Hay que distinguir la enunciación
mental, la que es solamente pensada, de la oral, la que es expresada con
palabras. También podría distinguirse la escrita, pero, en nuestro idioma, no
hay diferencia mayor entre ésta y la oral, ya que nuestra palabra escrita es la
misma palabra oral. En un idioma como el chino, por ej., son dos enunciaciones
diferentes.
Mientras la enunciación
pensada está compuesta por conceptos objetivos, la enunciación oral o escrita
lo está por palabras. Por razones metodológicas evidentes, la lógica estudia la
proposición oral o escrita, ya que la pensada no puede ser comunicada al
exterior sino por aquélla.
En lógica, a las
palabras se las llama, más rigurosamente, términos. Son simples si están
formados por una sola palabra; complejos, si lo están por varias. Si digo
perro, árbol, etc., expreso términos simples; en cambio a media milla de aquí,
es complejo, porque incluye varias palabras o dicciones, como decían los
antiguos, para señalar una sola esencia inteligible, en este caso, una
distancia.
Dentro de la
proposición, un término puede ser:
• Sujeto
• Predicado
• Cópula
El predicado es lo
atribuido al sujeto mediante la cópula. A veces, el predicado y la cópula
pueden ser expresados por un solo término: el verbo predicativo que reúne ambas
funciones. Si digo: yo soy estudiante, separo los tres elementos; pero si digo:
estudio geometría, incluyo la función copulativa en el verbo predicativo
estudiar. Conviene separar las funciones cuando se trabaja con las
proposiciones. La importancia de hacerlo así se comprenderá cuando se estudie
el silogismo.
Podemos dividir la
proposición:
• Simple, la que se limita a atribuir un
predicado a un sujeto.
• Compuesta, la que vincula proposiciones
entre sí.
Hay muchos tipos de
proposiciones compuestas que se estudian en un curso más completo que éste.
Veamos algunos ejemplos: si voy me arrepentiré (condicional), sólo para mayores
(exclusiva), san Pedro murió en Roma y san Juan en Éfeso (copulativa).
Pero una enunciación no
sólo significa lo que sus conceptos objetivos expresan, una esencia o aspecto
inteligible de la realidad, sino que también están referidos a algo. Como dice
Aristóteles, como no podemos traer las cosas, traemos las palabras.
Esta propiedad de las
dicciones o términos de una enunciación ha sido llamada suposición, del latín
suppositio, y debe ser distinguida cuidadosamente de la significación de la
palabra. Esta es signo de un concepto objetivo cuya comprensión puedo
desarrollar en la definición. Pero al usarla en una determinada enunciación,
sin cambiar su significación, podemos referirlas a diversas realidades. Si
decimos: la osa del zoológico va a dar a luz, y no vemos la luz de la Osa
Mayor, hemos usado dos términos idénticos como voces: luz y osa. Pero hemos
cambiado su significación en las enunciaciones en que aparecen. En la primera,
la palabra osa es signo del concepto de un determinado animal mamífero,
mientras en la segunda es signo de una estrella del hemisferio norte. Así
mismo, la voz luz es signo del concepto parir, en la primera enunciación,
mientras en la segunda lo es de esa realidad física tan misteriosa que nuestros
ojos captan y nos permite ver. En estos ejemplos, las proposiciones han
cambiado la significación de los términos gracias a que hemos usado términos
equívocos.
La suposición se
refiere a otra propiedad de la palabra, no a su significación. Sin dejar de ser
el mismo signo, cuando la empleamos en una enunciación, la palabra está
suplantando a una determinada realidad. Si decimos: la osa del zoológico va a
dar a luz, la osa es un mamífero plantígrado, la palabra osa es un bisílabo,
sin cambiar la significación del vocablo osa, me estoy refiriendo a tres
realidades muy diferentes. En la primera proposición nos hemos referido a un
animal singular y conocido de nosotros, en la segunda hemos dado una definición
descriptiva parcial de la esencia del animal osa, válida para todos los
animales de la misma especie, y, finalmente, en la tercera, nos hemos referido
únicamente a la palabra castellana sin importar lo que signifique.
Hay muchos tipos de
suposición que sería largo y difícil estudiar en el nivel en el que estamos. Lo
que sí importa es saber que no basta conocer la significación de un término
cuando juzgamos las afirmaciones de nuestro interlocutor. El valor de suposición
de una palabra se conoce por el contexto de la proposición y principalmente por
la cópula. Cuando sostenemos que el número de los senadores es 45, es obvio que
no me refiero a cada senador sino al conjunto tomado como cuerpo colectivo. Por
eso no puedo concluir: el senador Pedro es 45. El error se produce porque se ha
cambiado el valor de suplencia del término senador.
Tomado de "Aprendiendo a pensar" de Ossandón Valdés
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