Hay muchas maneras de
dividir el concepto por lo que nos limitaremos a las que nos parecen más
relevantes.
Hemos dicho que todo
concepto es universal; sin embargo, no siempre lo usamos en toda su extensión,
sino que la restringimos según nos convenga. Para ello acudimos a
cuantificadores y obtenemos los siguientes resultados: singular, si lo
referimos a un solo individuo: este árbol, esa relación; común, si lo aplicamos
a varios. El común, a su vez, podemos predicarlo de todos, es el universal, o
bien restringirlo, sin limitarlo a un singular determinado, algún estudiante: es
el particular. Esta división es importante para el uso del concepto en el
raciocinio, especialmente en su uso como sujeto, aunque también como predicado,
como más adelante se explicará.
Cuando el universal se
predica de una multitud, puede referirse a ella de diversas maneras. Si se
aplica a ella y a todos y cada uno de los miembros de la multitud, tenemos al
concepto distributivo o divisivo. Es el uso más común del universal: oveja,
árbol, colegial. Pero si se refiere a ciertos conjuntos de individuos sin que
se les pueda aplicar a cada uno de ellos, tenemos el colectivo: rebaño, bosque,
colegio.
Otra división
importante del concepto es la que se fija en el modo cómo se aplica a sus
inferiores. Hemos visto que el concepto procura alcanzar la esencia de las cosas
reales, mas no siempre lo logra, contentándose con propiedades o, incluso
accidentes. Según esto tenemos cinco
modos de predicarse
un concepto de
la realidad:
• Si significa la esencia, el concepto
puede abarcar toda la esencia y se llama especie: hombre, perro. Pero puede ser
que alcance tan sólo una parte de ella. En este caso se nos presentan dos
situaciones. O bien nos referimos a la parte indeterminada de ella y la
llamamos género: animal, vegetal. O bien a la parte determinante de ella y la
llamamos diferencia específica: racional
• Si no significa la esencia, podrá
referirse a algo que le adviene a ella. Es lo más normal. Pero esto que le
adviene a la esencia puede ser entendido como necesario, que no le puede
faltar, y se le llama propio o propiedad, concepto muy usado en ciencia, por
Ej.: transparencia del aire y del agua. O bien se considera que no es necesario
y que le puede faltar a la esencia sin que se altere el ente en su
constitución: estar sentado o de pie. A éste lo llamamos accidente.
Estos cinco modos de
cómo puede un concepto puede ser predicado de la realidad, a saber: especie,
género, diferencia específica, propiedad, accidente, han sido llamados desde
antiguo predicables. Ya el romano Porfirio los utilizó para conformar el famoso
árbol de Porfirio, partiendo de la noción de sustancia.
No nos detendremos en
profundizar éstos y otros detalles de la división, antes bien preferimos
detenernos un instante en comprender mejor esta importante propiedad lógica de
los conceptos objetivos.
Decíamos que el
concepto objetivo se predica de sus inferiores. A esta propiedad la llamamos
predicabilidad. Gracias a ella, el concepto nos da a conocer una esencia o un
aspecto suyo, que podemos atribuir a los objetos reales. El concepto objetivo
me hace comprender hasta cierto punto la esencia hombre, la que es apta para
ser atribuida a Juan, Pedro, Isabel, etc. Gracias a la predicabilidad de los
conceptos objetivos podremos pasar a la segunda operación de la inteligencia
que veremos en el capítulo siguiente.
Todo concepto objetivo
puede ser considerado una esencia inteligible; es decir, es algo que puede ser
entendido. Es importante la última división estudiada porque nos enseña que esa
esencia inteligible no siempre puede ser atribuida de la misma manera a un ente
singular. Tal vez esa esencia inteligible no señale la esencia real sino sólo
un accidente de la misma y habría un error en confundirlas, o bien puede ser
una parte de la esencia real, ya sea la determinante o la indeterminada.
¡Cuántos errores cometemos al no saber cómo se debe atribuir a una determinada
realidad el concepto que tenemos en nuestra mente! La historia de la ciencia no
enseña mucho al respecto.
El universal, pues, es
algo uno que se halla en varios, y los predicables nos indican de cuántos modos
diversos ese universal puede hallarse en sus inferiores. Así, el concepto
grave, en física, se predica como propiedad de los cuerpos: todo cuerpo está
afectado por ella, por lo que lo denominamos grave o pesado. Pero esta esencia
inteligible no es la esencia real de los cuerpos, sino una relación entre dos
cuerpos que se atraen por esa misteriosa fuerza que llamamos gravedad.
Esta división, pues,
nos permite pensar la realidad en su multifacética complejidad con una extraordinaria
exactitud.
(tomado de "Aprendiendo a pensar" de Ossandón Valdés)
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