El hombre se distingue de los animales
por ser racional, porque actúa por motivos que percibe intelectualmente, y no
dejándose llevar por un impulso instintivo. Por ejemplo: tomamos un autobús
para ir a la universidad, vamos a la universidad para asistir a clase, y esto
para cursar una asignatura, etc.: tal serie de verdades encadenadas se puede
captar merced al raciocinio, por el que advertimos que algo es o debe ser
porque lo impone alguna verdad ulterior. El razonamiento es una actividad
espontánea y normal en la vida ordinaria, en el actuar inteligente del hombre.
El raciocinio, cuando es analizado por
la lógica, puede parecer una operación muy sencilla. Ciertamente, no se
requiere gran esfuerzo para entender un raciocinio ya hecho, pero no es tan
fácil elegir las verdades convenientes que, comparadas, dan lugar a una
conclusión. La dificultad se debe también a que la mente ha de discurrir con
rapidez de unos argumentos a otros.
Las ciencias utilizan la argumentación
a gran escala, aplicándola a conocimientos universales. La proposición de que
«la suma de los ángulos de un triángulo es igual a dos rectos» se prueba en
base a una serie de raciocinios; diagnosticar el porqué de un malestar corporal
supone conocer sus causas mediante algún razonamiento. La filosofía, partiendo
del conocimiento de la realidad, llega a conclusiones como la existencia de
Dios, la obligatoriedad de la ley moral, la necesidad de que la vida social
tienda al bien común, etc.
(Texto tomado del libro "Lógica", de J.J Sanguineti)
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