Objeciones por
las que parece que no puede ser lícito airarse.
1. Al comentar
el pasaje de Mt 5,22, el que se irrita contra el hermano..., escribe San
Jerónimo: En algunos códices se añade «sin motivo»; pero en los mejores se
quita esa cláusula y queda sola la ira. Luego nunca está permitido airarse.
2. Escribe San
Dionisio en IV De Div. Nominibus: El mal del alma consiste en obrar sin razón.
Ahora bien: la ira siempre obra sin razón, ya que, según dice el Filósofo en
VII Ethic., la ira no oye debidamente a la razón. Y San Gregorio dice en V
Moral.: Cuando la ira perturba la tranquilidad de la mente, en cierto modo la
corta y la desgarra. Casiano, por su parte, dice en De Institutis Coenobiorum:
Cualquiera que sea la causa que lo produce, el movimiento vehemente de la ira
ciega los ojos de la inteligencia. Luego el airarse es siempre malo.
3. La ira es el
apetito de vengarse, según la Glosa a Lev 19,17, no odiarás a tu hermano en tu
corazón. Ahora bien: el desear la venganza no parece ser lícito, ya que debe
reservarse a Dios, conforme a Dt 32,35: Mía es la venganza. Por tanto, parece
que el airarse es siempre malo.
4. Más todavía:
es malo todo aquello que nos aparta de la semejanza con Dios. Pero el airarse
nos aparta siempre de esa semejanza con Dios, el cual juzga con tranquilidad,
según se dice en Sab 12,18. Luego el airarse es siempre malo.
Contra esto:
está el testimonio de San Juan Crisóstomo en el comentario a Mt: El que se
enfada sin motivo será reo, pero el que lo hace con motivo no lo será. Porque
si no existiera la ira, ni la doctrina aprovecharía, ni subsistirían los
tribunales, ni los crímenes serían reprimidos. Luego el airarse no siempre es
malo.
Respondo: La
ira, propiamente hablando, es una pasión del apetito sensitivo, la cual se
llama facultad irascible, según dijimos antes (1-2 q.25 a.3 ad 1; q.46 a.1).
Sobre las pasiones del alma hay que tener en cuenta que puede hallarse en ellas
el mal bajo dos aspectos. En primer lugar, por parte de la esencia misma de la
pasión, la cual se considera con respecto al objeto de dicha pasión. Por
ejemplo, es esencial a la envidia un mal, por ser tristeza del bien de los
demás, el cual se opone esencialmente a la razón. Por eso la envidia, en cuanto
se nombra, nos recuerda algo malo, como dice el Filósofo en II Ethic.. Esto,
sin embargo, no puede decirse de la ira, la cual es el deseo de venganza,
puesto que apetecer la venganza puede ser bueno o malo.
En segundo
lugar, el mal puede hallarse en una pasión por razón de la cantidad, es decir,
por exceso o por defecto de la misma. De este modo puede hallarse el mal en la
ira: airándose por exceso o por defecto contra la recta razón. Pero el airarse
conforme a la recta razón es laudable.
A las
objeciones:
1. Los estoicos
llamaban a la ira, como a todas las demás pasiones, afectos que no siguen el
orden de la razón, y bajo este aspecto decían que tanto la ira como las demás
pasiones eran malas, como dijimos antes (1-2 q.24 a.2) cuando hablamos de las
pasiones. En este sentido toma la ira San Jerónimo, puesto que habla de la ira
que nos hace enfadarnos contra el prójimo como buscando su mal. Pero según los
peripatéticos, con cuya opinión está más de acuerdo San Agustín en IX De Civ.
Dei, la ira y las demás pasiones del alma son movimientos del apetito
sensitivo, sean o no moderados por la razón. Así considerada, la ira no es
siempre mala.
2. La ira puede
relacionarse de dos modos con la razón. Primeramente, como algo anterior. Bajo
este aspecto, aparta de su rectitud a la razón y es un mal. En segundo lugar,
como algo posterior en cuanto que el apetito sensible se mueve en contra de los
vicios opuestos a la razón. Esta ira es buena y es la que se conoce como ira
producida por el celo. De ella dice San Gregorio en V Moral.: Debe procurarse a
toda costa que la ira, que es considerada como instrumento de la virtud, no
prevalezca sobre la inteligencia y vaya delante como una señora, sino que, como
una esclava dispuesta a obedecer, nunca deje de ir detrás de la razón. Esta ira
no suprime la rectitud de la razón, aunque supone un pequeño impedimento para
el juicio de la misma. Por eso dice San Gregorio, en el mismo pasaje, que la
ira por celo crea desorden en la visión de la razón, pero la ira por vicio la
ciega. Sin embargo, no va contra la razón de virtud el que se suspenda
momentáneamente la deliberación de la razón en la ejecución de lo que la razón
había decidido, porque también el arte se vería impedido en su ejecución si, cuando
debe obrar, se pusiera a deliberar sobre lo que debe hacerse.
3. Apetecer la
venganza buscando el mal del que debe ser castigado es ilícito. Pero es
laudable el apetecerla para que se corrijan los vicios y se conserve el bien de
la justicia, y hacia eso puede tender el apetito sensitivo en cuanto movido por
la razón. Ahora bien: el practicar la venganza siguiendo el orden del juicio es
obra de Dios, cuyo ministro es la autoridad que castiga, como se dice en Rom
13,4.
4. Debemos
asemejarnos a Dios en cuanto al deseo del bien. Pero no podemos hacerlo en el
modo de desearlo, ya que en Dios no hay, como en nosotros, apetito sensitivo,
cuyo movimiento debe obedecer a la razón. Por eso dice San Gregorio, en V
Moral., que la razón se hace más fuerte contra el vicio cuando la ira está al
servicio de la razón.
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