Autor: Peter
Kreeft
Entre los muchos
oponentes de la fe cristiana, el marxismo no es la filosofía más importante,
imponente o impresionante de la historia.
Sin embargo,
hasta hace poco, ha sido claramente la más influyente. Si comparamos los mapas
mundiales de 1917, 1947 y 1987 veremos de qué manera inexorable este sistema de
pensamiento se dispersó para inundar un tercio del mundo en tan sólo dos
generaciones - una proeza histórica sólo equiparable con los primeros tiempos
del Cristianismo y con el comienzo del Islam.
Diez años atrás,
todos los conflictos políticos y militares en el mundo, desde América Central
hasta el Medio Oriente, giraron en torno al comunismo versus anticomunismo.
Incluso el
fascismo se volvió popular en Europa y todavía sigue siendo una fuerza que debe
tenerse en cuenta en América Latina, en gran medida debido a su oposición al
"espectro del comunismo", como lo llama Marx en la primera oración de
su "Manifiesto comunista".
El
"Manifiesto" constituyó uno de los momentos clave de la historia.
Publicado en 1848, el año de las revoluciones en toda Europa, básicamente se
trata, como la Biblia, de una filosofía de la historia, del pasado y del
futuro. La historia pasada se reduce a luchas de clases entre el opresor y el
oprimido, el amo y el siervo, ya sea el rey contra sus súbditos, el sacerdote
contra el parroquiano, el maestro de un oficio contra el aprendiz o incluso el
esposo contra la esposa y el padre contra el hijo.
Esta es una
visión de la historia aún más cínica que la de Maquiavelo. El amor se niega e
ignora por completo y la competencia y la explotación son la ley universal.
No obstante,
esto puede cambiar, según Marx, debido a que ahora, por primera vez en la
historia, no tenemos tantas clases sino sólo dos - la burguesía (los
"ricos" que son los dueños de los medios de producción) y el
proletariado (los "pobres" que no son dueños de los medios de
producción).
Estos últimos
deben venderse a sí mismos y vender su mano de obra a los dueños hasta la
revolución comunista, que "eliminará" (eufemismo para
"asesinará") a la burguesía y así abolirá las clases y los conflictos
de clases para siempre, instituyendo una era de paz e igualdad. Después de ser
completamente cínico respecto del pasado, Marx deviene completamente ingenuo
respecto del futuro.
¿Qué hizo que
Marx fuera lo que es? ¿Cuáles son los orígenes de este credo?
Marx dio un giro
deliberado de 180 grados desde (1) el supernaturalismo y (2) el carácter
distintivo de su ascendencia judía para abrazar (1) el ateísmo y (2) el
comunismo. El marxismo toma todos los factores estructurales y emocionales más
importantes de la religión bíblica y les da una forma secularizada. Marx, como
Moisés, es el profeta que libera al pueblo elegido, el proletariado, de la
esclavitud del capitalismo llevándolo a la tierra prometida del comunismo a
través del Mar Rojo de la sangrienta revolución mundial pasando temporalmente
por un período de sufrimiento dedicado al partido, el nuevo sacerdocio.
La revolución es
el nuevo "Día de Yahweh", el día del juicio; los portavoces del
partido son los nuevos profetas; y las purgas políticas dentro del partido para
mantener la pureza ideológica son los nuevos juicios divinos de los Elegidos y
sus líderes sobre la rebeldía. El tono mesiánico del comunismo hace que sea
estructural y emocionalmente más parecido a una religión que a cualquier otro
sistema, excepto el fascismo.
Podemos afirmar
que así como tomó la forma y el espíritu, pero no el contenido, de su herencia
religiosa, también hizo lo mismo con su herencia filosófica hegeliana,
¡transformando el "idealismo dialéctico" en "materialismo
dialéctico"! "Marx puso a Hegel de cabeza", como dice el dicho.
Marx heredó siete ideas radicales de Hegel:
Monismo: la idea
de que todo es uno y que la distinción del sentido común entre materia y
espíritu es ilusoria. Para Hegel, la materia fue sólo una forma del espíritu;
para Marx, el espíritu fue sólo una forma de la materia.
Panteísmo: la
noción de que la distinción entre Creador y creatura, una idea particularmente
judía, es falsa. Según Hegel, el mundo es un aspecto de Dios (Hegel era
panteísta); según Marx, Dios se reduce al mundo (Marx era ateo).
Historicismo: la
idea de que todo cambia, incluso la verdad; de que no hay nada superior a la
historia para juzgarlo; y que entonces lo que es verdad en una era es falso en
la otra o viceversa. En otras palabras, el tiempo es Dios.
Dialéctica: la
idea de que la historia se mueve sólo por conflictos entre fuerzas que se
oponen, una "tesis" contra una "antítesis" integrándose en
una "síntesis superadora". Esto se aplica a clases, naciones,
instituciones e ideas. El vals de la dialéctica sonará en el salón de bailes de
la historia hasta que venga el reino de Dios - que Hegel prácticamente
identificaba con el estado Prusiano. Marx lo internacionalizó en el estado
comunista mundial.
Determinismo o
fatalismo: la idea de que la dialéctica y su resultado son inevitables y
necesarios, no libres. El marxismo es una suerte de predestinación calvinista
sin un predestinador divino.
Estatismo: ya
que no hay verdad o ley eterna o metahistórica, el estado es supremo y no se lo
puede criticar. Marx nuevamente internacionalizó el nacionalismo de Hegel.
Militarismo:
como no hay una ley natural universal o eterna por encima del estado para
juzgar y resolver diferencias entre ellos, la guerra es inevitable y necesaria
en la medida que haya estados.
Como muchos
otros pensadores antirreligiosos que surgieron a partir de la Revolución
francesa, Marx adoptó el secularismo, el ateísmo y el humanismo de la
Ilustración del siglo XVIII, junto con su racionalismo y su confianza en la
ciencia como potencialmente omnisciente y en la tecnología como potencialmente
omnipotente. De nuevo las formas, la sensibilidad y la función de la religión
bíblica se transfieren a otro dios y a otra fe, dado que el racionalismo es una
fe, no una prueba. La creencia que afirma que la razón humana puede saber todo
lo que es real, no puede probarse con la razón misma, y la creencia que
sostiene que todo lo que es real puede probarse con un método científico, no
puede en sí misma probarse de esa manera.
Una tercera
influencia sobre Marx, además del hegelianismo y el racionalismo de la
ilustración, fue el reduccionismo económico: la reducción de todo a lo
económico. Si Marx estuviera leyendo este análisis, diría que el origen de mis
ideas no es la facultad de mi mente de conocer la verdad, sino las estructuras
económicas capitalistas de la sociedad que me "produjo". Marx creía
que el pensamiento del hombre está totalmente determinado por la materia; que
cada hombre está totalmente determinado por la sociedad; y que la sociedad está
totalmente determinada por la economía. Se puede decir que ello invierte la
visión tradicional de que la mente gobierna al cuerpo, el hombre gobierna a la
sociedad y la sociedad gobierna su economía.
Finalmente, Marx
adoptó la idea de propiedad colectiva de los bienes y el medio para producirlos
de los pensadores "socialistas utópicos" anteriores. Marx dice que
"La teoría del comunismo puede resumirse en una sola frase: abolición de
la propiedad privada". Sin embargo, las únicas sociedades en la historia
que lograron practicar el comunismo con éxito fueron los monasterios, los
kibbutz, las tribus y las familias (que Marx también quería abolir). Todos los
gobiernos comunistas (tales como el de la U.S.S.R.) transfirieron las
propiedades al estado y no al pueblo. Se comprobó que la confianza de Marx en
que el estado se "desvanecería" de motu propio una vez que hubiera
eliminado el capitalismo y colocado al comunismo en su lugar es increíblemente
ingenua. Una vez que se confisca el poder, sólo la sabiduría y la santidad
podrán liberarlo.
El recurso más
profundo del comunismo, especialmente en los países del tercer mundo, no ha
sido la voluntad del comunalismo sino la "voluntad del poder", como
lo llama Nietzsche. Nietzsche estudió el corazón del comunismo con más
profundidad que Marx.
¿Cómo hace Marx
con las objeciones evidentes al comunismo: que suprime la privacidad y la
propiedad privada, la individualidad, la libertad, la motivación de trabajar,
la educación, el matrimonio, la familia, la cultura, las naciones, la religión
y la filosofía? No niega que el comunismo las elimina, sino que dice que el
capitalismo ya lo hizo. Por ejemplo, sostiene que "el burgués considera a
su mujer como un mero instrumento de producción". Respecto de los temas
más sensibles e importantes, familia y religión, ofrece una retórica más que
una lógica, por ejemplo: "Esas declamaciones burguesas sobre la familia y
la educación, sobre la intimidad de las relaciones entre padres e hijos, son
tanto más repugnantes...". Y he aquí la "respuesta" a las
objeciones religiosas y filosóficas: "Las acusaciones que se hacen contra
el comunismo, desde el punto de vista religioso-filosófico e ideológico en
general no merecen un examen serio".
La refutación
más simple del marxismo es que su materialismo se contradice a sí mismo. Si las
ideas no son nada más que el producto de fuerzas materiales y económicas, tales
como autos o zapatos, entonces las ideas comunistas también lo son. Si ninguna
de nuestras ideas queda determinada por llegar a entender mejor la verdad, sino
por los movimientos necesarios de la materia, si no podemos evitar que nuestras
lenguas se muevan, podemos decir que los pensamientos de Marx no son más
ciertos que los pensamientos de Moisés. Así pues, atacar las bases del
pensamiento es atacar su propio ataque.
Marx lo puede
ver y lo admite. Reinterpreta a las palabras como armas, y no como verdades.
Las funciones de las palabras del "Manifiesto" (y en última
instancia, incluso de la "Capital" más extensa y más
pseudocientífica) no consisten en probar lo que es verdad sino en alentar la
revolución. "Los filósofos sólo interpretaron el mundo; lo único que hay
que hacer es transformarlo".
Marx es
básicamente un pragmático, pero incluso en este nivel pragmático hay una
auto-contradicción. El "Manifiesto" termina con este famoso
llamamiento: "Los comunistas, no tienen por qué encubrir sus ideas e
intenciones. Abiertamente declaran, que sus objetivos sólo pueden alcanzarse,
derrocando por la violencia todo el orden social existente. Tiemblen si quieren
las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Con
ella, los proletarios no tienen nada que perder, salvo sus cadenas. Por el
contrario, tienen todo un mundo entero que ganar. ¡Proletarios de todos los
países, uníos!". Pero este llamamiento es, siguiendo la lógica de Marx,
innecesario dado que niega el libre albedrío y que, según él, todo está
predestinado; la revolución es "inevitable", no importa si quiero
unirme o no. No puede apelarse al libre albedrio y al mismo tiempo negarlo.
Hay fuertes
objeciones prácticas al comunismo además de estas dos objeciones filosóficas.
Por un lado, sus predicciones no funcionaron. La revolución no tuvo lugar
cuando y donde el marxismo lo predijo. El capitalismo no desapareció como así
tampoco el estado, la familia ni la religión. Por último, el comunismo no trajo
aparejada satisfacción ni igualdad en ningún lugar en que haya ganado poder.
Todo lo que Marx
pudo hacer es jugar a ser Moisés y hacer que los tontos regresaran a la
esclavitud de Egipto (mundanalidad). El verdadero Liberador está esperando tras
bastidores al bufón que ahora "se oscurece y se impacienta el tiempo que
le toca estar en el tablado" (NDT: Tomado de la quinta escena de Macbeth
de Shakespeare) para llevar a sus tontos seguidores "a la polvorienta
muerte" (idem) el único tema que los filósofos marxistas se niegan a
enfrentar.
(visto en http://www.catholiceducation.org/es/religion-y-filosofia/otros-temas/los-pilares-de-la-falta-de-fe-karl-marx.html
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