Es un gusto poder escribir nuevamente después de estos meses de receso en donde han pasado varias cosas a nivel personal. En primer lugar contraje matrimonio el pasado 15 de agosto, fiesta de la asunción de nuestra señora, y en segundo lugar me encontraba en el proceso final de entrega de mi tesis de maestría, tarea que me consumió buena parte de mi tiempo las últimas semanas. Lo anterior, sumado a otros asuntos menores, me apartó un poco de esto que tanto disfruto, escribir y compartir sobre estos temas.
Pero aquí estamos de nuevo y con el favor de Dios espero poder retomar la escritura con la regularidad que mi nuevo estado de vida me permita, afortunadamente mi esposa me apoya en estas cosas y, de hecho, es muchas veces mi correctora de estilo personal, ya que ella es docente de lengua castellana.
Quisiera retomar los artículos de este blog entrando por la puerta grande, voy a presentar en sucesivas entregas un resumen esquemático del tratado de la bienaventuranza de santo Tomás de Aquino, también llamado tratado sobre el fin del hombre o sobre la felicidad humana. Se trata sin duda de un texto de capital importancia en el sistema tomista, en donde el santo expone nada más y nada menos que sus ideas acerca de la verdadera felicidad humana, haciendo uso de su habitual profundidad y sencillez, en armoniosa unión.
El tratado sobre la bienaventuranza o felicidad del hombre abarca las primeras cinco cuestiones de la "prima secundae", es decir, de la primera parte de la segunda parte de la Suma (espero recordarán cómo está dividida la Suma y de dónde sale esa nomenclatura un poco extraña).
Dichas cinco cuestiones están simétricamente divididas en 8 artículos cada una, para un total de 40 artículos que contienen una doctrina profunda y admirablemente organizada sobre la felicidad humana, tema fundamental como pocos y que no necesita de grandes introducciones para hacer comprender su importancia.
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Ia-IIae q.1 a.1
Si compete al hombre obrar por un fin
Aquí santo Tomás (ST) comienza por el principio, por decirlo de alguna manera. ST es una mente muy organizada y siempre busca dar el mayor orden posible a sus escritos, reflejo del orden que seguramente reinaba en su poderosa inteligencia. Y resulta que así como en el orden teórico el principio lo constituyen precisamente los llamados primeros principios del intelecto, en cuya luz resolvemos todas las verdades que podemos conocer demostrativamente, de igual manera en el orden de lo práctico debe haber un principio que ilumine lo demás y ese principio es el fin. En palabras más sencillas: cuando se trata del comportamiento humano o del hacer, lo que hace las veces de principio que ilumina y explica y dirige todo es el fin, de manera que, por ejemplo, todo lo que un estudiante hace se explica a la luz del fin que persigue, que es obtener un título profesional. Todo lo que un trabajador hace en la empresa se explica por el fin que persigue que es cumplir con sus funciones para obtener un salario. Todo lo que un padre de familia hace se explica por el fin que persigue (que debe perseguir) que es llevar el sustento a su familia y cubrir las necesidades de todos. Y así.
El fin es entonces como el norte que guía la comprensión de todo lo que ocurre en el orden del hacer, en el orden de lo práctico, tanto de lo práctico externo, como de lo práctico interno, del "agere" y del "facere".
Entonces en este artículo, el primero de los 40, se pregunta ST si es propio del ser humano actuar movido por fines, es decir, si el hombre cuando hace lo que hace o se comporta como lo hace, persigue fines, se propone fines, obra "finalísticamente", no sé si esa palabra existe, que me perdone Cervantes.
Y ST va a responder que SÍ, que efectivamente es propio del hombre en su obrar hacerlo en vista de fines. Y lo demuestra más o menos de la siguiente manera:
- El hombre hace muchas cosas, caminar, comer, dormir, estudiar, casarse, crecer, reproducirse, discutir, trabajar, razonar, decidir, etc.
- Pero si analizamos todo eso veremos que NO TODO ELLO lo hace en cuanto hombre, es decir, muchas de esas cosas son acciones que el hombre tiene en común con los demás animales.
- Entonces hay que distinguir por lo menos dos tipos o conjuntos de acciones, aquellas que el hombre hace pero que no son suyas propias en cuanto hombre; y aquellas que sí son propias suyas, propiedades.
- Resulta que al hombre lo que lo distingue de los demás animales es el hecho de tener dominio sobre sus actos, sobre sus acciones. Y dicho dominio lo tiene por estar adornado de una cualidad que se llama "libre albedrío", que ST llama "facultad de voluntad y razón" porque el libre albedrío es una facultad que se deriva como consecuencia de la racionalidad del hombre, es decir, del hecho del hombre ser animal racional.
- Por tanto se llaman propiamente acciones humanas aquellas que el hombre realiza por medio de su voluntad deliberada, es decir con libre albedrío.
- Ahora bien, toda potencia tiene un objeto propio que la especifica, como el objeto de la vista es el color, y todos los actos de una potencia los realiza en virtud o bajo el alcance de dicho objeto, así como todo lo que la vista alcanza lo capta en cuanto coloreado.
- Y resulta que el objeto de la voluntad es el fin o el bien (que es decir lo mismo en cierta manera).
- De donde resulta que todo lo que se hace por medio de la acción de la voluntad, es hecho en la medida en que la voluntad tiende al fin como objeto propio, es decir, se mueve por fines o bienes que persigue y a los cuales tiende.
- Por lo tanto todas las acciones humanas, es decir, las hechas por voluntad deliberada o libre albedrío, son hechas necesariamente en pos de un fin.
- Y así concluye que es propio del hombre, propiedad suya, obrar por un fin.
Ese es el razonamiento de ST para demostrar que es propio o característico del ser humano actuar por fines, proponerse fines en su obrar.
No somos autómatas o robots que actuamos como ciegamente o como dirigidos mecánicamente por algo externo a nosotros mismos, sino que verdaderamente nos proponemos fines y actuamos en pos de ellos, o por lo menos así debe ser, puesto que existe la manipulación, también existen los vicios que atan la voluntad, etc., pero esos son otros temas para otra oportunidad.
Por ahora lo que ST quiere dehar claro desde el inicio de su tratado sobre la bienaventuranza o felicidad humana es que es algo propio del hombre actuar movido por un fin.
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En la respuesta a la primera objeción ST hace una observación que es interesante y que va a repetir muchas veces más adelante.
La primera objeción decía que el hombre no actúa por fines porque la expresión "actuar por" denota causalidad, es decir, el fin sería causa de la acción. Pero el fin, como su nombre indica, está al final, y una causa parece que debe ser obviamente anterior a su efecto, por tanto el fin no podría ser causa porque en vez de estar al principio está es al final.
Para responder a esto ST distingue entre el orden de la intención y el orden de la ejecución. El orden de la ejecución es el conjunto de acciones que se realizan en un determinado proceso, por ejemplo para hacer una silla el carpintero ejecuta una serie de movimientos y martillazos, que desde el primero al último forman el orden de la ejecución. El orden de la intención es algo que está más bien en la inteligencia del carpintero y lo forma la idea de silla que se propone fabricar, el modelo mental por decirlo de alguna manera, que es el fin que persigue con su acción sobre la madera. Sin ese modelo mental las acciones del carpintero no se explican.
Imaginen que encontramos un carpintero dando martillazos a unos trozos de madera y le preguntamos qué intenta fabricar y nos responde "no sé", sería absurdo, a no ser que el pobre hombre esté en medio de un ataque de ira y esté dando golpes simplemente por descargar su rabia, podría ser. Pero normalmente nos va a dar una respuesta más "lógica" y nos dirá, por ejemplo, que está haciendo una silla para descansar. Entonces cada martillazo tiene una justificación, una dirección, una intención, se entiende cada golpe.
Pues bien, ST dice que el fin es causa en el orden de la intención, no en el de la ejecución, pues ciertamente en el orden de la ejecución lo primero es el primer movimiento que se realiza en orden al fin, no el fin mismo que solo está al final. Pero en el orden de la intención es completamente necesario que el fin esté de primero, dirigiendo todo y dando justificación a todo.
Leonardo Rodríguez V.
Genial!!,
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