En anteriores entradas nos hemos
referido a la importancia de las definiciones en la vida de la inteligencia y
hemos señalado cómo su abandono está ligado, por un lado, a la pérdida del
valor de la inteligencia como facultad de conocimiento, y por otro, a la
decadencia socio-cultural que necesariamente viene pareja con el relativismo
que se instala cuando la inteligencia es desplazada, ignorada o adulterada.
Quisiéramos hoy insistir en un
aspecto de este asunto y es el de las relaciones entre los conceptos, o mejor
dicho, entre la capacidad del hombre para abstraer los conceptos universales y
necesarios a partir de su experiencia sensible, y la idea de que existe la
verdad y puede ser alcanzada por el conocimiento intelectual humano.
Ante todo un poco de terminología.
¿Qué es la verdad? Los medievales decían que la verdad en general puede y debe
entenderse como una cierta adecuación entre dos cosas, por un lado el acto de
la inteligencia y por otro la realidad de las cosas. Entonces, a partir de esa
visión general, distinguían entre la verdad metafísica, la verdad lógica y la
verdad moral. La verdad metafísica es la realidad de las cosas, es decir, las
cosas mismas (incluido el hombre, por supuesto), tienen una consistencia en el
ser, son y son algo, y ese ser algo es fundamento de su ser cognoscibles; o en
otras palabras, porque las cosas son y son algo, son cognoscibles, puesto que
lo que no existe de ninguna manera es la nada y la nada, nada es, y lo que nada
es nada ofrece a la inteligencia más allá de esa misma afirmación de que “no es”.
Por otro lado está la verdad lógica que es la verdad que se predica de los
conocimientos mismos en cuanto verdaderos, se define como la adecuación entre
el conocimiento y la cosa que se conoce, o en términos técnicos, adaequatio intellectus ad rem. Un
conocimiento es verdadero cuando lo afirmado en dicho acto de conocimiento se
corresponde con la realidad, Si decimos “está lloviendo”, y efectivamente
resulta que está lloviendo, entonces dicho conocimiento es verdadero. Se trata
de un conocimiento medido por la realidad de las cosas, la verdad lógica
depende de la verdad metafísica. Y por último la verdad moral que es la verdad
de nuestras palabras, de lo que decimos. Su contrario es la mentira. Aquí
interviene un factor moral personal, puesto que quien miente tiene la intención
de engañar, es decir, sabe que lo que dice es falso y aun así lo dice por
alguna motivación subjetiva.
Ahora bien, los conceptos y las
definiciones son la manera que tiene la inteligencia de expresar la verdad, de
concebir en sí la realidad y expresarla. Un concepto es la imagen inteligible
de la cosa, como cuando empleamos el concepto hombre (animal racional), estamos
aprehendiendo y expresando la realidad esencial de todos y cada uno de los
miembros de esa especie. De tal manera que “hombre” no es solo una palabra
usada para referirnos a un conjunto de individuos que se asemejan, sino que
estamos ante la posesión inmaterial e intencional de aquello común a todos los
individuos que caen bajo dicho concepto. A partir de los conceptos formamos
definiciones y a partir de las definiciones de cada concepto se establecen
entre ellos relaciones lógicas que tejemos en predicados, juicios y
razonamientos. Es la esencia de la vida de nuestra inteligencia.
Entonces pregunto, ¿qué pasa cuando
la sociedad olvida estas verdades sobre la vida íntima y propia de la
inteligencia y las reemplaza por concepciones utilitaristas, nominalistas y
relativistas? El utilitarismo es defiende la utilidad sobre la verdad, lo bueno
y verdadero es lo útil, lo verdadero es solo otro nombre para lo útil, y si un
concepto, juicio o “verdad” no es útil, pues concluyen que ha de ser porque no
es verdadero. El nominalismo afirma que los conceptos no expresan esencias de
las cosas, sino que son solo palabras usadas por economía mental para agrupar
cosas que vemos se parecen. Y el relativismo es la afirmación de la
inexistencia de la verdad, para defender únicamente la existencia de posturas,
perspectivas y opiniones, tan cambiantes como los sujetos mismos y tan válidas
unas como otras.
Pregunto de nuevo, ¿qué pasa cuando
la visión que expusimos arriba es reemplazada por las corrientes mencionadas en
el párrafo anterior?
¿Se animan a compartir sus
reflexiones en los comentarios?
Leonardo Rodríguez V.
Solo darle gracias por su trabajo es muy esclarecedor digno de conservarse con su permiso, yo los copia y pego y lo guardo en mi biblioteca digital, claro con referencia ilustrativa de su autor
ResponderBorrarEste comentario vale para toda el trabajo en esta su pagina
Saludos desde Guadalajara, Jalisco México