Siempre ha sido imperativo el deber de leer y formarnos para estar en guardia contra los errores de todo tipo que se propagan en la sociedad. Errores de tipo moral sobre todo, pero también errores de tipo metafísico, epistemológico, teológico, etc., que aunque requieren de un poco más de dedicación al estudio para poder detectarlos y combatirlos, es importante no dejarlos de lado porque son la base o la raíz de donde luego surgen los errores de tipo moral, que son los más evidentes a simple vista.
Antiguamente la sociedad creyente contaba con la palabra de los sacerdotes, que al recibir una formación filosófica y teológica sólida en los seminarios, salían a sus ministerios bien pertrechados a dar el combate por las buenas ideas, enseñando al pueblo y manteniéndolo alerta.
También se contaba con intelectuales católicos, seglares talentosos muy conocedores de la sana doctrina que escribían, dirigían periódicos y participaban en todas las polémicas que contra la verdad se levantaban aquí y allá en este valle de lágrimas.
Pero de esto hace ya mucho tiempo...
Las cosas han cambiado bastante y para mal. Los sacerdotes son pésimamente formados en los seminarios, en su inmensa mayoría ya no aprenden nada sólido, y así deformados salen a ejercer su ministerio. Como no tienen nada de doctrina para ofrecer se dedican al activismo, realizan eventos para recoger fondos para el techo de la iglesia o para ampliar la casa parroquial. Y respecto de las almas se dedican a hacer eco de las consignas sentimentaloides que estén más de moda o simplemente a hablar de los derechos humanos.
Y los seglares que antes eran formados y talentosos son ya una especie casi extinta, quedan pocos ejemplares. La mayoría están adormecidos por las comodidades de la vida y no ven siquiera la necesidad de formarse, de aprender, de leer, de conocer. Tienen cosas más "importantes" en qué pensar.
Entonces, ¿qué hacer? Formarse, interesarse, aprender por cuenta propia, porque del clero progresista no nos vendrá nada de valor y seglares que estén cumpliendo esa tarea hay pocos, y los pocos que hay están acallados por la bulla de los mediocres.
Pero para formarse hay que tener un plan. No conviene leer en desorden, de todo, sin ton ni son. Por el contrario conviene trazarse un plan y cumplirlo. Teniendo siempre en mente ese adagio latino que dice que hay que leer "Non multa, sed multum", es decir, no muchas cosas sino leer mucho aquello que estemos leyendo, leer con cuidado, con atención, tomando apuntes, reflexionando a cada paso sobre lo leído, escribiendo lo que la lectura nos va sugiriendo, etc. Si solo leemos un libro de formación al año, pero lo leemos pausadamente, habremos hecho mucho más que si leemos cincuenta pero a las carreras y con el único afán de devorar cantidad.
¿Cómo sería un buen plan de lectura? Ante todo hay que definir qué queremos aprender y cuánto tiempo le vamos a dedicar. Ya después veremos si se requería más o menos tiempo del que asignemos al inicio. Por ejemplo, puedo decidir que le voy a dedicar los siguientes dos meses a leer sobre lógica. Y cumplirlo. Aunque a los dos días no quiera seguir porque me haya aburrido el tema. Es cuestión de disciplina, que es la madre de todos los logros. Y también cumplir en cuanto al tema, de manera que a los dos días no esté más bien leyendo sobre las pruebas de la existencia de Dios. Entonces lo primero es definir tema y tiempo.
Lo segundo es definir método. Debo combinar la lectura reflexiva con la toma de notas. Leer reflexivamente consiste en leer con pausa, saboreando cada idea y cerrando el libro cada que algo nos llamó la atención. De manera que la lectura sea un verdadero proceso de alimentación intelectual, de asimilación. Si hay palabras que no entendí las anoto y busco su significado. Si hay ideas que me sorprendieron las anoto y las repaso luego dando un paseo. Importa también mucho escribir, es un ejercicio que pocos hacen pero que conviene mucho. Cada que acabes un capítulo o un apartado del texto que estés siguiendo pon por escrito lo que más se te ha quedado, escríbelo con tus palabras y también escribe ahí mismo tus reflexiones respecto de esas ideas. Leer, meditar y escribir.
Finalmente trata de comunicarte con personas que estén interesadas en el tema que tienes entre manos. Intercambia ideas, comparte reflexiones con ellos y busquen formular preguntas sobre ese asunto para después buscar respuestas en la lectura que hayas escogido.
Si logras elegir tema y tiempo, y también sigues con juicio un buen método, seguramente tendrás al cabo de un tiempo buenos resultados. Un año es un periodo de tiempo amplio que permite organizar varios temas de estudio, dos o tres por lo menos. Es impresionante la formación en sana doctrina que se puede adquirir teniendo un plan y siguiéndolo religiosamente. Piénsese por ejemplo en todo lo que se podría lograr en solo un par de años.
Pero hay que empezar ya, los que sostienen las malas doctrinas (como la ideología de género por poner un solo ejemplo) no están descansando, todo lo contrario, están muy activos, leyendo, organizándose, escribiendo y peleando.
¿Y nosotros?
Leonardo Rodríguez
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