Antes de iniciar las festividades navideñas del año que dejamos atrás hace poco, inicié una relectura detenida del tratado sobre el hombre de santo Tomás de Aquino, es decir, las 15 cuestiones que van de la 75 a la 89 de la primera parte de su Suma de teología. Allí, a lo largo de 15 cuestiones distribuidas en 89 artículos, santo Tomás nos expone su concepción esencial sobre la naturaleza del ser humano. No está todo allí, por supuesto, sino lo esencial. En la segunda parte de su Suma el de Aquino retoma la antropología y nos presenta los aspectos más tocantes a la moralidad: actos humanos, voluntad, libre albedrío, pasiones, hábitos, vicios y pecados. Todo ello teniendo como fondo las cinco primeras cuestiones de esa segunda parte en las que nos ofrece una completa exposición del fin último del hombre, que es como el criterio fundamental en el orden moral.
Las 15 cuestiones de la primera parte son el corazón de la antropología tomista, representan la exposición más madura de su pensamiento sobre el hombre, su alma, la unión del alma y el cuerpo, las potencias, la inteligencia, las potencias apetitivas en general, el libre albedrío y seis preciosas cuestiones, de la 84 a la 89, consagradas a la actividad intelectual humana.
Nadie que desee conocer a fondo lo que es el ser humano debiera desconocer la doctrina expuesta tan magistralmente por santo Tomás en este sección de su obra.
Hemos entonces releído dicho tratado, intentamos resumirlo (aunque en sí ya es un compendio tomista de antropología) y esperamos usarlo para lo que sigue de nuestro brevísimo curso de introducción al pensamiento tomista que estamos desarrollando a través de YouTube.
Será sin duda un viaje interesante en el cual de la mano de Tomás daremos una mirada a lo que somos, intentaremos conocernos mejor en el buen sentido de dicha expresión, no en el sentido de esas pseudo psicologías actuales que prometen una felicidad rápida, finita y hedonista por medio de no sé qué ejercicios de introspección que acaban en una especie de egolatría y ensimismamiento que a nada conduce a no ser a eso que muchos llaman vacío existencial.
Esperamos con el favor de Dios finalizar dentro de poco la lógica y dar inmediatamente después una exposición al menos elemental de la filosofía de la naturaleza, que nos dé las bases necesarias para aproximarnos al tratado "de homine" dotados de herramientas nocionales suficientes para no perdernos en el camino.
Ponemos estas intenciones en manos de Nuestra Señora, sede de la sabiduría.
¡Ave María purísima!
Leonardo Rodríguez Velasco
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