un mundo en el que todo lo que es espiritual carezca de significado para la gran mayoría de personas. El reduccionismo positivista ha preparado convenientemente el terreno para que eso suceda.
(El texto inicial está tomado de "Summa philosophica", de Peter Kreeft)
Leonardo R.
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