La demostración de la existencia de Dios es siempre el punto de partida de santo Tomás de Aquino en sus grandes obras, la “Suma contra los gentiles” (SCG) y la “Suma de teología”; y esto es así porque si la idea es hablar acerca de Dios, que eso es la teología, pues resulta natural y conveniente que lo primero que se haga sea mostrar su existencia. Entonces, en ambas ‘sumas’ inicia santo Tomás probando que Dios existe, para ahí sí luego dedicar toda la potencia de su grandioso intelecto a exponer su naturaleza, en cuanto es ello posible a la luz de la razón natural.
Vamos a repasar aquí la forma (al menos una) en que lleva a
cabo el santo esa tarea en la SCG, más exactamente en el capítulo XIII del
primer libro (la SCG tiene 4 libros y 463 capítulos); en una próxima
oportunidad quizá repasemos lo propio en la “Suma de teología”.
Comienza el santo diciendo que:
Ostenso igitur quod non
est vanum niti ad demonstrandum Deum esse, procedamus ad ponendum rationes
quibus tam philosophi quam doctores Catholici Deum esse probaverunt.
Habiendo mostrado ya que
no resulta vano intentar la demostración de la existencia de Dios, procedemos
ahora a establecer las razones con las que, tanto los filósofos como los
doctores católicos, demostraron que Dios existe.
Lo anterior lo dice porque en los capítulos inmediatamente
anteriores había refutado las ideas de aquellos que consideraban inútil probar
que Dios existe, unos por creerlo imposible y otros por creerlo innecesario.
Prosigue el santo:
Primo autem ponemus
rationes quibus Aristoteles procedit ad probandum Deum esse. Qui hoc probare
intendit ex parte motus duabus viis.
En primer lugar pondremos
los argumentos con los que Aristóteles prueba de Dios existe. Lo cual hace a
partir del movimiento, mediante dos caminos.
Y he aquí la importancia del análisis filosófico del
movimiento. En el breve curso de introducción al pensamiento de santo Tomás de
Aquino que estábamos ofreciendo por medio de YouTube, habíamos comenzado en los
últimos videos a tratar el tema de la filosofía de la naturaleza, es decir,
aquella parte de la filosofía que se ocupa del estudio del ente móvil, del ente
afectado de potencialidad y capaz de cambio o movimiento (que para el griego
eran cuasi sinónimos). Y en dicha filosofía de la naturaleza se estudia el
cambio como punto de entrada a la consideración filosófica de la realidad
física, puesto que el cambio es la característica más patente de todo lo que
nos rodea. Y de dicho análisis del cambio, bien realizado, surgen una serie de
aprehensiones conceptuales que constituyen el punto de partida de la entera
filosofía. Si no se comienza por allí, por el humilde análisis del humilde ente
móvil, y se pretende ingresar en la filosofía directamente por la metafísica o
por el análisis del conocimiento, se corre el riesgo de elaborar un edificio de
bellas abstracciones que quizá por no estar firmemente enraizadas en lo real, serán
a lo mejor muy atractivas y bien elaboradas, pero no responderán a la realidad
sino más bien al prurito de sistema, que diría Balmes.
De manera que la entera filosofía comienza por la filosofía
de la naturaleza, y por ende también nuestro asunto, que es la demostración de
la existencia de Dios.
Dice entonces el santo que nos va a presentar la manera en
que Aristóteles muestra que Dios existe, y ello por dos caminos o vías, de las
cuales analizaremos aquí la primera, dejando la segunda para la curiosidad del
amable lector.
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Pongamos las propias palabras del santo:
Quarum prima talis est:
omne quod movetur, ab alio movetur. Patet autem sensu aliquid moveri, utputa
solem. Ergo alio movente movetur. Aut ergo illud movens movetur, aut non. Si
non movetur, ergo habemus propositum, quod necesse est ponere aliquod movens
immobile. Et hoc dicimus Deum. Si autem movetur, ergo ab alio movente movetur.
Aut ergo est procedere in infinitum: aut est devenire ad aliquod movens
immobile. Sed non est procedere in infinitum. Ergo necesse est ponere aliquod
primum movens immobile.
De las cuales la primera
es: todo lo que se mueve, se mueve por otro.
Y efectivamente es patente a los sentidos que algo se mueve, como por ejemplo
el sol. Por lo que decimos que se mueve por otro. Ahora bien, aquello que mueve
a su vez se mueve o no. Si no se mueve tenemos lo que buscamos, a saber, que es
necesario concebir un motor inmóvil. Y a ello llamamos Dios. Más si se mueve,
se mueve por otro. Y así las cosas habrá que proceder hasta el infinito, o se
debe llegar a un motor inmóvil. Pero resulta que no
es posible proceder hasta el infinito, por lo que es necesario
concebir un primer motor inmóvil.
Esta también es la primera prueba que usa santo Tomás en las
cinco vías de la Suma de teología, la famosa prueba a través del análisis del
movimiento, y por medio de la cual se llega a establecer la necesaria existencia
de un primer motor inmóvil, que es Dios.
Dice el santo que en ese argumento que acaba de ofrecer se
debe establecer la verdad de dos proposiciones, que son como el núcleo de toda
la demostración, y son las siguientes:
1.
Que todo lo que se mueve es movido por otro.
2.
Que no se puede proceder hasta el infinito en la
serie de motores movidos.
En la siguiente publicación veremos cómo el santo prueba la
primera de dichas proposiciones...
Leonardo Rodríguez Velasco.
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