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miércoles, 11 de diciembre de 2013

Acerca del juicio




Al comienzo nuestros conceptos son muy confusos. El niño se conforma con una mera etiqueta gracias a la cual puede nombrar las cosas aunque ignore prácticamente todo de ellas. Si la inteligencia no avanzara más, el nominalismo tendría razón. Pero, en realidad, damos un contenido muy preciso a nuestros conceptos, es la comprensión de los mismos, y establecemos con claridad cómo se predican de la realidad, como nos lo enseña el árbol de Porfirio recientemente recordado.

El hombre, pues, se ve en la necesidad de mejorar sus conceptos, interpretar lo que sabe y decírselo claramente a sí mismo. Ya Aristóteles advirtió este hecho, por lo que dedicó uno de sus libros de lógica a la oración: organismo lógico que nos permite precisar el contenido de los conceptos. Es el Peri Hermeneias, De la Interpretación, que estudia las oraciones, juicios y enunciaciones.

La oración es, según este autor, "voz significativa arbitraria, cuyas partes significan algo separadamente, como dicciones, no como afirmaciones o negaciones".

Expliquemos esta definición. Como toda palabra, dicción, la oración es arbitraria, es un signo y es una voz; pero a diferencia de aquélla, sus partes son también signos; en tanto que, las sílabas, partes de la palabra, no lo son. Estas partes, empero, son meras palabras, signos complejos si se quiere; no son oraciones completas, por lo que no son afirmaciones ni negaciones.

El estudio de la oración perfecta pertenece al juicio y al raciocinio; el de la oración imperfecta interesa aquí. La perfecta "completa la sentencia"', es decir, tiene sentido completo: yo estoy aquí. La imperfecta, en cambio, no lo logra: simple y compuesto.

El concepto, en un primer momento, expresa en forma muy confusa su objeto, aquello que queremos conocer. Para aclarárselo a quien nos pida razón de ello, recurrimos a las oraciones imperfectas llamadas división y definición.

La división distribuye una naturaleza inteligible, un concepto, en sus partes, o un nombre en sus significaciones. Gracias a ella, como ya dijimos, determinamos la extensión de un concepto y se nos hace claro, de este modo, cómo una misma esencia puede realizarse de diversas maneras.

En toda división hay que atender a tres aspectos:

•      El todo que ha de ser dividido (por ej. El hombre).
•       El fundamento de la división (por ej. El color de la piel).
•       Las partes en que se divide ese todo (las razas de diferente pigmentación).

Para hacer una correcta división, los lógicos enuncian algunas leyes, que podemos reducir a tres:

•       No variar el fundamento. Si lo cambio, paso a otra división y confundo en vez de aclarar la extensión de lo dividido.
•       El todo dividido tiene que ser igual al conjunto de sus miembros, si no lo es, faltarían o sobrarían miembros.
•       Las partes deben excluirse entre sí, de otra manera estaríamos repitiendo parcialmente la división ya hecha.


La definición es aún más importante que la división porque expresa la comprensión del concepto. Por eso se la define como "la oración imperfecta que expone la naturaleza de una cosa o la significación de un término".
No hay que creer que la definición es una enunciación o juicio, sino que se limita a ser el predicado de esa enunciación; por ello es una oración imperfecta. El sujeto de ese juicio es lo definido y el predicado es la definición. Si yo sostengo: la virtud es el hábito de hacer el bien, lo definido es virtud y la definición es hábito de hacer el bien.

Es muy difícil definir, porque es muy difícil comprender qué es una cosa; en otras palabras, es muy difícil construir un buen concepto. De ahí que sea muy fácil la postura nominalista y muchos le encuentren razón. Sin embargo, el progreso científico consiste, precisamente, en pasar de esos conceptos confusos, propios del conocimiento vulgar, que apenas merecen el nombre de tales, a los conceptos propiamente dichos, los científicos, de los que es posible dar una definición satisfactoria. Tal vez sea la matemática la que mejor defina sus conceptos.

Por lo mismo, hay muchos tipos de definición, no todos igualmente perfectos. Pero incluso los más imperfectos son ya un inicio de la marcha de la mente en la dirección correcta.

•       Si nos limitamos a definir un nombre; esto es, damos a conocer la palabra como signo, estamos ante una definición nominal. Si procuramos llegara lo real, o al objeto del concepto, la definición será real.

•       La definición real es intrínseca cuando se hace uso de causas o principios intrínsecos; será extrínseca si se apela a elementos extrínsecos a los que se quiere definir. Es más perfecta la definición intrínseca. Por importante que sea el elemento extrínseco al que me refiero, por ejemplo, la causa eficiente, no es constitutivo de lo que se desea definir, y, por lo mismo, no forma parte del concepto objetivo que la definición trata de exponer.

•       La definición intrínseca perfecta es la esencial, la que expresa la esencia misma de lo definido. Animal racional mortal, como definición del hombre, es perfecta; hábito de hacer el bien, como definición de virtud moral, también lo es. Cuando no conocemos la esencia, recurrimos a una descripción del ente enumerando sus propiedades o accidentes, lo que conozcamos mejor, obteniendo así una definición descriptiva. Si defino al pez como un animal con aletas y branquias, he hecho una descripción del mismo a pesar de incluir un elemento estrictamente esencial, como es su carácter de animal. Es fácil comprender que muchas de nuestra definiciones son descriptivas y que éstas serán más perfectas si dan a conocer las propiedades más íntimas de lo definido y menos perfectas si se basan en los accidentes.

En la definición extrínseca agregamos elementos exteriores a lo que deseamos definir por nuestro desconocimiento de la esencia y de las propiedades esenciales de éste. Estos elementos pueden ser de variado origen: la causa eficiente o final, su generación u operación, etc., lo que nos da otras tantas definiciones extrínsecas. Así, decir que un reloj es una máquina que sirve para dar la hora, se apoya en la causa final. En geometría se suelen usar definiciones genéticas que nos indican cómo se construyen las figuras, mientras en física moderna se suelen usar las operaciones que nos permiten conocer lo que queremos definir. También es común mencionar la causa ejemplar, como en la conocida definición bíblica del hombre: hecho a imagen y semejanza de Dios. Como puede apreciarse es muy variada la definición extrínseca y no se pueden agotar las posibilidades de ella. Si definimos al perro como el mejor amigo del hombre, hacemos uso de su relación con nosotros, lo cual es un simple accidente: ¡como si no fuesen perros los que se hayan en estado salvaje! Notemos que la extrínseca siempre será una definición imperfecta, más que la intrínseca descriptiva, y puede llegar a ser simplemente irrelevante.

También hemos de observar ciertas leyes contra las cuales pecan, en algún grado, la mayoría de las definiciones que intentamos cuando nos las piden a boca de jarro. Repetimos, una vez más, que es difícil definir porque es difícil conceptualizar. El hombre, como animal sensitivo, a menudo se limita a servirse de imágenes sensibles para resolver sus dificultades. Las principales son:

•       La definición debe ser convertible con lo definido; es decir, vale para lo definido y nada más que para lo definido. La definición intrínseca cumple perfectamente con esta regla; las demás suelen faltar contra ella, especialmente las extrínsecas. El mejor amigo del hombre, para el perezoso es la cama, para el borracho, el vino...

•       No debe ser negativa. La negación dice lo que algo no es, mas la definición quiere expresar lo que algo es. La definición negativa es usada cuando queremos aproximarnos a algo que no logramos entender. Por ello se usa mucho en teología, cuyo objeto supera nuestro entendimiento.

•       Debe ser clara y breve. En caso contrario no explicaría el concepto, que es su finalidad última.

Pero no todo es definible.

Los individuos no lo son, porque de ellos no podemos forjarnos conceptos, ya que todo concepto es universal. El individuo es conocido más por los sentidos que por la razón. De él podemos forjar una imagen bastante completa, a partir de sus aspectos sensibles. A partir de ella tratamos de comprender qué es ese individuo; es decir, cuál es su esencia. Esta será definida por lo comprendido por el hombre, mas no el individuo mismo. En todo caso, se puede describir al individuo y obtener un conjunto de características -cada una de las cuales es universal, pues es objeto de un concepto- pero cuya reunión sólo es aplicable a ese individuo. Así los aspectos físicos, síquicos y morales y la historia de un individuo nos bastan para individualizarlo: Pedro de Valdivia era un español que conquistó Chile y murió a manos de los araucanos tras la batalla de Tucapel.


Como la definición esencial, la definición perfecta, consiste, en última instancia, en explicar un concepto mediante otros conceptos, es necesario llegar a ciertos conceptos básicos que no pueden ser definidos. Así es, en efecto. Esos conceptos indefinibles, que, por ser los primeros no pueden ser reducidos a nociones anteriores, son los trascendentales: ser, uno, verdadero, bueno, bello, algo, cosa. Estos conceptos tiene la propiedad única de poseer una extensión y una comprensión virtualmente infinitas. Por ello sobrepasan la capacidad de la mente humana. Esto significa que todo lo que comprende nuestra inteligencia puede ser calificado de ser, uno, verdadero, bueno, etc., y cada uno de estos conceptos trascendentales abarca la realidad total; en otras palabras, se pueden aplicar a todas las cosas. Se los estudia en metafísica donde se comprende que son, en verdad, un haz de conceptos unificados por la analogía.

(tomado de "Aprendiendo a pensar" de Ossandón Valdés)

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