No parece tener fin el tsunami de abusos sexuales cometidos por miembros indignos del clero católico. Es, naturalmente, lamentable que eso ocurra, y más que lamentable es vergonzoso y solo podemos pedir y esperar que la ley de cada país actúe y los culpables paguen.
Por otra parte, no deja de ser curioso que se pase por alto en los medios de comunicación el hecho evidente de que muchos de los abusos son cometidos por pedófilos y homosexuales que se han infiltrado en la iglesia con el fin de tener un margen amplio de acción para vivir con cierta comodidad y libertad su particular "estilo de vida". Es verdad que la iglesia ha fallado en sus procesos de selección de los candidatos al sacerdocio, pero también es cierto que muchos hacen hasta lo imposible por ingresar en ella para vivir adentro sus propias desviaciones mentales.
Además, resulta igualmente curioso el hecho de que cuando se trata de escándalos sexuales de miembros indignos del clero, repentinamente esta sociedad nuestra, tan podrida precisamente en temas de sexualidad, se vuelve puritana a conveniencia. En medio de una podredumbre sin igual en temas sexuales, esta sociedad se lanza hipócritamente contra los sacerdotes que faltan a sus compromisos y deberes; y dicho linchamiento se hace con tal saña que pareciera que quienes lo realizan son representantes de una sociedad pura y cristalina, con autoridad moral suficiente para condenar a los que se desvían de la blancura ética dominante.
Son dos hechos que vale la pena tener en cuenta a la hora de evaluar con objetividad lo que hay detrás de los recientes y lamentables casos de abusos por parte de miembros indignos del clero. Hechos que si se juntan con la consideración de lo dañinas e inexactas que resultan las generalizaciones, pueden ayudar a emitir un juicio más mesurado sobre lo que los medios de comunicación morbosamente se deleitan en presentar cada día.
¡Quiera Dios intervenir pronto en favor de su iglesia!
Leonardo R.
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