LA VIRTUD DE LA TEMPLANZA
Noción
La palabra templanza
puede emplearse en dos sentidos:
a) Para significar La
moderación que impone La razón en toda acción y pasión (sentido lato), en cuyo
caso no se trata de una virtud especial, sino de una condición general que
debe acompañar a todas Las virtudes morales.
b) Para designar una virtud
especial que constituye una de Las cuatro virtudes morales principales, que
se llaman cardinales (sentido estricto).
En este sentido puede
definirse:
«Una virtud sobrenatural
que modera La inclinación a los placeres sensibles, especialmente del tacto y del
gusto, conteniéndola dentro de los límites de La razón iluminada por La fe».
Expliquemos un poco La
definición:
a) Una virtud sobrenatural.
(Infusa), para distinguirla de la templanza natural o adquirida.
b) Que modera La
inclinación a los placeres sensibles... Lo propio de La templanza es refrenar
Las movimientos del apetito concupiscible -donde reside-, a diferencia de La
fortaleza, que tiene por misión excitar el apetito irascible en La prosecución
del bien honesto.
c) Especialmente del
tacto y del gusto... Aunque La templanza debe moderar todos los placeres sensibles
a que nos inclina el apetito concupiscible, recae de una manera especial sobre Las
propios del tacto y del gusto (lujuria y gula principalmente) que
llevan consigo máxima delectación -como necesarios para La conservación de La
especie o del individuo- y son, por lo mismo, más aptos para arrastrar el apetito
si no se les refrena con una virtud especial que es La templanza estrictamente dicha.
Principalmente recae sobre Las delectaciones del tacto, y secundariamente
sobre Las de los demás sentidos.
d) Conteniéndola dentro
de los límites de La razón iluminada por La fe. La templanza natural o adquirida
se rige únicamente por Las luces de La razón natural, y contiene el apetito
concupiscible dentro de sus límites racionales y humanos; La templanza sobrenatural
o infusa va mucho más lejos, puesto que a Las luces de La simple razón
natural añade Las luces de La fe, que tiene exigencias más finas y delicadas.
Importancia y necesidad
La templanza es una
virtud cardinal que tiene varias otras derivadas o satélites, y en este
sentido es una virtud excelente; pero teniendo por objeto La moderación de los
actos del propio individuo, sin ninguna relación a los demás, ocupa el último lugar
entre Las virtudes cardinales.
Sin embargo, con ser La
última de Las cardinales, La templanza es una de Las virtudes más importantes y
necesarias en La vida del cristiano. La razón es porque ha de moderar, sosteniéndolos
dentro de La razón y de La fe, dos de los instintos más fuertes y vehementes de
La naturaleza humana, que fácilmente se extraviarían sin una virtud moderativa de
Las mismos. La Divina Providencia, como es sabido, ha querido unir un deleite o
placer a aquellas operaciones naturales que son necesarias para La conservación
del individuo o de La especie; de ahí La vehemente inclinación del hombre a Las
placeres del gusto y de La generación, que tienen aquella finalidad alta, querida
e intentada por el Autor mismo de La naturaleza. Pero precisamente por eso, por
brotar con vehemencia de La misma naturaleza humana, tienden con gran facilidad
a desmandarse fuera de Las límites de lo justo y razonable -lo que sea menester
para la conservación del individuo y de La especie en La forma y circunstancias
señaladas por Dios y no más-, arrastrando consigo al hombre a La zona de lo ilícito
Y pecaminoso. Ésta es La razón de La necesidad de una virtud infusa moderativa
de Los apetitos naturales y de La singular importancia de esta virtud en La vida
cristiana o simplemente humana.
Tal es el papel de La
templanza infusa. Ella es La que nos hace usar del placer para un fin honesto y
sobrenatural, en La forma señalada por Dios a cada uno según su estado y
condición. Y como el placer es de suyo seductor y nos arrastra fácilmente más allá
de Las justos límites, La templanza infusa inclina a La mortificación incluso
de muchas cosas lícitas, para mantenernos alejados del pecado y tener perfectamente
controlada y sometida La vida pasional.
Vicios opuestos
Los principales son
dos: uno por exceso, La intemperancia, y otro por defecto, La insensibilidad
excesiva.
A) La intemperancia
-que se manifiesta de muchas maneras, como veremos al estudiar Las pecados opuestos
a Las virtudes derivadas o satélites- desborda los límites de La razón y de La
fe en el uso de Las placeres del gusto (gula) y del tacto (lujuria). Sin ser el
máximo pecado posible, es, sin embargo, el más vil y oprobioso de todos; puesto
que rebaja al hombre al nivel de Las bestias o animales, y porque ofusca como
ningún otro Las luces de La inteligencia humana.
B) La insensibilidad
excesiva, que huye incluso de Las placeres necesarios para La conservación
del individuo o de La especie que pide el recto orden de La razón. Únicamente se
puede renunciar a ellos por un fin honesto (recuperar La salud, aumentar Las fuerzas
corporales, etc.), o por un bien más alto, como es el bien sobrenatural (penitencia,
virginidad, contemplación, consagración a Dios, etc.), porque esto es altamente
conforme con La razón y con La fe.
El crecimiento en La templanza
Lo veremos en sus matices
más importantes al estudiar Las virtudes derivadas o satélites y La definitiva influencia
del don de temor de Dios, que es el encargado de perfeccionar al máximo La
virtud de La templanza.
(Tomado de "Ser o no ser santo, esa es la cuestión", de Royo Marín)