Objeciones por
las que parece que Dios no existe:
1. Si uno de los contrarios es
infinito, el otro queda totalmente anulado. Esto es lo que sucede con el nombre
Dios al darle el significado de bien absoluto. Pues si existiese Dios, no
existiría ningún mal. Pero el mal se da en el mundo. Por lo tanto, Dios no
existe.
2. Lo que encuentra su razón de ser en
pocos principios, no se busca en muchos. Parece que todo lo que existe en el
mundo, y supuesto que Dios no existe, encuentra su razón de ser en otros
principios; pues lo que es natural encuentra su principio en la naturaleza; lo
que es intencionado lo encuentra en la razón y voluntad humanas. Así, pues, no
hay necesidad alguna de acudir a la existencia de Dios.
Contra esto: está lo que se dice en
Éxodo 3,14 de la persona de Dios: Yo soy el que soy.
Respondo: La existencia de Dios puede
ser probada de cinco maneras
distintas.
La primera y más clara es la que se deduce
del movimiento. Pues es cierto, y lo perciben los sentidos, que en este mundo
hay movimiento. Y todo lo que se mueve es movido por otro. De hecho nada se
mueve a no ser que en cuanto potencia esté orientado a aquello para lo que se
mueve. Por su parte, quien mueve está en acto. Pues mover no es más que pasar
de la potencia al acto. La potencia no puede pasar a acto más que por quien
está en acto. Ejemplo: el fuego, en acto caliente, hace que la madera, en
potencia caliente, pase a caliente en acto. De este modo la mueve y cambia.
Pero no es posible que una cosa sea lo mismo simultáneamente en potencia y en
acto; sólo lo puede ser respecto a algo distinto. Ejemplo: Lo que es caliente
en acto, no puede ser al mismo tiempo caliente en potencia, pero sí puede ser
en potencia frío. Igualmente, es imposible que algo mueva y sea movido al mismo
tiempo, o que se mueva a sí mismo. Todo lo que se mueve necesita ser movido por
otro. Pero si lo que es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro,
y éste por otro. Este proceder no se puede llevar indefinidamente, porque no se
llegaría al primero que mueve, y así no habría motor alguno pues los motores
intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor. Ejemplo: Un
bastón no mueve nada si no es movido por la mano. Por lo tanto, es necesario
llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. En éste, todos reconocen a
Dios.
La segunda es la que se deduce de la causa
eficiente. Pues nos encontramos que en el mundo sensible hay un orden de causas
eficientes. Sin embargo, no encontramos, ni es posible, que algo sea causa
eficiente de sí mismo, pues sería anterior a sí mismo, cosa imposible. En las
causas eficientes no es posible proceder indefinidamente porque en todas las
causas eficientes hay orden: la primera es causa de la intermedia; y ésta, sea
una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si se quita la causa,
desaparece el efecto, si en el orden de las causas eficientes no existiera la
primera, no se daría tampoco ni la última ni la intermedia. Si en las causas
eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no existiría la primera
causa eficiente; en consecuencia no habría efecto último ni causa intermedia; y
esto es absolutamente falso. Por lo tanto, es necesario admitir una causa
eficiente primera. Todos la llaman Dios.
La tercera es la que se deduce a partir de
lo posible y de lo necesario. Y dice: Encontramos que las cosas pueden existir
o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es
posible que existan o que no existan. Es imposible que las cosas sometidas a
tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva en sí mismo la posibilidad
de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas llevan en sí
mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero
si esto es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no
empieza a existir más que por algo que ya existe. Si, pues, nada existía, es
imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y esto
es absolutamente falso. Luego no todos los seres son sólo posibilidad; sino que
es preciso algún ser necesario. Todo ser necesario encuentra su necesidad en
otro, o no la tiene. Por otra parte, no es posible que en los seres necesarios
se busque la causa de su necesidad llevando este proceder indefinidamente, como
quedó probado al tratar las causas eficientes (núm. 2). Por lo tanto, es
preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su
necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás.
Todos le dicen Dios.
La cuarta se deduce de la jerarquía de
valores que encontramos en las cosas. Pues nos encontramos que la bondad, la
veracidad, la nobleza y otros valores se dan en las cosas. En unas más y en
otras menos. Pero este más y este menos se dice de las cosas en cuanto que se
aproximan más o menos a lo máximo. Así, caliente se dice de aquello que se
aproxima más al máximo calor. Hay algo, por tanto, que es muy veraz, muy bueno,
muy noble; y, en consecuencia, es el máximo ser; pues las cosas que son
sumamente verdaderas, son seres máximos, como se dice en II Metaphys. Como
quiera que en cualquier género algo sea lo máximo, se convierte en causa de lo
que pertenece a tal género -así el fuego, que es el máximo calor, es causa de
todos los calores, como se explica en el mismo libro —, del mismo modo hay algo
que en todos los seres es causa de su existir, de su bondad, de cualquier otra
perfección. Le llamamos Dios.
La quinta se deduce a partir del
ordenamiento de las cosas. Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento,
como son los cuerpos naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar
observando cómo siempre o a menudo obran igual para conseguir lo mejor. De
donde se deduce que, para alcanzar su objetivo, no obran al azar, sino
intencionadamente. Las cosas que no tienen conocimiento no tienden al fin sin
ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha por
el arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas
son dirigidas al fin. Le llamamos Dios.
A las objeciones:
1. Escribe Agustín en el Enchiridio:
Dios, por ser el bien sumo, de ninguna manera permitiría que hubiera algún tipo
de mal en sus obras, a no ser que, por ser omnipotente y bueno, del mal sacara
un bien. Esto pertenece a la infinita bondad de Dios, que puede permitir el mal
para sacar de él un bien.
2. Como la naturaleza obra por un
determinado fin a partir de la dirección de alguien superior, es necesario que
las obras de la naturaleza también se reduzcan a Dios como a su primera causa.
De la misma manera también, lo hecho a propósito es necesario reducirlo a
alguna causa superior que no sea la razón y voluntad humanas; puesto que éstas
son mudables y perfectibles. Es preciso que todo lo sometido a cambio y
posibilidad sea reducido a algún primer principio inmutable y absolutamente
necesario, tal como ha sido demostrado.
Suma teológica - Parte Ia - Cuestión 2, Artículo 3.
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