Ia-IIae q.1 a.6
En este artículo ST nos dice algo que a primera vista resulta difícil de entender y creer.
Nos ha dicho anteriormente que el ser humano tiene un fin último necesariamente, luego nos dijo que ese fin último es el mismo para todo hombre y ahora nos dice incluso que todo lo que deseamos lo deseamos, seamos de ello conscientes o no, por amor del fin último. Expliquemos un poco esto.
Diariamente, como ya se dijo, estamos realizando acciones encaminadas a algún fin, que a su vez se engloba en un fin más amplio, y este en otro, y así sucesivamente sin que sea posible ni pensable un proceso al infinito, ya que en una serie de causas ordenadas (y el fin es causa en cuanto está en la intención del agente) todas las causas dependen de que sobre ellas actúe otra causa, la cual recibe el influjo causal de otra, y así hasta necesariamente llegar a una primera que no recibe su influjo causal de ninguna sino que es tiene causalidad por sí. De manera que por larga que sea la serie que nos imaginemos sigue siendo cierto que la última solo puede ejercer su causalidad en la medida en que toda la serie está recibiendo la causalidad de la primera. En el orden de los fines pasa igual.
El fin último, que es en realidad primero en el orden de la intención, como ya dijimos, es causa que ejerce su causalidad desde el inicio y se extiende a todas las acciones que caen en dicha serie. Por ejemplo, supongamos que el fin sea obtener un grado universitario, ese sería un fin "último" en ese orden de cosas. Y en cuanto "último" mueve toda la serie de acciones que se encaminan a la obtención de título, durante todos los cinco años de carrera, día a día, noche a noche. Y cada acción que se realiza se explica en cuanto la entendemos conectada con el fin último: estudiamos porque...madrugamos porque...cumplimos ciertos requisitos porque...nos cohibimos de andar de fiesta en fiesta porque...y así todo. El fin "último" de este ejemplo, el título universitario, mueve toda la serie de acciones y les da sentido y fuerza.
De manera que en toda serie de acciones encaminadas a un fin, todas ellas se realizan por el fin, a causa del fin.
Y cuando hablamos del fin último absolutamente último, sucede lo mismo. ST va a decir más adelante que ese fin último total de la vida humana es la felicidad y que dicha felicidad se encuentra en la contemplación de Dios. Y esto de tal manera que todo, absolutamente todo lo que hacemos desde la cuna a la tumba lo hacemos, a sabiendas o no, por dicho fin último, a causa de dicho fin último.
¿Incluso los pecados? Sí, en cierta manera incluso los pecados, ¿Cómo así?
Resulta que el ser humano tiende a la felicidad como fin último, siempre y en todo lo que hace. Lo que pasa es que muchísimas veces se equivoca al elegir aquello en lo que cree que está su felicidad. Entonces sucede algo muy dramático y es que en el mismo instante en que está haciendo algo que en realidad lo aparta de su felicidad, lo está haciendo movido por su deseo de encontrarla. De manera que el pecador busca en su pecado una felicidad que allí no va a encontrar. Y su mismo deseo de felicidad se ve como si dijéramos traicionado.
Y dado que la felicidad del hombre está en la contemplación de la esencia de Dios, como más adelante explica ST, es lamentable saber que al pecar en realidad estábamos tratando de encontrar a Dios, en el lugar y de la manera equivocada.
Es como si cada vez que pecamos Dios desde el cielo nos repite "hijo, me buscas, pero no estoy allí".
Leonardo Rodríguez Velasco
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