Ahora vamos a considerar el
elemento principal del ente, que es su ser. El significado de ser es evidente para todos, sin que sea
necesaria -ni posible- una privilegiada intuición del ser; pero eso no impide
un mayor esclarecimiento de su sentido por parte de la metafísica.
Se trata de una primera
aproximación, pues este tema podrá considerarse con mayor profundidad más
adelante. La peculiaridad de la cuestión del ser radica en que todo es, es decir, no hay ninguna realidad
que no sea; sin embargo, ninguna de las cosas creadas es ser puro, sino que
consisten en modos determinados de ser, en realidades que son, pero no son el ser. De esta manera, el ser se manifiesta
como una propiedad o acto del ente: el ente no es ser solamente, sino que tiene ser. Aquí se intenta determinar algunos
rasgos del ser como acto del ente.
a) El ser es un acto, una perfección de las
cosas. Aunque en la vida corriente llamamos «actos» a las acciones u operaciones
(acto de ver, leer, caminar), en metafísica se designa con el nombre de acto a
cualquier perfección o propiedad de las cosas. En este sentido, por ejemplo,
una rosa blanca es una flor que tiene la blancura como un acto que le otorga
una determinada perfección. De modo semejante, el «es» de las cosas indica una
perfección tan verdadera como el «vivir» para los vivientes. Sin embargo, se
trata evidentemente de un acto peculiar, como veremos enseguida.
b) El ser es un acto universal. No es algo
exclusivo de un tipo de realidades, como lo son el acto de correr o de
entender, sino que todas las cosas son: sin ser no habría nada. De cualquier objeto
del universo, sea el que sea, siempre habrá que decir que es: este pájaro es,
las nubes son, el oro es...
c) El ser es un acto total: abarca todo lo que
las cosas son. Mientras las demás perfecciones son parciales, porque indican diversos
aspectos o partes del ente, ser contiene todo lo que una cosa posee, sin
excluir absolutamente nada. Leer no
expresa la integridad de perfección del lector;
ser, en cambio, es acto de todas y cada una de las partes de la cosa: si
un árbol es, todo él es, con todos sus aspectos y elementos, pues su color es,
su forma es, su vida y su crecimiento
son; todo en él participa del ser. En este sentido, el ser comprende la
totalidad del ente.
d) El ser es el acto constitutivo y más radical:
aquello por lo que las cosas son. Así como la esencia es lo que hace que una cosa
sea de un modo u otro (león, hombre, silla), el ser es lo que hace que las
cosas sean. Esto puede mostrarse con diversas razones:
-
por la comunidad del ser: siendo distintas unas cosas de otras, aquello
que hace que todas ellas sean, no puede
radicar en sus principios de diversidad -su esencia, sus accidentes variados, etc.-,
sino precisamente en aquel acto en el que convienen: el ser;
-
por la prioridad de naturaleza del ser: cualquier acción o propiedad de
las cosas presupone un sujeto ya constituido, que es previamente; en cambio, el
ser es el presupuesto de toda acción y de todo sujeto, ya que sin ser, nada sería;
el ser no es un acto derivado de lo que son las cosas, sino precisamente lo que
hace que sean;
-
por exclusión: ninguna propiedad física, biológica, etc., de las cosas
(su energía, su estructura molecular o atómica) puede hacer que éstas sean,
pues todas esas características, para producir sus efectos, antes tienen que
ser.
En definitiva, el ser constituye el acto primero y más
íntimo del ente, que desde dentro confiere al sujeto toda su perfección.
Así como el alma informa al cuerpo
y le da vida, de modo análogo el ser actualiza intrínsecamente a cada cosa,
haciendo que sea; el alma es principio vital, y el ser es principio de entidad
o de realidad de las cosas.
Transcribimos a continuación
algunas formulaciones de Santo Tomás sobre el acto de ser:
«El ser es lo más perfecto de
todo (...), es la actualidad de todos los actos (...) y la perfección de todas
las perfecciones» (De potentia, q.7, a.2, ad 9). Pues cualquier acto o
perfección antes debe ser, es decir, ha de tener previamente el acto de ser; de
lo contrario, nada sería.
«El mismo ser es lo más perfecto
de todas las cosas, pues se relaciona con todas como su acto. Nada posee
actualidad sino en cuanto es; por eso, el ser mismo es la actualidad de todas
las cosas, incluso de las mismas formas (substanciales o accidentales)» (Summa
Theologiae, I, q.4, a.l, ad 3).
«El ser es lo más íntimo de
cualquier cosa, y lo que más profundamente está en todas, ya que es formal
(acto, algo que informa o actúa) con respecto a todo lo que hay en una cosa» (Summa
Theologiae, I, q.8, a.l).
(tomado del libro cuya imagen encabeza la entrada)
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