CAPITULO PRIMERO
Concepto de la ley.
A) Etimología de esta palabra. Aclaración
del concepto etimológico dado por Cicerón.
El concepto de la ley, como dice
el ilustrado catedrático de la Universidad Central, D. Felipe Clemente de Diego,
no pertenece exclusivamente al Derecho; en cuanto se habla de leyes extrañas al
orden jurídico (leyes físicas, por ejemplo). El concepto de ley es más extenso que
el de Derecho.
Por esto ese vocablo sugiere en
nuestra mente una idea propia y genérica antes de recibir esas ulteriores
determinaciones. ¿Cuál es la idea que lleva consigo la palabra ley y luego se
repite, reproduce o aplica a órdenes distintos, siquiera relacionados con el
físico, moral y jurídico?
Para hacer una investigación de
índole tan general, es indispensable analizar etimológicamente esta palabra y
estudiar las distintas acepciones de la misma. En efecto, según el Angélico
Doctor de las Escuelas Santo Tomás de Aquino, la palabra ley viene de “ligando”,
porque el efecto propio de la ley es ligar u obligar, “dicitur enim lex a ligando,
quia obligat ad agendum”, lo cual, como afirma el Padre Suárez en su Tratado
«De Legibus», está en consonancia con las Sagradas Escrituras, que llaman a las
leyes vínculos. Hierem, “Fregisti iugum, rupisti vincula” «Rompiste el yugo,
quebrantaste los vínculos.»
San Isidoro de Sevilla, en sus
«Etimologías», opina que la palabra ley se deriva de legenda, dando como razón
el que la ley debe ser escrita, y por ende ha de leerse: «Lex a legendo vocata:
quia scripta est”; en este sentido dice el Rey sabio en las Partidas: «Ley
tanto quiere dezir como leyenda en que yaze enseñamiento, e castigo, escripto
que liga e apremia la vida del hombre que no faga mal, e muestra, e enseña el
bien que el hombre debe fazer, e usar: e otro si es dicha ley, porque todos los
mandamientos della deben ser leales, e derechos, e complidos según Dios, e según
justicia.» Pero, como además de la ley positiva escrita existen otras clases de
leyes, para que dicha etimología pudiera aplicarse a la ley en general, debería
el verbo “legere” ampliarse a la lectura interior, y así, dice el Padre Suárez,
estaría más en consonancia con el nombre hebreo Tora, que significa instrucción.
Y por último, algunos escritores,
con San Agustín, creen que procede del verbo “eligendo”, ya porque la ley ha de
ser hecha mediante una prudente elección, ya porque ha de manifestar a cada uno
lo que se ha de elegir: «Lex a lectione, id est, electione dicta est, ut de
multis quid eligas scias.»
Hemos de notar, por lo que hace
referencia a Cicerón, que algunos han creído que derivaba la palabra ley del verbo
leer; mas, como puede deducirse del mismo texto que insertamos, esto no es
verdad, pues “delectus” significa elección, y el verbo legendo, que también
usa, significa aquí elegir, como se ve en la nota de sus comentaristas. He aquí
las palabras de Cicerón: «... Eadem ratio quum est in hominis mente confirmata
et confecta, lex est. ítaque arbitrantur, prudentiam esse legem, cuius ea vis
sit, ut recte faceré iubeat, vetet delinquere: eamque rem illi graeco putant, nomine
a suum cuique tribuendo, appellatam; ego nostro, a legendo. Nam ut illi aequitatis,
sic nos delectus vim in lege ponimus; et proprium tamen utrumque legis est.»
«Cuando esta razón se ha
robustecido y desarrollado en la mente humana, es la ley. En consecuencia de
esto, entienden que la prudencia es una ley cuya eficacia consista en mandarnos
obrar bien y prohibirnos obrar mal. Según estos escritores, el nombre de ley
viene de la palabra griega que significa dar a cada uno lo suyo; yo creo que su
nombre viene de legere, elegir. Así, pues, para ellos, el carácter de la ley es
la equidad; para nosotros la elección; y de hecho uno y otro carácter
pertenecen a la ley.»
Creemos nosotros que la
etimología más apropiada es la que da Santo Tomás de Aquino, al decir que viene
del verbo ligare, pues es de esencia de la ley el establecer una obligación.
(tomado de "Filosofía de la ley según santo Tomás de Aquino", Juan Carreras y Arañó)
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