jueves, 24 de noviembre de 2011

¿Por qué se acepta la evolución?


Por las mismas razones que se aceptó el marxismo científico: porque era necesario construir una fe en él para que fuera creíble, ya que nada demostraba que lo fuera. Y no exagero. En el materialismo dialéctico se sostiene que la vida es sólo una forma particular del movimiento de la materia.


No sobra afirmar que el gran triunfo comunista sobre las sociedades capitalistas fue en lo cultural, no en lo económico, y me temo que el tal evolucionismo es más un tema cultural e ideológico que propiamente científico, como quedará demostrado en las páginas que siguen. 

Aparte de lo anterior, una importante razón por la cual la mayoría de personas hoy en día acepta la teoría de la evolución es porque ella se enseña en el sistema escolar como un hecho cierto y comprobado. Los libros de ciencias sociales promueven, indefectiblemente, este punto de vista y el estudiante no tiene oportunidad de que se le exponga el contrario, ni se le analicen los hechos a la luz de la evidencia y el método propio de las ciencias empíricas.

Otra razón de peso es la presión de grupo que ejerce una notable influencia en los estudiantes y las personas, en general. Esto hace que las convicciones personales no se expongan ni se discutan, pues existe el temor reverencial de caer en el ridículo. Muchas veces el estudiante arriesga la burla académica, o las malas notas, si su profesor no comparte sus puntos de vista. Este fenómeno se repite en la universidad y en los centros de educación superior.

La cuarta razón es que el evolucionismo es compartido por todas las disciplinas  científicas, y aun la historia y la filosofía. Los libros, los textos, las revistas, las películas y los programas de televisión hacen referencia a ella como un hecho incuestionable.  No con poca frecuencia oímos frases como “cuando la vida surgió de los océanos”, o  “cuando el hombre evolucionó de los simios”, frases que nos condicionan en nuestro  modo de pensar y ver el mundo.

La quinta y más importante razón es la aceptación que esta teoría ha ganado en  los círculos cristianos. Es evidente que la religión ha soltado las amarras que antes mantenía en estas materias que antes se regían  por lo que se decía en las Escrituras. Por  ejemplo, The New Catholic Encyclopedia, un libro singularmente autorizado, dice: “La evolución general, aun en el cuerpo del hombre, es el recuento científico más probable  de los orígenes (de la vida)”.

Así mismo, en un encuentro de especialistas en el Vaticano, 12 científicos católicos llegaron a la siguiente conclusión: “Estamos convencidos,  según nos dice una masiva evidencia, de que la aplicación del concepto de la evolución  al hombre y a otros primates está más allá de toda seria disputa”.

Hacia el final veremos que en un reciente congreso católico al  que asistieron docenas de científicos, se llegó a la conclusión contraria. El padre Ramón Lucas Lucas, L.C., en su libro, El hombre espíritu encarnado, también acoge sin reparo los argumentos científicos, y sin contrastarlos, cotejarlos, o evaluarlos, afirma: “El hecho de la evolución es aceptado actualmente por casi todos los estudiosos, y cuenta a su favor con argumentos de la paleontología, de la anatomía comparada, de la biogeografía y de la embriología”.

Pero una interesante evaluación hecha por la misma  Catholic Encyclopedia, nos  alerta:
“...No existe el más mínimo rastro de evidencia paleontológica a favor de un despertar espontáneo de masa protoplásmica hasta la era cámbrica”.

Y continúa: “En general, debe ser dicho que la ley biogenética del desarrollo es escasamente algo más que una petición de principio”.

 Y también afirma: “El argumento biogeográfico es muy complejo... y tiene serios defectos”.

Y como conclusión general, esta reputada enciclopedia propone: 

1.  El origen de la vida es desconocido a la ciencia. 

2.  El origen de  los principales tipos orgánicos y sus principales subdivisiones son también desconocidas a la ciencia.

3. No hay evidencia alguna que favorezca una evolución ascendente de las formas orgánicas.

4.  No hay ningún rastro de siquiera un argumento probable que favorezca el origen animal del hombre. Los fósiles más antiguos y los más antiguos rastros culturales apuntan a un verdadero Homo Sapiens tal como lo conocemos hoy.

5.  La mayor parte de las llamadas especies y géneros sistemáticos no fueron creados tales, sino que se originaron por un proceso de evolución gradual o a saltos. Los cambios que se extienden más allá del rango de las variaciones observadas en la especie humana no han sido hasta la fecha demostrados ni experimental ni históricamente.

6.  Se sabe muy poco de las causas de la evolución. La mayor dificultad es explicar el origen y permanencia de los “nuevos” tipos y la teleología del proceso. La “selección natural” de Darwin es solamente un factor negativo. La influencia moldeante del ambiente no  se puede poner en duda, pero en el presente no podemos aseverar hasta qué punto esa influencia se extiende. La “herencia de características adquiridas” de Lamarck no se ha demostrado, ni es evidente que nuevos tipos surjan de las mutaciones...

¿Por qué una enciclopedia de tanta reputación se atreve a llegar a tan sorprendentes conclusiones, después de una detallada investigación de toda la evidencia científica presentada hasta la fecha? ¿Por qué los mismos biólogos evolucionistas, pese a creer en que la evolución es un hecho, andan  con tanta cautela a la hora de afirmar los hechos o de decir que los hechos mismos la demuestran? ¿Por qué en cambio, los autores de textos de enseñanza inferior o superior se empeñan en afirmar categóricamente lo que no es afirmado tan categóricamente por los especialistas? Pues bien, pese a todas las dudas, los filósofos y especuladores de la ciencia, los bioéticos, y especialistas en antropología filosófica, los formadores de los niños, y en general, las personas interesadas en que así sea, siguen presentando argumentos de autoridad —con escasísima autoridad— que son, de todas maneras, determinantes en la aceptación de una teoría que no tiene fundamentos sólidos que la sostengan. 

Hay, evidentemente, un claro interés en estar más del lado de la ideología que de la ciencia misma.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Una pregunta....VOS SOS BOLUDO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!