Es un gusto presentar en este blog la obra del gran Jaime Balmes; sus libros fueron de los primeros que devoré cuando me dio por estas cosas...lo bueno es que esta edición está en un solo tomo, ya que normalmente se encuentra la obra dividida en varios tomos. Como siempre solo deben dar clic en la imagen.
domingo, 30 de diciembre de 2012
lunes, 24 de diciembre de 2012
Feliz navidad ¡
Quisiera desearle a todos los visitantes de este blog una muy feliz navidad, quiera el buen Dios nacer en todos y cada uno de vuestros corazones.
sábado, 22 de diciembre de 2012
Cuando el pastor se transforma en lobo
“Cuando
el pastor se muda en lobo, toca desde luego al rebaño el defenderse. Por regla,
la doctrina desciende de los obispos al pueblo fiel y los súbditos no deben
juzgar a sus jefes en su fe. Mas hay en el tesoro de la revelación ciertos
puntos esenciales de los que, todo cristiano, por el hecho mismo de llevar tal
título, tiene el conocimiento necesario y la obligación de guardarlos. El
principio no cambia, ya se trate de ciencia o de conducta, de moral o de dogma.
Traiciones semejantes a la de Nestorio, son raras en la Iglesia; pero puede
suceder que los pastores permanezcan en silencio, por tal o tal causa, en
ciertas circunstancias en que la religión se vería comprometida. Los verdaderos
fieles son aquellos hombres que, en tales ocasiones, sacan de su solo bautismo,
la inspiración de una línea de conducta; no los pusilánimes que bajo pretexto
engañoso de sumisión a los poderes establecidos, esperan, para correr contra el
enemigo u oponerse a sus proyectos, un programa que no es necesario y que no se
les debe dar”.
Dom
Guéranger.
(visto en http://statveritasblog.blogspot.com.ar/2012/12/cuando-el-pastor-se-muda-en-lobo.html )
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ARTÍCULOS INTERESANTES
viernes, 21 de diciembre de 2012
Hay que gritar contra el mal
“Creo que uno de los venenos más activos y eficaces con que cuenta el infierno es la mezcla de la verdad y el error, de lo bueno y de lo malo… Yo he gritado contra ese mal, y aún he sufrido por gritar; no me arrepiento de haber gritado: si en este punto tengo que arrepentirme, será de no haber gritado más. La fe se va perdiendo: el liberalismo ha ganado lo indecible y esta espantosa realidad proclama con tristísima evidencia el más completo fracaso de la pretendida concordia entre católicos y liberales. No cabe la tal concordia sin perjuicio del catolicismo”.
Mons. Ezequiel Moreno, Obispo de Pasto, Colombia.
(visto en http://nonpossumus-vcr.blogspot.mx/)
miércoles, 19 de diciembre de 2012
Visitas al blog
Revisando el historial de visitas del blog hemos hallado algo que nos causa interés. El mapa muestra que la mayor parte de las visitas se originan desde los Estados Unidos; como dicen los españoles ¡enhorabuena!.
También quisiéramos agradecerles porque hemos pasado ya de las 35000 visitas, es para nosotros una cifra importantísima, ya que somos conscientes de que el contenido de este blog no goza de "popularidad", por no ser "políticamente correcto".
Muchas gracias a quienes nos visitan, si desean hacer alguna sugerencia será bien recibida.
martes, 18 de diciembre de 2012
DIGNIDAD HUMANA Y REVOLUCIÓN CULTURAL
Nunca antes en la historia se
había insistido tanto en la dignidad humana como fundamento del ordenamiento
jurídico y en la primacía de los derechos inalienables de la persona, pero
también es cierto que nunca en la historia de la juridicidad como ahora se
había olvidado el interés general como límite de ésta.
Se ha pretendido construir una doctrina personalista donde se caricaturiza
su dignidad reduciéndola exclusivamente a la libertad y ésta a la ausencia
de coacción, el deseo o el apetito sin
limitación alguna sería fundamento del derecho, por tanto dentro de tan
sui-generis personalismo la autonomía individual vendría a ser el único valor
fundante del ordenamiento jurídico, sin importar la alteridad como elemento
esencial del derecho o el cumplimiento del deber y menos el bien común.
El derecho a hacer valer como derecho cualquier acto del querer estatal
o individual aunque a veces sea limitado por razones de utilidad, sería el absoluto
relativismo: todos pueden hacer valer como derechos las cosas más extrañas,
contradictorias e incluso absurdas; sin lugar a dudas tendríamos que concluir
que la anarquía sería un derecho. Estamos
abocados ante un inexorable envilecimiento so pretexto de la vigencia de un
nuevo dogma o mejor de una utopía bautizada por algunos como el libre
desarrollo de nuestra animalidad, perfecta caricatura del verdadero
desarrollo de la personalidad que le propone al hombre liberarse incluso de su
propia naturaleza, lo cual ha comportado un rápido proceso de disolución moral
o de envilecimiento colectivo que si no se frena acaba perdiendo todo sentido
el concepto clásico de libertad social como libertad dentro de un orden. Al final, vendrá la guerra de todos contra
todos.
Lo anterior ¿no es acaso el sustento
ideológico del derecho a la dosis personal, al suicidio, al aborto, a la unión
homosexual, a la eutanasia, a la eugenesia, al incesto, a la maternidad
incógnita, a la zoofilia, etc., reconocidos por diferentes tratados
internacionales y por la gran mayoría de los ordenamientos jurídicos nacionales
y justificados en nombre de los nuevos dogmas laicos?.
La tolerancia, el pluralismo y la
no discriminación, a los que toda la sociedad está siendo conducida, ya fuere
mediante los programas estatales implantados por el ministerio de educación y de salud, o ya sea a través de las
decisiones proferidas por la Corte Constitucional en las sentencias que hacen relación al libre
desarrollo de nuestra personalidad. Habiendo
perdido el Estado su dimensión moral, se convierte en un claro promotor del
desorden. Es una auténtica revolución cultural en la que el colegio donde
estudian nuestros hijos, nuestras familias, la empresa donde trabajamos, la
mentalidad, la política, la religión, la moral, el derecho, en síntesis toda
nuestra vida deberá conformarse a esos postulados "políticamente
correctos". Con gran agudeza se lee en el prólogo del texto La Revolución
Cultural, un "smog" que envenena a la familia chilena: "Sí, una
revolución que penetra como un smog en todos los ambientes, contaminando gradualmente
leyes y costumbres, corroyendo los principios, eliminando las nociones del bien
y del mal e implantando una nueva moral atea y relativista y que además prepara el clima jurídico y
publicitario para que se persiga a quienes le opongan alguna resistencia",
se
trata de un programa de desconstrucción de los restos de la sociedad de
inspiración cristiana, para imponer un modelo relativista en lo ideológico y
amoral en las conductas, su fundamento doctrinario se encuentra en una
peculiar interpretación de los derechos humanos, haciendo total abstracción de
la enseñanza de la iglesia y de la índole cristiana de nuestro pueblo. Desde
luego, todo lo anterior ejecutado por la dictadura de los tolerantes quienes
están practicando una cirugía social de gran envergadura, cercenando la raíz
cristiana de nuestra sociedad e imponiendo
un pansexualismo freudiano demoledor de la familia y de todas nuestras
tradiciones.
Sin tapujos, Rodolfo Llopis, diligente
del PSOE, en los años de la II República española, reconoce la agenda que el
socialismo ha diseñado sobre el tema:
"Para mí no hay revolución
simplemente porque se lleve a efecto un cambio de régimen político. Ni siquiera
hay revolución cuando junto al cambio político hay un cambio social. Para mí,
el ciclo revolucionario no termina hasta que la revolución no se haga en las conciencias...
hay que apoderarse del alma de los niños".
Después vendría —hoy lo vivimos
en nuestra política— lo que proponía el pensador italiano Antonio Gramsci:
marxistizar al hombre interior sin violencia o derramamiento de sangre, no importa conquistar las calles y
ciudades, lo que se debe conquistar es la mente de la sociedad civil, sobre
todo en Hispanoamérica y en el sur de Europa, se deben deconstruir todos los
hábitats, las costumbres y las instituciones sociales donde el catolicismo
romano ha guiado más profundamente el pensamiento y las acciones de la generalidad
de las poblaciones y eso se ha cumplido al pie de la letra, por los organismos
estatales y judiciales mencionados.
Es necesario, en cumplimiento de los cometidos de la revolución
cultural, alterar esa mente, convertirla en su opuesto en todos sus detalles,
de manera que se convirtiera no simplemente en una mente no cristiana sino en
una mente anticristiana. Tales metas se han logrado por medio de una revolución
tranquila y anónima en nombre de la dignidad y de los derechos del hombre y en
nombre de la autonomía y libertad con respecto a las restricciones exteriores.
La ideología de los derechos
humanos que impera en la hora presente acaba impulsando la liberación absoluta
del hombre, de toda clase de dominaciones y potestades, incluso las constitucionales.
En su origen, el hombre liberal se independiza
no sólo de los reyes y de los privilegios, sino básicamente de Dios, de su ley
y de la religión, luego de los desigualdades materiales y en la hora presente
buscan liberarnos de todo aquello que limite la autonomía, empezando por
nuestro cuerpo, es la primacía del cuerpo individual, a que la razón ahora se
somete. Hoy, los blancos favoritos de la revolución cultural no son los
cuarteles militares o las instalaciones públicas, como otrora acontecía, hoy
como ya se dijo, es el alma de los niños, en un trasbordo ideológico inadvertido
que se produce de manera imperceptible en toda nuestra cultura. La toma del
palacio de invierno decía el mismo Gramsci refiriéndose al poder político es lo
último, antes deberá preceder la toma de la cultura, nuestro inefable Nicolás
Gómez Dávila lo resume en una de sus extraordinarias sentencias doctas o
escolios como popularmente se le conocen: "La revolución solo invade palacios
previamente desertados".
ALEJANDRO ORDÓÑEZ MALDONADO
lunes, 17 de diciembre de 2012
La nueva doctrina del Vaticano II
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Apologética,
FSSPX
sábado, 15 de diciembre de 2012
9 consecuencias de la revolución francesa
1.
La destrucción del régimen tradicional
corporativo-feudal.
2.
La consciente descristianización de toda
la cultura y de todas las costumbres.
3.
La colocación del hombre en lugar de Dios,
es decir, un cambio radical en la cosmovisión: el paso del teocentrismo bíblico
tradicional al antropocentrismo pagano y, poco después, a un antropocentrismo
radicalmente ateo, absolutista y autosuficiente.
4.
Como consecuencia de ello, surge el culto
del hombre y la Declaración de los Derechos Humanos.
5. La introducción del concepto del «contrato
social» como base de la sociedad, junto con el liberalismo y el individualismo,
ideologías aplicadas a todos los aspectos de la vida social, económica, política
y cultural, especialmente en el nuevo orden jurídico.
6.
La adaptación, como régimen político, de
la democracia rousseauniana, en la cual el poder y la soberanía residen en el «pueblo»,
sujeto de la «voluntad general», la cual degenera en un absolutismo tiránico y
despótico y es generadora e inspiradora de las cuatro corrientes del comunismo
revolucionario que aparecen en sucesión cronológica, a saber: la primera, de
Rabaut, aplicada a la cultura (1789), siendo su autor el precursor de Gramsci;
la segunda, del materialismo histórico de Barnave (1792), el precursor efe Karl
Marx; la tercera, de los Rabiosos (1793), precursores de los trotskistas; la
cuarta, la igualitaria de Babeuf (1796), el precursor de Lenin. Todas ellas
desembocan en el totalitarismo.
7.
La radical secularización de la sociedad y
de la cultura, realizada bajo el atrayente lema, sacado del Evangelio, de
Libertad, Igualdad y Fraternidad.
8.
La soberbia pretensión de construir una
sociedad radicalmente secular, laica, absolutamente autosuficiente, es decir, una
sociedad que prescinda de Dios e, incluso, se declare contra Dios; una
universal Civitas mundi, modernizada con el culto de sus principales
ídolos: de la Razón, de la Ciencia, de la Tecnología y del Bienestar; una Ciudad
(Estado-Mundial) afincada sólo aquí, en la Tierra, en lo temporal, y por tanto
materialista, inmanentista, adoradora de sí misma, y que, llegando al
comunismo, puede alcanzar su plenitud y perfección.
9.
Se trata, pues, de una herencia dinámica,
concebida más bien como una tarea a hacer, a cumplir, a realizar plenamente; un
legado para las generaciones futuras, y que la Revolución francesa realiza sólo
parcialmente, dejando a la posteridad su realización completa, considerándose a
sí misma una Revolución permanente, mundial y universal.
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REVOLUCIÓN
miércoles, 12 de diciembre de 2012
lunes, 10 de diciembre de 2012
EL ABORTO ANTE LA FILOSOFIA TOMISTA
Me han pedido que tocara, en esta
ponencia, el tema del aborto, y me han colocado así ante una curiosa paradoja:
en un Congreso dedicado a la doctrina de Santo Tomás de Aquino tengo que
desarrollar un tema sobre el cual Santo Tomás no ha escrito absolutamente nada.
Por muy desesperante que me resulte esta situación, es un hecho: Santo Tomás no
ha escrito nada acerca del aborto, ni que sea pecado, ni que haya que prohibirlo,
ni que sea lícito en casos extremos, nada de nada. Es que la época en que vivió
le libró de defensores del aborto. Entonces, el aborto no era, ni podía ser, tema
de discusión y, por tanto, el Aquinatense no tuvo necesidad de pronunciarse
acerca de él.
Pero nosotros, hoy en día, no tenemos
este feliz privilegio. Todos hemos tenido ocasión de leer en la prensa,
especializada o no, defensas, no del aborto, por supuesto, sino de la
"interrupción artificial del embarazo", con lo cual hemos comprobado
—una vez más— que hay plumas para todo. Sabemos de gobiernos que han cedido ante
esta campaña, y que han autorizado el aborto, con lo cual hemos comprobado, con
tristeza, que también hay gobernantes para todo. Y esto nos obliga a tocar el tema,
a dar nuestra respuesta a quien quiera oírla, incluso en un Congreso tomista.
Ahora bien, si no disponemos de doctrina
tomista expresa acerca del aborto, sabemos, al menos, cómo la habría expuesto
Santo Tomás, caso de tenerla. Todos sabemos cómo está estructurada la Summa Theologica:
se divide en partes, las partes en cuestiones, y cada cuestión en artículos;
cada artículo, a su vez, también tiene una estructura fija: comienza Santo
Tomás exponiendo la opinión contraria a la suya, con los argumentos en que se
apoya; a continuación (sed contra), aduce una autoridad en favor de su propia
opinión.
Entonces sigue el
"corpus" del artículo, en que Santo Tomás expone y demuestra, con
independencia de lo anterior, su respuesta al planteamiento del artículo.
Luego, por fin, se recogen y se contestan, uno por uno, los argumentos de la parte
contraria (ad primum ergo dicendum quod, ad secundum dicendum quod ..., etc.).
Pues bien, ya que estamos en un Congreso
tomista, vamos a discutir nuestro tema al modo tomista. Vamos a intentar
construir un artículo "Utrum licet aborto" y ver qué resulta de ello.
Comenzaremos, naturalmente, por el
videtur quod. En nuestro caso, tendría que ser algo así como lo siguiente.
"Parece que el poder civil no debe prohibir el aborto", según se
demuestra con los siguientes argumentos:
1. El mundo está superpoblado.
Estamos demasiados. Luego hay que matar a unos cuantos para que los demás
estemos más anchitos
2. Un feto humano es una cosa tan
fea y cabezona que realmente no puede inspirar lástima a nadie. Luego es lícito
matarlo.
3. Además, es una cosa tan tontita
que ni siquiera se da cuenta de cuando la matan. Luego, eso hay que
aprovecharlo.
4. Aunque se diera cuenta, el feto
no puede defenderse, ni oponer resistencia alguna. Por tanto, se puede matar
sin peligro. Luego, es lícito hacerlo.
5. No hay acuerdo entre los teólogos
sobre si el feto tiene o no tiene alma racional. Y en la duda, como todo el
mundo sabe, es mejor matar al reo.
6. El Papa, en cambio, sí ha dicho
repetidas veces que el feto tiene alma racional y que no es lícito matarlo.
Pero como se sabe, el Papa sólo es infalible cuando declara dogmas de fe. En
todo lo demás, lo más probable es que esté equivocado.
7. La prohibición no resuelve nada:
a pesar de ella, seguirán habiendo abortos clandestinos. Luego el problema se
resuelve permitiéndolos, para que se hagan a la luz del día (exactamente igual que
los asesinatos, los robos, etc., etc.).
8. Toda mujer tiene derecho al propio
cuerpo: luego tiene derecho a matar a otra persona
9. En muchas familias humildes, la
llegada de un nuevo hijo impediría adquirir otros bienes necesarios, como un
coche, un televisor, una lavadora, etc. Luego, es absolutamente preciso matar al
hijo.
10. En los países que prohíben el
aborto, hay mujeres que se desplazan a otro para realizarlo. Y es injusto
privar a los médicos nacionales de esta fuente de ingresos, en beneficio de los
extranjeros.
11. Esta actividad de los médicos
no tendría ningún parecido con la de los asesinos a sueldo, en absoluto, claro
que no: sería una actividad legal.
12. También hay que ver el aspecto
humano de la cuestión: ¿Qué haría esa pobre señora con un niño en la casa? ...
13. Hay gobiernos que prohíben el aborto.
Apoyar esta prohibición, allí donde existe, es una actitud
"conservadora". Luego la actitud contraria es "progresista".
Como lo "progresista" es siempre mejor que lo
"conservador", ergo.
14. Por fin, en los países democráticos,
cabe el argumento más sencillo y concluyente de todos: lo quiere la gente,
luego es lícito.
Sed contra: pese a tan numerosos y poderosos argumentos, la Iglesia
Católica ha mantenido siempre que el aborto es un crimen y debe ser prohibido.
Tenemos, pues, planteada la dificultad
y ha llegado el momento de fundamentar nuestra opinión. Santo Tomás aquí diría
"Respondeo dicendum quod ...".
Bien, pues hablando ya en serio,
hay que dejar sentado que no hay ninguna diferencia cualitativa entre matar a
un niño en formación y matar a un niño ya nacido. El niño en formación es un
ser vivo, como tal ser vivo tiene alma, y este alma es humana (dado que no puede
ser de ninguna otra cosa). Ningún biólogo ha conseguido determinar el momento
en que el feto pasa de no ser humano a serlo. Al contrario, cuando estudian la
cuestión sin perjuicios, llegan a la conclusión de que es imposible hallarlo,
salvó el momento de la concepción. En cuanto a los criterios de los biólogos
que a toda costa quieren justificar el aborto, se los nota, a poco que se piense,
especialmente preconcebidos para ello: primero decide uno justificar el aborto
(por motivos confesables o no, pero que no se confesarán), y luego se buscan
razones "científicas". Así son los resultados obtenidos: se ha
propuesto, para distinguir al ser humano de lo que "todavía no lo
es", el criterio de la capacidad de vida autónoma (que tampoco tienen los
niños recién nacidos, ni a los dos años, ni todos los adultos), el de la actividad
racional (a más razón...), etc. Pero la realidad sigue siendo que un feto, aun
sin haber nacido, es tan ser humano como cualquier otro en cualquier otra etapa
de su desarrollo. Y en el fondo, todos nosotros lo sabemos.
Pues bien, si de los gobernantes de
una sociedad humana cabe exigir algo, es que al menos aseguren la supervivencia
de sus miembros hasta donde les sea posible. Luego deben (no
"pueden", deben) prohibir el aborto.
Y ahora, siguiendo con el plan que
nos hemos propuesto, habría que contestar a cada uno de los argumentos
contrarios (ad primum ergo dicendum quod ...). Peto no lo vamos a hacer. En
este caso, no lo creo realmente necesario. Quizá sea mejor decir algo de todos ellos
in genere.
En primer lugar, se me podría
reprochar que al exponer los argumentos abortistas en una forma abiertamente ridícula,
me he facilitado demasiado las cosas; que no he hecho ningún esfuerzo por comprenderlos.
En parte, es cierto; no he hecho este esfuerzo, y además, me niego a hacerlo.
Puedo comprender a una mujer que se hace abortar, como puedo comprender al
señor que colabora con el invasor, que comete un desfalco o que engaña a su
mujer. Todos somos humanos, nadie es perfecto, y el que pueda, que tire la
primera piedra. Ahora bien, al que se pone a teorizar sobre ello, para intentar
demostrar, encima, que está bien, cuando en realidad sabe muy bien que está
mal, a ese, me niego a comprenderlo. De acuerdo, él también puede tener razones
atendibles para actuar de esa forma, desde una mala ideología hasta un buen
sueldo. También a él puedo comprenderlo como persona, pero me niego a extender
esta simpatía a sus razonamientos.
Pero a pesar de esto, el reproche sólo
es verdadero en parte. Una cosa es no manifestar simpatía hacia las razones
adversas, otra muy distinta es deformarlas. Por eso quiero hacer constar que
los argumentos que he expuesto son todos auténticos. No he inventado ninguno, y
supongo que la mayoría de ellos les resultarán conocidos.
Todos ellos han sido expuestos, en
una u otra ocasión, sea en la gran prensa, sea en la prensa especializada,
algunos de ellos incluso por colegas míos, profesores de derecho (lo digo sin
ningún orgullo).
De ahí los he sacado, y no he
citado a sus autores sólo por no hacerles propaganda gratis. Que se la hagan
ellos.
Y también quiero hacer constar que
no he deformado ninguno de estos argumentos. Lo único que he hecho ha sido
condensarlos, reducirlos a su esqueleto lógico y despojarlos de toda la fraseología
pedante o sentimental con que se suelen adobar para hacerlos más "convincentes".
En ocasiones, también, los he completado con premisas que los abortistas,
prudentemente, suelen dejar implícitas.
Pero nada más. El ridículo ha
salido por sí sólo. No es una cualidad añadida; estaba ya allí, sólo que un
poco más disimulado.
Dicho esto, no quiero en absoluto
ignorar o minimizar la parte razonable que puedan tener estos argumentos.
Porque, efectivamente, al estar autorizado el aborto en unos países y prohibido
en otros, crea serias complicaciones; pero de esto sólo se deduce que la
prohibición tiene que ser internacional. Efectivamente, también, la mera prohibición
no es suficiente: continúa habiendo abortos clandestinos, que constituyen un
grave peligro, no sólo para el hijo, sino también para la "madre",
por las prisas, lo rudimentario de las técnicas empleadas, la impericia del
personal que los efectúa, etc. Pero de esto sólo se deduce que toda prohibición
ha de ir acompañada de una eficaz labor de policía, que consiga acabar con esta
manera de ganar dinero.
Por otra parte, no sólo hay que luchar
contra la práctica misma del aborto, sino también contra las causas que lo
hacen posible. Y en esto, las simples medidas de policía, efectivamente,
resultan insuficientes.
Por cierto, el bajo nivel de vida
de una familia, o de un país, no parece ser, por sí solo, un factor decisivo.
Los abortos con salida al extranjero, por ejemplo, se observan exclusivamente en
familias acomodadas. Es más cuestión de impunidad, de ambiente y, por supuesto,
de egoísmo personal Naturalmente, el aumento del nivel de vida no deja por ello
de ser deseable, y los gobernantes deben procurar que se extiendan sus beneficios
al mayor número posible de personas, pero no como medida contra el aborto, sino
simplemente, porque es beneficioso en sí. En cambio, para luchar
específicamente contra el aborto, hay que terminar, en primer lugar, con toda
ilusión de impunidad, y en lo que respecta al ambiente, hay que considerar a la
propaganda abortista como lo que es: apología de un delito penado por la ley.
En cuanto al egoísmo personal, que
es, en el fondo, el principal factor de toda actividad delictiva, es, por desgracia,
imposible erradicarlo con medios jurídicos o políticos. Ahí está el aspecto
humano tan traído y llevado por los partidarios del aborto. Efectivamente, no
todo niño es bienvenido para su madre. Pero ésta tiene que saber que eso no es
suficiente razón para matarlo. Si no, se enterará después. Se lo dirá su propia
conciencia. Y en el "aspecto humano", lo pasará todavía peor. Es
mejor, incluso para la madre, dejar nacer a su hijo. Luego, como último
recurso, puede abandonarlo.
Naturalmente, hacérselo comprender
no es misión del Estado.
Aquí es terreno del médico, del
sicólogo y, sobre todo, de la Iglesia. En cambio, lo que aquí puede hacer el
Estado es tener una red de inclusas satisfactorias y, sobre todo, facilitar los
trámites de la adopción. En efecto, existe en la mayoría de los países europeos
una curiosa paradoja: por una parte, muchas mujeres acuden o desean acudir al
aborto para librarse de niños que no quieren; por otra parte, hay numerosas
parejas que desean adoptar a un niño, peto para hacerlo tienen que comprarlo a
traficantes, en el "mercado negro" o bien acudir, como hacen en
Bélgica, a una especie de servicio de importación de niños hindúes o coreanos. Sería
mucho mejor poder ofrecer a las madres que no desean a sus hijos la seguridad
de que serán bien atendidos y educados.
Aún podría enumerar otras medidas
prácticas que se pueden tomar en relación con nuestro problema, como el fomento
de la construcción de jardines de infancia, una política familiar coherente,
etcétera.
Por lo demás, estas medidas son de
desear aunque no hubiera ningún problema de aborto. Pero lo principal no es
eso. Lo principal es que entendamos todos, gobernantes y súbditos, que de ninguna
manera podemos permitirnos el lujo de autorizar el aborto.
Sí, de acuerdo, en toda vida social
ha de reinar, hasta cierto punto, el egoísmo; extirparlo es imposible. Pero al
menos podemos exigir que se lo circunscriba a límites razonables, y cuando sea
posible, que se le saque provecho. Si se le deja campo hasta admitir que
cualquiera pueda matar a otro por simple capricho, de esa sociedad no podrá
salir nada bueno. A la larga se pudrirá y perecerá a manos de cualquier otra.
Nos enseña la historia —pero nunca acabamos de aprendérnoslo— que una sociedad,
para subsistir, necesita un mínimo de moral social. Quizá se viva más cómodo
sin él, pero se vive menos tiempo. Por eso, hay que conservarlo. Y el legalizar
el aborto, de eso estoy íntimamente convencido, implica descender por debajo del
mínimo tolerable.
Por:
VLADIMIRO LAMSDORFF GALAGANE.
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domingo, 9 de diciembre de 2012
La dictadura de las minorías
He decidido publicar este breve escrito directamente en SCRIBD puesto que estoy teniendo problemas con la redacción directa en blogger.La dictadura de las minorías
viernes, 7 de diciembre de 2012
Libro: "El realismo metódico" Etienne Gilson
Este es un excelente libro sobre el tomismo. El autor defiende un "realismo metódico", frente a los defensores del llamado "realismo crítico", que no es otra cosa que el intento de conciliar el pensamiento tomista con el idealismo de origen cartesiano. Es un texto muy recomendado para los amantes de la sana filosofía.
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TOMISMO
martes, 4 de diciembre de 2012
¿Los tiempos cambian?
Se oye muy a menudo decir que los
tiempos cambian. Esto se oye en medio de debates y polémicas sobre temas como
el aborto, la eutanasia, el “matrimonio” homosexual, la adopción de niños por
parejas homosexuales, etc. los que promueven la aceptación social de estas
prácticas suelen argumentar que tales prácticas son fruto del progreso de la
sociedad. Dicen que hoy la sociedad ha “avanzado”, ha “progresado”, ha “cambiado”,
y por tanto hoy se debe aceptar todo eso. De inmediato, todo aquél que se
oponga a tales “transformaciones” será tildado de anticuado, retardatario,
reaccionario, cavernícola, etc.
De manera que se trata de lo
siguiente: la sociedad cambia y hay que estar al día de tales cambios y no
estorbarlos, porque son fruto del progreso social.
Esto crea en los adversarios de
esos cambios un cierto sentimiento de culpa, porque acaban creyéndose el cuento
de que la sociedad “cambia”, y por tanto terminan creyendo que están estorbando
el cambio y el progreso. Y por otra parte los amigos de los cambios se llenan
siempre la boca repitiendo que ellos, y solo ellos, son los defensores del
progreso y del cambio.
Es increíble pero muchas veces la
argumentación en torno a temas tan importantes acaba reduciéndose a eso, los
unos acusan a los otros de estorbar el “cambio” y el “progreso”, y los así
atacados terminan resignándose a ver cómo sus tesis son combatidas con tan
débiles argumentos.
Pero, ¿es así?; ¿la sociedad “cambia”,
“progresa”, “avanza”, se “transforma”, en el sentido afirmado por los
defensores de los temas arriba mencionados?
Parece que no. A lo mejor una
analogía permitirá explicar mejor lo que queremos decir. ¿Han visto ustedes
cómo de una oruga, se forma una crisálida, y de esta una mariposa? Se trata de
un proceso natural de cambio. Dentro de las potencialidades naturales de la
oruga está su poder de llegar a ser, primero crisálida y finalmente mariposa. Evidentemente
se trata de un proceso de transformación enteramente natural, que brota de la
naturaleza misma de la oruga.
¿Pasa algo semejante con las
transformaciones culturales, tales como el aborto o el “matrimonio” homosexual?
¿La sociedad, por medio de un proceso natural y espontáneo, ha llegado a tales
posturas? La respuesta es un contundente NO.
Cuando se estudia con juicio la historia
de tales transformaciones socio-culturales se descubre que detrás de sus “triunfos”
jurídicos actuales hay una serie de personajes que han luchado por imponer a la
sociedad sus ideas revolucionarias, y se descubre además que tales “ideas” han
sido, casi siempre, consecuencia de sus propios estilos de vida. Biografías
como la de Alfred Kinsey, “padre” (junto a Freud) de la llamada “revolución
sexual”, o la de Margaret Sanger, fundadora de “Planned
Parenthood”, la principal internacional abortista, nos permiten ver que tales
transformaciones NO han sido fruto de una evolución espontánea de la sociedad,
sino que han sido el fruto de un reducido grupo de personas que han luchado por
imponer su visión de las cosas a la inmensa mayoría de la sociedad.
Y cualquiera puede comprobar lo
que decimos. Tomen un tema cualquiera, revolución sexual, hedonismo, aborto,
eutanasia, adopción gay, “matrimonio” homosexual, etc. y busquen cuál fue el
origen del proceso, sus defensores, sus proponentes, etc. lean biografías,
textos de autores defensores de esas corrientes, verán que hay toda una lucha
por llevar esas ideas a la sociedad e irlas imponiendo poco a poco,
estratégicamente, ideas que jamás hubieran brotado por sí solas del corazón de
la sociedad.
De manera que ese argumento tan
usado de que “la sociedad cambia”, “la sociedad ha evolucionado”, “ahora las
cosas son diferentes”, “hay que adaptarse al cambio”, “no hay que ser
anticuados”, etc. carece completamente de valor. Se basa en un sofisma, que
consiste en hacer creer que los cambios han sido naturales y espontáneos,
cuando en verdad han sido imposiciones de pequeños grupos de interesados en
tales transformaciones.
La próxima vez que alguien al ver
que condenas el aborto o el “matrimonio” homosexual, te diga: “las cosas han
cambiado”, respóndele: NO, las cosas NO hubieran cambiado de no haber sido por
las imposiciones ideológicas de ciertas personas, que han luchado por imponer a
la sociedad sus propios “estilos” de vida.
¡Nada de procesos naturales y
espontáneos, pura imposición de grupos organizados y agresivos!
Leonardo Rodríguez.
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