jueves, 2 de noviembre de 2017

El punto de partida

Queramos o no, lo sepamos o no, pensemos en ello o no, siempre vivimos con una cierta 'filosofía' de base, una fundamental cosmovisión que da razón íntima del modo que tenemos de ver la vida y de vivirla.

Poco importa que digamos que la filosofía no nos interesa, puesto que independientemente de ello lo cierto es que organizamos nuestra vida y nuestra entera cosmovisión con base en ciertos principios que son propiamente de naturaleza filosófica. Y repetimos, no importa que dichos principios obren de forma implícita o explícita, en uno y otro caso su influencia es igual.

Siendo esto así lo mejor es tratar de hacer explícitos los principios que rigen nuestra vida y nuestra manera de ver las cosas, de opinar sobre las cosas, sobre todo sobre las realidades importantes y trascendentes (Dios, alma, espiritualidad, religión, vida eterna, etc). Ya que de otra forma seremos en cierta manera esclavos de ideas que por no ser conscientes o por influirnos 'desde la sombra' de lo inconsciente, escapan a nuestro control.

Ahora bien, filosóficamente hablando un buen punto de partida sería establecer si somos realistas o idealistas. Porque una cosa es creer que la realidad existe independientemente de nosotros y que nuestra tarea es conocerla como ella es. Y otra bien distinta es creer que lo único a lo cual tenemos acceso es al conjunto de nuestras ideas y no a la realidad misma. Y decimos que ambas posturas son bien distintas puesto que la una implica la existencia de una realidad que no depende de nosotros y la otra implica que en cierta forma el centro del asunto son nuestras ideas, nuestras concepciones sobre la "realidad".

Las consecuencias de una y otra posición en el terreno de la ética, por ejemplo, también son enormemente diferentes, pues de un lado tendremos un orden moral al cual el hombre debe amoldar el uso de su libertad y de otro lado tendremos un orden moral que el hombre mismo construye autónomamente.

Este sería el punto de partida: ¿Realistas o idealistas? 

El hombre moderno es inconscientemente idealista, se considera creador del orden real y sobre todo moral. De allí viene por ejemplo el relativismo triunfante hoy día.

Incluyamos en nuestros momentos de reflexión un espacio dedicado a hacer conscientes las raíces filosóficas de nuestro modo de ver la vida y de vivirla.


Leonardo Rodríguez.


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