Objeciones por las que parece que las
virtudes morales no permanecen después de esta vida.
1. Los hombres en el estado de la
gloria futura serán semejantes a los ángeles, según se dice en Mt 22,30. Pero
es ridículo poner virtudes morales en los ángeles, según se dice en el libro X
Ethic. Luego tampoco en los hombres habrá virtudes morales después de esta
vida.
2. Las virtudes morales perfeccionan al
hombre en la vida activa. Pero la vida activa no permanece después de esta
vida, pues dice San Gregorio en el libro VI Moral.: Las obras de la vida activa
pasan con el cuerpo. Luego las virtudes morales no permanecen después de esta
vida.
3. La templanza y la fortaleza, que son
virtudes morales, pertenecen a las partes irracionales, como dice el Filósofo
en el libro III Ethic. Pero las partes irracionales del alma se corrompen al
corromperse el cuerpo, por ser actos de órganos corporales. Luego parece que
las virtudes morales no permanecen después de esta vida.
Contra esto: se
dice en Sab, 1,15, que la justicia es perpetua e inmortal.
Respondo: Según refiere San Agustín, en
el libro XIV De Trin., Tulio Cicerón sostuvo que las cuatro virtudes cardinales
no permanecen después de esta vida, sino que en la otra vida los hombres son
bienaventurados con el solo conocimiento de la naturaleza, en la cual nada hay
mejor y más amable, añade San Agustín en el lugar citado, que la naturaleza que
creó todas las naturalezas. Pero él mismo afirma después que estas cuatro
virtudes existen en la vida futura, aunque de otro modo.
Para
esclarecimiento de ello hay que tener en cuenta que en estas virtudes hay algo
formal y algo cuasi material. Lo material en estas virtudes es la inclinación
de la parte apetitiva hacia las pasiones u operaciones según un modo
determinado. Pero como este modo lo determina la razón, de ahí que lo formal en
todas las virtudes sea el orden mismo de la razón.
Así, pues, hay
que decir que estas virtudes morales en la vida futura no permanecen en cuanto
a lo que hay de material en ellas, porque en la vida futura no tendrán lugar
las concupiscencias y delectaciones de la alimentación y del sexo, como tampoco
habrá temores y audacias de cara a los peligros de muerte, ni distribuciones y
cambios de las cosas que se usan en la vida presente. Pero en cuanto a lo que
hay de formal en ellas, permanecerán en estado perfectísimo en los
bienaventurados después de esta vida, en el sentido de que la razón de cada uno
será rectísima respecto de aquellas cosas que le conciernen a él en aquel
estado, y la facultad apetitiva se moverá totalmente de acuerdo con el orden de
la razón en las cosas concernientes a aquel estado. De ahí que San Agustín
diga, en el lugar citado, que la prudencia se dará allí sin peligro alguno de
error; la fortaleza, sin la molestia de tolerar los males; la templanza, sin la
rebelión de las concupiscencias. De modo que a la prudencia corresponderá no
anteponer ni equiparar bien alguno a Dios; a la fortaleza, adherirse a El
firmísimamente; a la templanza, no deleitarse en defecto dañoso alguno. En
cuanto a la justicia es más fácil ver qué acto tendrá allí, a saber, estar
sometido a Dios, ya que también en esta vida pertenece a la justicia estar
sometido al superior.
A las objeciones:
1. El Filósofo habla allí de estas
virtudes morales en cuanto a lo que hay de material en ellas, como son los
cambios y los depósitos en la justicia; los terrores y los peligros en la
fortaleza; las concupiscencias malsanas en la templanza.
2. Cosa parecida hay que responder a la
segunda objeción, pues las cosas concernientes a la vida activa constituyen el
elemento material de las virtudes.
3. El estado del hombre después de esta
vida es doble: uno, antes de la resurrección, cuando las almas estarán
separadas de sus cuerpos; otro, después de la resurrección, cuando las almas se
unirán de nuevo a sus cuerpos. Pues bien, en el estado de resurrección habrá
facultades irracionales en órganos corporales tal como existen ahora, de modo
que podrá haber fortaleza en el apetito irascible y templanza en el apetito
concupiscible, en cuanto que una y otra facultad estarán perfectamente
dispuestas a obedecer a la razón. Pero en el estado anterior a la resurrección
las partes irracionales no existirán en acto en el alma, sino tan sólo
radicalmente en la esencia de la misma, según se ha dicho en la primera parte
(q.77 a.8). En consecuencia, tampoco estas virtudes existirán en acto a no ser
en su raíz, esto es, en la razón y en la voluntad, donde existen ciertas
semillas de estas virtudes, según queda dicho (q.63 a.1). Pero la justicia, que
reside en la voluntad, permanecerá incluso en acto. Por eso de ella
especialmente se ha dicho (arg. en contrario) que es perpetua e inmortal: tanto
por razón del sujeto, ya que la voluntad es incorruptible, como por la
semejanza del acto, según se ha dicho antes.
Suma Teológica: Parte I-IIae - Cuestión 67. Artículo 1.
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