LA DEVOCIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
¡Qué grande esperanza de salvación tiene toda alma que
confía en la intercesión de la Madre de Dios! El que me encuentra, encuentra la
vida y alcanza del Señor la salvación (Prov 8,35), canta la Santa Iglesia,
aplicando a María, en sus fiestas, estas palabras del sabio: «El que me encuentra
-dice María- por medio de una sincera devoción, encontrará en la tierra la vida
de la gracia, y en el cielo la salvación eterna».
Hablando SAN ANSELMO con la Madre de Dios, llega a afirmar:
«Así como es imposible ¡oh Virgen bendita! que se salve aquél a quien Tú
rechazas, es también imposible que se condene aquél que, convirtiéndose a Ti,
logra tus miradas». SAN ANTONINO viene a decir lo mismo: «Es necesariamente
candidato de la salvación y de la gloria aquél en quien María pone sus ojos
como abogada». Y SAN BUENAVENTURA escribió que «el que obtiene el favor de
María es mirado como conciudadano por los bienaventurados, y por su carácter de
protegido de la Virgen, es inscrito en el libro de la Vida», viviendo aún en la
tierra.
Sí, la devoción de María es un indicio de predestinación.
Explica el doctor Angélico que a María se le llama Estrella del mar porque «así
como el navegante, por las estrellas, se orienta hacia el puerto, así los
cristianos navegan hacia el cielo por medio de María».
Si un verdadero devoto de María se condenara, tendría que
ser o por falta de amor o por falta de poder en la Virgen; ahora bien: «ni el
amor ni el poder le pueden faltar», como nota SAN BERNARDO; por consiguiente,
nunca se condenará un verdadero devoto de María.
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