miércoles, 17 de febrero de 2016

(9) Las virtudes: preguntas y respuestas



Virtudes morales

P. ¿Qué cosa es virtud moral?

R. Un hábito que rectifica y dispone todas las potencias del hombre para seguir el dictamen recto de la razón. Hacer que el hombre viva conforme al dictamen recto de la razón, es el fin y objeto de todas las virtudes morales.

P. ¿Cuántas son las virtudes morales?

R. Ya hemos dicho que eran muchas, pero que podían reducirse todas a cuatro puntos cardinales o a cuatro principales que son: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

Prudencia.

P. ¿Qué cosa es prudencia?

R. Como virtud moral, es un hábito que rectifica el dictamen de la razón en orden a todos los actos humanos.

P. ¿Qué diferencia hay entre la prudencia como virtud moral y la misma como virtud intelectual?

R. Como virtud intelectual rectifica la razón práctica del hombre en orden a todos los actos humanos. Y como moral, rectifica el dictamen de la misma razón y hace un buen uso de él ordenando lo que se ha de practicar, cómo y de qué modo, en todos los casos particulares.

P. ¿Cuál es el objeto de la prudencia?

R. Rectificar el dictamen de la razón.

P. ¿Cuántos y cuáles son sus actos?

R. Tres, a saber: 1º, discurrir, meditar, buscar, inventar lo que conviene hacer en todos los casos particulares; 2º, sobre todo cuanto se ha buscado y encontrado, juzgar lo que sea más útil y acomodado a las circunstancias; y 3º, mandar poner en práctica aquello que se ha encontrado más útil, y se ha juzgado y creído más conveniente al fin propuesto.

P. ¿Cuál es el acto principal de la prudencia?

R. El dictamen recto o el mandar.

P. Si la prudencia es una virtud principal, o que, como un punto cardinal, tiene otras muchas virtudes, ¿cuáles son éstas?

R. Las virtudes que van unidas con las cuatro principales pueden considerarse como partes de ellas: unas como partes integrales o esenciales, otras como potenciales, y otras como virtudes menos principales sujetas a la cardinal.

P. ¿Cuántas y cuáles son las virtudes que son como partes integrales o esenciales de la prudencia?

R. Ocho: memoria, razón, inteligencia, docilidad, solicitud, providencia, circunspección y precaución.

P. Siendo estas ocho virtudes partes como integrales de la prudencia, ¿hay alguna armonía y conexión entre ellas?

R. Sí. Todas se dirigen a un solo objeto, cual es ratificar el dictamen de la razón. Ya hemos dicho que para el recto dictamen de la razón eran necesarios tres actos, esto es: buscar lo que conviene hacer, juzgar qué sea lo más útil de todo cuanto se ha encontrado, y mandar poner en ejecución lo que se ha creído más conveniente para el fin propuesto.

Para rectificar el primer acto sirven: 1º la memoria de todo lo pasado; 2º el conocimiento de todo lo presente, ya proceda de causas contingentes o necesarias; 3º la docilidad en pedir consejo a los otros; 4º la solicitud o la eustoquia, la cual consiste en encontrar pronta y fácilmente medios proporcionados al fin propuesto por la razón. Por lo pasado y presente, y por lo que otros nos han dicho o aconsejado, conjeturamos de lo que conviene hacer en lo futuro y en los casos particulares.

Para el segundo acto sirve la razón o el raciocinio. Discurriendo sobre todos los medios que se nos han presentado y comparando unos con otros, juzgamos del que es más directo y acomodado al caso particular.

Para que la razón recta mande poner en ejecución el medio que se ha encontrado más útil y que se ha juzgado más conveniente, son necesarias tres cosas: 1º que todo cuanto se ordena sea acomodado al fin propuesto; 2º a esto sirve la providencia; 3º que en la ejecución se atienda a las circunstancias del negocio, esto lo hace la circunspección. Por último, que evite los obstáculos, que allane las dificultades y que venza los impedimentos que pueden presentarse en la ejecución del medio que se ha encontrado, propuesto y juzgado más conveniente al fin que se intenta.

P. ¿Cuáles y cuántas son las partes de la prudencia que el angélico maestro santo Tomás llama subjetivas?

R. Estas son virtudes sujetas a la principal o cardinal, diferentes en especie las unas de las otras. Bajo esta consideración las partes subjetivas de la prudencia son: 1º prudencia individual, que es aquella que rige a un individuo; 2º prudencia social que rige una multitud: ésta se subdivide en militar, económica, regnativa y política.

La militar dirige un ejército en las batallas, la económica ordena las familias, la regnativa a un príncipe, y la política a los súbditos en una ciudad, reino o imperio.

P. ¿Cuántas y cuáles son las virtudes adjuntas a la virtud cardinal de la prudencia que se llaman potenciales?

R. Estas son virtudes que perfeccionan la principal en ciertos actos secundarios y sobre materias que no tienen toda la esencia de virtud. De éstas, la prudencia tiene tres, que son: la eubulia, la sínesis y la gnome.

P. ¿Qué son estas tres virtudes?

R. La eubulia rectifica al hombre y hace que tenga y dé un buen consejo; la sínesis le ayuda a rectificar su juicio en todo cuanto debe hacer en casos particulares; la gnome se distingue de la sínesis en que ésta juzga según las reglas ordinarias y comunes de la prudencia, y aquélla, en ciertos casos particulares imprevistos y que están fuera de los alcances de las reglas comunes; juzga por principios más altos y rige la misma prudencia por reglas superiores.

P. ¿Cuáles son los vicios opuestos a la prudencia?

R. A la prudencia, como a todas las demás virtudes morales, se oponen vicios unos por exceso, otros por defecto. Los que tiene la prudencia por defecto son: la imprudencia, la precipitación, la temeridad,  la inconsideración, la inconstancia y la negligencia.

Puede uno ser imprudente o por malicia, despreciando las reglas de la prudencia, o por negligencia, dejando de practicarlas para el acierto del negocio que le ocupa. Si pasa a la ejecución de un negocio sin buscar antes un buen consejo sobre él, hay precipitación.

Hay inconsideración, si no se busca o se desprecia todo aquello que puede servir para rectificar el juicio sobre lo que se ha de practicar. La precipitación falta al buen consejo; la inconsideración, al juicio recto; y la inconstancia falta o en no ejecutar lo que se ha creído o juzgado conveniente, o en abandonar el acto en medio de la empresa.

P. ¿La negligencia es un vicio que peca por defecto contra la prudencia?

R. Sí. La negligencia se opone a la prudencia o por desprecio de las reglas prescritas por esta virtud para el acierto de todos los negocios, o por falta de la debida solicitud en buscar un buen consejo y formar un juicio recto sobre lo que conviene hacer.

P. ¿Qué vicios se oponen a la prudencia por exceso?

R. La prudencia de la carne, la astucia, el engaño, el fraude, la demasiada solicitud de los bienes temporales y la solicitud viciosa sobre el porvenir.

P. ¿Qué es prudencia de la carne?

R. La verdadera prudencia tiene por fin ordenar las acciones del hombre según la razón. La falsa, tiene otro fin perverso, cual es las comodidades del cuerpo; y si el hombre ordena a este objeto, como a su fin último, las acciones de su vida, esta prudencia es carnal.

P. ¿Qué es astucia?

R. Así como la prudencia de la carne ordena la vida del hombre a un fin malo, o que no es bueno sino en apariencia, como al último fin, la astucia se sirve de medios no sinceros sino falsos y disimulados para obtener un fin, sea éste bueno o malo.

P. ¿Qué es dolo o engaño?

R. La ejecución, ya por palabras ya por obras o de cualquier otro modo, de estos medios falsos y disimulados que la astucia ha inventado para obtener un fin.

P. ¿Qué es fraude?

R. La ejecución por obras de este mismo medio.

P. ¿La demasiada solicitud de las cosas temporales es un vicio opuesto a la prudencia?

R. Sí.

P. ¿En qué?

R. La solicitud de que se sirve la prudencia puede ser viciosa por tres motivos: 1º Puede buscar las cosas temporales constituyendo en ellas su último fin: esto está prohibido por aquello del evangelio «No seáis solícitos, etc.» [Mt 6,25; Sal 55,23; 1 Tm 6,8]. 2º. Poniendo en ellas un estudio y un cuidado tal, que retraiga el espíritu de las cosas espirituales. El cuidado de lo temporal no debe hacernos olvidar lo eterno, contra esta misma solicitud está escrito: «La solicitud del siglo sofoca la palabra» [Mc 4,19]. 3º. Por parte del temor vano, de que haciendo lo que podamos, nos falte lo necesario.


Este vano temor está condenado: 1º. Porque si Dios hace lo más que es cuidar de la vida, hará lo menos que es conservarla; 2º. Siendo nosotros más nobles que los animales y alimentando Dios a éstos, no debemos temer nos falte lo necesario; 3º. Siendo Dios próvido, es propio de los gentiles, que no tienen fe, el temor de que nos falte lo necesario; bien entendido que hemos de hacer lo que está de nuestra parte para procurarnos la subsistencia.


(Tomado de "Catecismo de las virtudes", Francisco Palau)

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