domingo, 18 de abril de 2021

La verdad y los conceptos

 

En anteriores entradas nos hemos referido a la importancia de las definiciones en la vida de la inteligencia y hemos señalado cómo su abandono está ligado, por un lado, a la pérdida del valor de la inteligencia como facultad de conocimiento, y por otro, a la decadencia socio-cultural que necesariamente viene pareja con el relativismo que se instala cuando la inteligencia es desplazada, ignorada o adulterada.


Quisiéramos hoy insistir en un aspecto de este asunto y es el de las relaciones entre los conceptos, o mejor dicho, entre la capacidad del hombre para abstraer los conceptos universales y necesarios a partir de su experiencia sensible, y la idea de que existe la verdad y puede ser alcanzada por el conocimiento intelectual humano.


Ante todo un poco de terminología. ¿Qué es la verdad? Los medievales decían que la verdad en general puede y debe entenderse como una cierta adecuación entre dos cosas, por un lado el acto de la inteligencia y por otro la realidad de las cosas. Entonces, a partir de esa visión general, distinguían entre la verdad metafísica, la verdad lógica y la verdad moral. La verdad metafísica es la realidad de las cosas, es decir, las cosas mismas (incluido el hombre, por supuesto), tienen una consistencia en el ser, son y son algo, y ese ser algo es fundamento de su ser cognoscibles; o en otras palabras, porque las cosas son y son algo, son cognoscibles, puesto que lo que no existe de ninguna manera es la nada y la nada, nada es, y lo que nada es nada ofrece a la inteligencia más allá de esa misma afirmación de que “no es”. Por otro lado está la verdad lógica que es la verdad que se predica de los conocimientos mismos en cuanto verdaderos, se define como la adecuación entre el conocimiento y la cosa que se conoce, o en términos técnicos, adaequatio intellectus ad rem. Un conocimiento es verdadero cuando lo afirmado en dicho acto de conocimiento se corresponde con la realidad, Si decimos “está lloviendo”, y efectivamente resulta que está lloviendo, entonces dicho conocimiento es verdadero. Se trata de un conocimiento medido por la realidad de las cosas, la verdad lógica depende de la verdad metafísica. Y por último la verdad moral que es la verdad de nuestras palabras, de lo que decimos. Su contrario es la mentira. Aquí interviene un factor moral personal, puesto que quien miente tiene la intención de engañar, es decir, sabe que lo que dice es falso y aun así lo dice por alguna motivación subjetiva.


Ahora bien, los conceptos y las definiciones son la manera que tiene la inteligencia de expresar la verdad, de concebir en sí la realidad y expresarla. Un concepto es la imagen inteligible de la cosa, como cuando empleamos el concepto hombre (animal racional), estamos aprehendiendo y expresando la realidad esencial de todos y cada uno de los miembros de esa especie. De tal manera que “hombre” no es solo una palabra usada para referirnos a un conjunto de individuos que se asemejan, sino que estamos ante la posesión inmaterial e intencional de aquello común a todos los individuos que caen bajo dicho concepto. A partir de los conceptos formamos definiciones y a partir de las definiciones de cada concepto se establecen entre ellos relaciones lógicas que tejemos en predicados, juicios y razonamientos. Es la esencia de la vida de nuestra inteligencia.


Entonces pregunto, ¿qué pasa cuando la sociedad olvida estas verdades sobre la vida íntima y propia de la inteligencia y las reemplaza por concepciones utilitaristas, nominalistas y relativistas? El utilitarismo es defiende la utilidad sobre la verdad, lo bueno y verdadero es lo útil, lo verdadero es solo otro nombre para lo útil, y si un concepto, juicio o “verdad” no es útil, pues concluyen que ha de ser porque no es verdadero. El nominalismo afirma que los conceptos no expresan esencias de las cosas, sino que son solo palabras usadas por economía mental para agrupar cosas que vemos se parecen. Y el relativismo es la afirmación de la inexistencia de la verdad, para defender únicamente la existencia de posturas, perspectivas y opiniones, tan cambiantes como los sujetos mismos y tan válidas unas como otras.


Pregunto de nuevo, ¿qué pasa cuando la visión que expusimos arriba es reemplazada por las corrientes mencionadas en el párrafo anterior?

 

¿Se animan a compartir sus reflexiones en los comentarios?

 

 

Leonardo Rodríguez V. 

  

1 comentario:

Unknown dijo...

Solo darle gracias por su trabajo es muy esclarecedor digno de conservarse con su permiso, yo los copia y pego y lo guardo en mi biblioteca digital, claro con referencia ilustrativa de su autor
Este comentario vale para toda el trabajo en esta su pagina

Saludos desde Guadalajara, Jalisco México