A partir de la naturaleza del silogismo
simple, se pueden establecer algunas reglas prácticas para su correcto uso.
Todas ellas se derivan de la función conectiva del término medio, que es el
factor dinámico que mueve a concluir. Son las siguientes:
a)
El término medio debe tomarse siempre en el mismo sentido: de lo
contrario, el silogismo constaría de cuatro términos en vez de tres, y nada
podría concluirse. Por ejemplo, un raciocinio falso es el siguiente: «el
pensamiento humano siempre conoce el ser, pero el Ser es Dios, luego el pensamiento
humano siempre conoce a Dios». El término medio ser juega doblemente, pues en
una premisa significa la noción abstracta de ser, y en la otra el Acto Puro de
ser que es Dios.
b)
El término medio debe usarse, al menos una vez, en toda su universalidad,
para que realmente ejerza su función mediadora: del hecho de que «Pedro es
hombre» (algún hombre) y de que «Juan es hombre», no se deduce que «Pedro es
Juan».
c)
Los extremos no pueden poseer en la conclusión más universalidad que en
las premisas: no deben superar a las premisas, porque un efecto no puede ser
más que su causa. Si «en este país algunos están de acuerdo con el divorcio», y
«estar de acuerdo con el divorcio significa oponerse a la ley natural», se
concluye legítimamente que «en este país algunos se oponen a la ley natural»,
pero no que el hombre como tal sea adverso a la ley natural.
d)
La conclusión sigue a la premisa más débil, que es siempre la premisa
particular, negativa, contingente, probable, dudosa, etc. Esto significa que si
en el antecedente una proposición es universal y la otra particular, se
obtendrá un juicio particular; si se parte de una premisa afirmativa y otra
negativa, la conclusión será necesariamente negativa; etc. Por ejemplo, «la
corrupción se produce por la separación de la forma de la materia; pero la
substancia espiritual no tiene composición de forma y materia; luego, la
substancia espiritual no es corruptible». O «el que estudia, aprueba el examen;
es dudoso que Jaime haya estudiado; por tanto, es dudoso que Jaime apruebe el
examen».
e)
Nada se sigue de dos premisas particulares: una de ellas debe ser
universal, para que el término medio pueda efectivamente unir los otros
extremos. Aun los razonamientos concretos se basan en alguna verdad universal:
el detective que afirma que «Fulanito no estuvo en el lugar del delito, luego
no es el culpable», discurre a partir de la premisa general de que «perpetrar
un crimen requiere estar presente allí donde se produce».
f) Nada se sigue de dos premisas negativas,
pues si el término medio no conviene a ninguno de los extremos, éstos no pueden
convenir entre sí. Una de las premisas deberá ser afirmativa; si lo son ambas,
la conclusión será positiva. Así, de «los holgazanes no son previsores, y los
previsores no son imprudentes», nada se concluye.
Para aplicar correctamente estas
reglas, conviene recordar que las premisas deben expresarse con la fórmula S es
P. Además, hay que mantener los términos en el mismo nivel de abstracción. Por
ejemplo, es inválido el silogismo:
La
nieve es blanca,
Lo
blanco es un color
Por
tanto, la nieve es un color.
Porque se mezcla la abstracción total
y formal (hay que decir: «la nieve es blanca, pero lo blanco es coloreado,
luego la nieve es coloreada»).
Conviene prestar atención a la
distribución del predicado. Así, es inválido el razonamiento:
Los hombres no son ángeles,
los ángeles son inteligentes
por tanto, los hombres no son
inteligentes
Porque el predicado ‘son inteligentes’
de la segunda premisa está tomado particularmente, mientras que en la
conclusión está tomado universalmente.
Casos especiales. Los términos singulares, al no tener
extensión, siempre se toman en toda su cantidad, y por tanto pueden desempeñar
la función de término medio (silogismo llamado expositorio por los
escolásticos):
Alfonso el Sabio fue rey
Alfonso el Sabio fue poeta
Por tanto, un rey fue poeta
La negación a veces puede plantear
ciertas dificultades. Hay razonamientos válidos, aunque parezcan tener dos
premisas negativas: «el que no tiene inteligencia no es libre, pero los brutos
no tienen inteligencia, luego no son libres». La primera premisa, al contener
una doble negación, se reduce a una afirmación.
Si se razona con proposiciones
ocultamente compuestas (exceptivas, exclusivas), o con ciertas modalidades
(siempre, a veces), es preciso tomar determinadas cautelas, pues la extensión
de los términos queda alterada. Por ejemplo, «todo metal, excepto el mercurio,
es sólido; todo sólido es pesado; luego, todo metal, excepto el mercurio, es
pesado» no concluye, pues como en la segunda premisa pesado es particular, no
se puede concluir que «el mercurio no es pesado». Respecto a los adverbios de
tiempo, basta señalar que siempre se reduce a todos, algunas veces a algunos,
etc.
Figuras
y modos. El silogismo
tiene siempre la misma estructura esencial que aquí hemos considerado, pero
admite cierta complejidad, según los diversos modos de predicación y acepción
de los términos, y por eso se puede construir de muchas maneras. Cabe la
posibilidad, por ejemplo, de desarrollar formas de silogismos con las
proposiciones modales, o de formularlos abreviadamente (configuración que se
llama entimema), y unos detrás de otros (polisilogismo). Algunas de estas
estructuras se utilizan en el discurrir espontáneo, mientras que otras pueden
ser más artificiales.
Explicamos brevemente la más conocida
de estas subdivisiones, llevada a cabo por Aristóteles: la de las figuras y modos
del silogismo categórico.
Figuras son las formas que reviste el
silogismo según la posición que el término medio ocupe en las premisas. Caben
cuatro figuras:
Modos son las configuraciones de cada
figura, según que las premisas sean A, E, I, O. Las combinaciones posibles de
estas 4 proposiciones en una figura de 3 proposiciones (43) son 64,
que para las 4 figuras da un total de 256 posibilidades. Sin embargo, según las
reglas de la correcta deducción, sólo 19 casos son lícitos. Los lógicos
medievales los denominaban con reglas mnemotécnicas: cada caso legítimo recibe
un nombre cuyas tres vocales indican el tipo de proposición de la premisa
mayor, la menor y la conclusión. Por ejemplo, Bárbara indica que partiendo de
dos premisas A-A, se concluye A. Los modos que concluyen son:
1ª. Figura: Barbara, Celarent, Darii,
Ferio.
2ª. Figura: Cesare, Camestres,
Festino, Baroco.
3ª. Figura: Darapti, Felapton,
Disamis, Datisi, Bocardo, Ferison.
4ª. Figura: Bamalip, Camenes, Dimatis,
Fesapo, Fresison.
Algunos ejemplos:
Barbara Celarent
Toda virtud es buena Ningún mamífero es pez
Toda justicia es virtud Todo vivíparo es mamífero
Toda justicia es buena Ningún vivíparo es pez
Cesare Ferison
Ninguna utopía es realidad Ningún sofista es creíble
Toda verdad es realidad Algún sofista es abogado
Ninguna verdad es utopía Algún abogado no es creíble
Los silogismos de las figuras 2a, 3a y
4a, pueden reducirse siempre a los de la 1a, en base a mecanismos de conversión
de las proposiciones y conmutación de las premisas (las consonantes de los
términos mnemotécnicos indican estas operaciones). Por ejemplo, el silogismo en
Camestres, «todo demagogo es mentiroso, pero ningún amigo es mentiroso, luego
ningún amigo es demagogo», en Celarent queda así: «ningún mentiroso es amigo,
pero todo demagogo es mentiroso, luego ningún demagogo es amigo».
Silogismos modales. Indicaremos
algunas características de estos razonamientos. Si sólo una premisa es modal,
la conclusión sigue esa modalidad. Dos premisas con idéntica modalidad dan
lugar a una conclusión de la misma modalidad, pero si los modos de las premisas
son diversos, la conclusión sigue «la peor parte». El orden de «mejor» a «peor»
se toma de la correlación de las proposiciones modales con las categóricas:
necesidad es correlativa a todos; imposibilidad, a ninguno; etc. He aquí un
ejemplo de silogismo modal:
Es
posible que un hombre sea injusto
Es
imposible que un injusto sea feliz
Por tanto,
es posible que un hombre no sea feliz
La modalidad moral es más débil que la
metafísica. Por eso, de un deber ser moral y una imposibilidad metafísica, se
concluye una prohibición o imposibilidad moral:
Es
necesario que el hombre sea generoso
Es
imposible que un generoso sea avaro
Por tanto,
es necesario que el hombre no sea avaro
(El
hombre no debe ser avaro)
(Tomado de "Lógica", J.J Sanguineti).
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