Semilla de la virtud, su
nacimiento y su aumento en el campo de nuestra alma
P. ¿De dónde nace la virtud?
R. De Dios. Él es el Señor de las
virtudes.
P. ¿Cuál es la semilla de las
naturales?
R. Estas tienen sus principios en
la sindéresis.
P. ¿De dónde proceden las
sobrenaturales?
R. Del Espíritu Santo, que las
infunde en nuestro corazón. Unas y otras las siembra Dios. Estas como autor de
un orden sobrenatural, y aquéllas como autor de la naturaleza.
P. ¿Dónde echa Dios esta semilla?
R. En el jardín de nuestra alma.
P. ¿En qué parte recibe nuestra
alma la semilla de la virtud?
R. En la superior, esto es, en
nuestro entendimiento y en nuestra voluntad. La tendencia de las potencias
intelectuales a la verdad y la inclinación de las apetitivas al bien hacen de
nuestra alma un jardín capaz y apto para recibir la semilla de todas las
virtudes.
P. ¿Este mismo jardín es
susceptible de recibir la semilla de los vicios?
R. Sí, porque nuestro
entendimiento es capaz de recibir la luz y las tinieblas, la verdad y el error,
y nuestra voluntad, siendo libre, puede abrazar el mal y el bien.
P. ¿De dónde procede que unos son
aptos para una virtud más que para otra y que un mismo sujeto tiene más
disposición para unas virtudes que para otras?
R. Esto viene de la complexión de
nuestro cuerpo, la cual ayuda para el ejercicio de una virtud más que para el
ejercicio de otra; puede también proceder de que el Espíritu Santo infunde las
que quiere a quien quiere; o de haber sido comprometido por un conjunto de
circunstancias a practicar unas con más estudio que otras.
P. Las virtudes, sean naturales,
sean sobrenaturales, ¿cómo nacen, cómo crecen, y cómo se aumentan?
R. Del mismo modo que todos los
vivientes que existen en el tiempo, esto es, poco a poco, con tiempo y por
grados. Las sobrenaturales, mediante una nueva infusión de la gracia y de los
dones del Espíritu Santo; y todas, mediante la práctica, ejercicio y actos de ellas.
P. ¿Se siembran, nacen, crecen y
se aumentan todas juntas?
R. Ya hemos dicho que todas las
virtudes estaban unidas a la caridad y que formaban, bajo esta consideración,
una sola planta; ésta es planta en su semilla, es planta cuando nace, es planta
cuando crece y es planta cuando llega a su perfección y, por consiguiente, se
siembra toda entera, nace toda entera, crece toda entera; pero, bajo otras
consideraciones, aparecen en el campo de nuestra alma unas antes que las otras.
Según el orden de excelencia, la caridad es la primera de todas; nace con
todas, crece con todas y es el tronco que reúne en sí todas las raíces –símbolo
de los hábitos de todas ellas–, las ramas –que son los actos que salen sobre la
tierra– y los frutos. Por este tronco pasa el zumo de la gracia y dones del Espíritu
Santo, que alimenta todo el árbol. Según el orden de generación, los dones
nacen primero que las virtudes infusas, la fe primero que la esperanza, la fe y
esperanza primero que la caridad.
Adquirimos las unas primero que
otras.
(Tomado de "Catecismo de las virtudes", Francisco Palau)
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