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jueves, 15 de octubre de 2015

Relativismo "católico"

Vamos a ver. Hemos puesto un título voluntariamente contradictorio, puesto que evidentemente ni existe ni es posible que exista un relativismo católico, sería algo así como pedir la existencia de un círculo que fuera cuadrado.

El catolicismo no es una filosofía, lo cual es obvio, sino una religión, o mejor dicho es la Religión, con mayúscula. Y aunque no es de suyo un sistema filosófico, sí es cierto que se apoya en una concepción del mundo que coincide con la que históricamente se ha denominado realista, o aristotélico-tomista. Y de ella toma la fundamentación que su teología reclama, pues lo sobrenatural supone lo natural.

Y dentro de dicho realismo no tiene cabida un sistema contradictorio como el relativismo, para el cual, sobre todo en terreno moral, no existen verdades universales, absolutas y eternas, sino que todo depende ya sea de la persona, de la época o del lugar. Y no tiene cabida por el hecho mismo de que el realismo consiste sencillamente en proclamar que existe, independientemente de la mente y de la voluntad humana, un universo (incluido el hombre mismo) cuyo orden natural no requiere de la mirada de la inteligencia humana para existir y persistir, sino que por el contrario se impone a dicha inteligencia, cuyo trabajo es contemplarlo y comprenderlo con precisión para poder vivir de acuerdo a lo real.

¿Entonces por qué hablamos de un relativismo "católico"? porque hoy en día se está difundiendo entre los católicos mal informados una idea distorsionada acerca de la misericordia y el amor fraterno. Veamos.

Al prójimo hay que amarlo, es el segundo de los dos mandamientos que resumen toda la obligación del católico: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Pero lo que hoy no se dice es que del prójimo debemos amar más el alma que el cuerpo, es decir, que el primer amor hacia el prójimo es el amor hacia la salud y el bienestar de su alma. Sin querer decir con ello que el socorro de sus necesidades materiales no sea obligatorio también, sino que solo establecemos un orden de prioridad, de acuerdo a la nobleza de cada cosa, una es la nobleza del alma y otra la nobleza del orden material. 

Entonces hoy se difunde entre muchos católicos una tendencia a poner las cosas al revés y atender por sobre todas las cosas a las necesidades materiales, a tal punto que las espirituales se consideran secundarias o no se les concede ninguna importancia. Hablo aquí de esos católicos cuyo "apostolado" se reduce única y exclusivamente a mero activismo social, sin invertir jamás ni el más mínimo esfuerzo, por ejemplo, en el llamado a la conversión, al arrepentimiento, a llevar una vida sacramental y de oración, etc. Todo esto ha desaparecido en el "apostolado" de muchos católicos, sacerdotes y obispos incluidos.

De manera que hoy asistimos al espectáculo trágico de un catolicismo, o mejor dicho, de unos católicos, que han renunciado a la búsqueda del bien del alma, propia y ajena, para concentrarse con exclusividad en las obras de asistencialismo social.

Aclaremos algo: la Iglesia desde siempre ha recomendado, enseñado, aconsejado, urgido, la obligación de todo creyente de compartir, de dar, de ayudar, de socorrer, etc., a las necesidades de los más débiles. Basta recordar el listado de obras de misericordia que todos aprendimos cuando pequeños: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar posada al peregrino, visitar al enfermo, etc. Pero esta enseñanza estaba enmarcada en un orden, en una jerarquía, que ponía por encima las necesidades del alma, propia y ajena, de tal manera que había que ocuparse de éstas, sin descuidar aquellas. Y así lo entendió siempre la iglesia y así lo practicaron siempre los católicos. En esto es en lo que hoy presenciamos el cambio.

Hoy al parecer ha ganado terreno entre los 'católicos' la idea de que lo que se crea, la religión a la que se pertenezca, la ideología que se profese (incluido el ateísmo y cuanta rareza oriental exista) es lo de menos, y que el católico, lejos de CONVERTIR personas al catolicismo, debe "HACER EL BIEN", entendiendo la palabra BIEN en el sentido de bien material, bien físico, asistencialismo social, etc. 

Y ESTO HA CONVERTIDO A MUCHOS "CATÓLICOS" EN FILÁNTROPOS, Y HUMANISTAS; EN QUIENES EL CATOLICISMO YA ES SOLO UNA PÁLIDA SOMBRA DE LA CUAL SOLO SOBREVIVE EL NOMBRE.

De este mal muere actualmente el apostolado católico, y es un mal que se difunde, desgraciadamente, desde el clero mismo, quienes víctimas de una formación deficiente a nivel teológico y filosófico, han asumido su sacerdocio desde la óptica de la preocupación exclusiva por lo terreno. Se han adulterado las fuentes.

Urge recuperar el verdadero sentido del apostolado católico, y hacer lo uno sin descuidar lo otro. 


Leonardo Rodríguez

   

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