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sábado, 24 de septiembre de 2022

Santoral, en renovada versión digital. (Amabilidad de un lector del blog)

 Es para mí un gusto poder compartir aquí con ustedes un nuevo y valiosísimo aporte del amable lector que ya en otras oportunidades nos ha regalado el fruto de sus esfuerzos. Resulta que desde hace ya un buen tiempo ha venido en forma desinteresada renovando en formato digital algunos tesoros de la literatura católica, y en esta ocasión nos obsequia nada más y nada menos que el famoso santoral de la Editorial Luis Vives, el célebre santoral "Edelvives". Ya hace unos años compartimos aquí este santoral en la versión escaneada que corre por Internet, pero lo que ahora se les ofrece es una versión actualizada, impecable. 

Son 7 tomos, incluyendo uno de fiestas especiales del año litúrgico. Sin duda una verdadera joya y un trabajo impecable.

Dios se lo recompensará.



Tomo 1: ENERO - FEBRERO


Tomo 2: MARZO - ABRIL


Tomo 3: MAYO - JUNIO


Tomo 4: JULIO - AGOSTO


Tomo 5: SEPTIEMBRE - OCTUBRE


Tomo 6: NOVIEMBRE - DICIEMBRE


Tomo 7: FESTIVIDADES DEL AÑO LITÚRGICO









jueves, 27 de noviembre de 2014

Vidas de santos en historietas



En el siguiente link encontrarán una carpeta con muchas vidas de santos en forma de historieta.

https://www.mediafire.com/folder/1x17a21n3t8w3/Vidas_ejemplares


Capturas de pantalla del contenido de la carpeta:








martes, 15 de octubre de 2013

6 volúmenes con las vidas de los santos


Este es un santoral, es decir, una colección de biografías de santos, para leer ojalá en familia. Hoy que se nos proponen tantos falsos modelos a imitar, debemos recuperar como verdaderos modelos a esos hombres y mujeres que la Iglesia reconoce como santos, es decir, como personas grandes por su virtud y su entrega a Dios.










Dar clic en los meses para descargar.

jueves, 3 de octubre de 2013

3 de octubre, Santa Teresita y la infancia espiritual.



LA INFANCIA ESPIRITUAL

 ¿En qué consiste,  pues, este entrar en el camino de la infancia espiritual? En adoptar los sentimientos de los niños y portarse en todo con nuestro Padre celestial, como ellos con su padre terreno. Nuestro Señor de tal modo insistió en el Evangelio sobre la necesidad de hacerse niños para entrar en el reino de los cielos, que tenemos que llegar a esta conclusión "que el divino Maestro quiere expresamente que sus discípulos vean en la infancia espiritual la condición necesaria para conseguir la vida eterna" Muchos tal vez piensen que eso es cosa fácil y que es ir al cielo sin mucho trabajo. 

En realidad, el espíritu de infancia implica un sacrificio costosísimo al orgullo humano, pues consiste en la total negación de sí mismo. "Excluye, decía Benedicto XV, el sentimiento soberbio de sí mismo, la presunción de conseguir por medios humanos un fin sobrenatural y la veleidad engañosa de bastarse a sí mismo en la hora del peligro y de la tentación. Supone una viva fe en la existencia de Dios, un rendimiento práctico a su poder y a su misericordia, un acudir confiado a la Providencia de Aquel que nos da su gracia para evitar todo mal y conseguir todo bien".


Y no creamos que este camino sea de libre elección o que esté reservado para las almas no manchadas nunca con el pecado. Las palabras del Señor son formales y se dirigen a todos sin excepción: "Si no os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Y ¿quién tiene que volverse niño, sino el que ya no lo es? Estas palabras entrañan, pues, la obligación de trabajar por conquistar los dones de la infancia y por volver a practicar las virtudes propias de la infancia espiritual".


(tomado del "año litúrgico" de Don Gueranger)

martes, 12 de marzo de 2013

¡ Una gran alegría !



Es una verdadera alegría que el blog San Miguel Arcangel esté de nuevo en estas trincheras, nuestro amigo Javier Acosta retoma labores en su valioso blog; recomiendo a los lectores de este blog visitarlo y aprovechar los tesoros que en él puedan encontrar.

viernes, 31 de agosto de 2012

BLOG AMIGO




Hola, en la barra lateral izquierda hemos puesto un enlace permanente a un blog que consideramos excelente, se trata del blog: http://bibliotecasanmiguelarcangel.blogspot.com/ 

En él podrán encontrar libros geniales para descargar, libros que ya es prácticamente imposible conseguir hoy en día pero que nuestro amigo Luís Javier, de Argentina, está poniendo a nuestra disposición por medio de un trabajo sumamente meritorio. Para él y para su obra pido vuestras oraciones.

viernes, 10 de agosto de 2012

España 1936-1939. Persecusión a la Iglesia Católica

En el año de 1931 con la proclamación de la segunda República española se inicia para la Iglesia Católica un periodo de sangrienta persecusión que se vuelve enteramente "satánica" a partir de 1936. Durante tres años los católicos españoles, clero y seglares, fueron martirizados de las formas más crueles y despiadadas. El presente documental busca recuperar un poco esa historia tan olvidada por muchos.


viernes, 29 de junio de 2012

San Pedro y San Pablo



SAN PEDRO Y SAN PABLO, APOSTOLES


LA RESPUESTA DE AMOR.


"¿Simón, hijo de Juan; me amas?" He aquí el momento en que se escucha la respuesta que el Hijo del Hombre exigía del pescador de Galilea. Pedro no teme la triple interrogación del Señor. Desde aquella noche en que el gallo fue menos solícito para cantar que el primero de los Apóstoles para renegar de su Maestro, continuas lágrimas cavaron dos surcos en sus mejillas; ha luído el día en que cesen estas lágrimas. Desde el patíbulo en que el humilde discípulo ha pedido le claven cabeza abajo, su corazón generoso repite, por fin sin miedo, la protesta que, desde la escena de las orillas del lago de Tiberíades, ha consumido silenciosamente su vida: "¡Sí, Señor, tú sabes que te amo!”


EL MARTIRIO DE SAN PEDRO.

Miremos también nosotros, pues ha llegado a ser presente ese futuro, y, como en el Viernes Santo, participamos en el desenlace que se anuncia. Participación dichosa, toda triunfal: aquí, el deicida no mezcla su nota lúgubre al homenaje del mundo, y el perfume de inmolación que ahora sube de la tierra, no llena los cielos sino de suave alegría.

Se diría que la tierra, divinizada por la virtud de la hostia adorable del Calvario, se basta a sí misma. Pedro, simple hijo de Adán, y, con todo eso, verdadero Sumo Pontífice, avanza llevando el mundo: su sacrificio va a completar el de Jesucristo, que le invistió con su grandeza; la Iglesia, inseparable de su Cabeza visible, le reviste también con su gloria2. Por la virtud de esta nueva cruz que se levanta, Roma se hace hoy la ciudad santa. Mientras Sión queda maldita por haber crucificado un día a su Salvador, Roma podrá rechazar al Hombre-Dios, derramar su sangre en sus mártires: ningún crimen de Roma prevalecerá sobre el gran hecho que ahora se realiza; la cruz de Pedro le ha traspasado todos los derechos de la de Jesús, dejando a los judíos la maldición; ahora Roma es la verdadera Jerusalén.


EL MARTIRIO DE SAN PABLO.

Siendo tal la significación de este día, no es de maravillar que el Señor la haya querido aumentar aún más, añadiendo el martirio del Apóstol Pablo al sacrificio de Simón Pedro. Pablo, más que nadie, habla prometido con sus predicaciones la edificación del cuerpo de Cristo3; si hoy la Iglesia ha llegado a este completo desenvolvimiento que la permite ofrecerse en su Cabeza como hostia de suavísimo olor, ¿quién mejor que él merecía completar la oblación?' Habiendo llegado la edad perfecta de la Esposa, ha acabado también su obra. Inseparable de Pedro en los trabajos por la fe y el amor, le acompaña del mismo modo en la muerte; los dos dejan a la tierra alegrarse en las bodas divinas selladas con su sangre, y suben juntos a la mansión eterna, donde se completa la unión.

LA FIESTA DEL 29 DE JUNIO.

Después de las grandes solemnidades del año Litúrgico y de la fiesta de San Juan Bautista, no hay otra más antigua y universal en la Iglesia que la de los dos príncipes de los Apóstoles. Muy pronto Roma celebró su triunfo en la fecha misma del 29 de Junio, que los viera subir al cielo. Este uso prevaleció luego sobre el de algunos lugares, que habían puesto la fiesta de los Apóstoles en los últimos días de Diciembre. Fue ciertamente un hermoso pensamiento el hacer así de los padres del pueblo cristiano el cortejo del Emmanuel, a su venida al mundo. Pero, como ya hemos visto, las enseñanzas de este día tienen ellas solas, una importancia preponderante en la economía del dogma cristiano; son el complemento de toda la obra del Hijo de Dios; la cruz de Pedro da estabilidad a la Iglesia, y señala al espíritu de Dios el centro inmovible de sus operaciones. Roma estuvo inspirada cuando, reservando al discípulo amado el honor de velar por sus hermanos cerca del pesebre del Niño Jesús, guardaba el solemne recuerdo de los príncipes del apostolado en el día escogido por Dios para consumar sus trabajos y coronar juntamente con su vida el ciclo de los misterios.

(Tomado del "Año litúrgico" de Gueranger)

jueves, 28 de junio de 2012

28 DE JUNIO - SAN IRENEO




SAN IRENEO, OBISPO Y MÁRTIR


VIDA

Ireneo nació en Asia Menor, tal vez en Esmirna, entre 130 y 135. Allí conoció a San Policarpo, de quien se hizo discípulo. S. Policarpo le contó las relaciones que había tenido con S. Juan y otros muchos que habían visto al Señor. Por esto, es uno de los testigos más dignos de veneración y más seguros de la tradición, y debió ser, gracias a su inteligencia, uno de los más competentes para refutar el gnosticismo. Habiendo venido a las Galias, fue agregado como sacerdote a la Iglesia de Lyon por el Obispo S. Potino. Durante la persecución de 177 sostuvo a los mártires. Los fieles le enviaron a los Papas Eleuterio y Víctor, para tratar de la paz de las iglesias de Oriente, perturbadas por la controversia sobre la fecha de Pascua y por la herejía montañista. Debió de suceder al Obispo S. Potino, y, según algunos, murió mártir, probablemente en 208.


IRENEO Y LA PRIMACÍA ROMANA.

La Iglesia de Lyon presenta en este día a la admiración del mundo, a su gran doctor, el pacifico y valiente Ireneo, lumbrera de Occidente Conviene escucharle dando a la Iglesia madre el célebre testimonio que, hasta nuestros tiempos, ha vivamente contrariado a la herejía y conturbado al infierno; y la eterna Sabiduría ha querido fijar para hoy su triunfo, porque encierra una instrucción muy propia para preparar nuestros corazones para mañana. Oigamos al discípulo de Policarpo, al celoso oyente de los discípulos de los Apóstoles, a aquel a quien su ciencia y sus peregrinaciones, desde la brillante Jonia hasta el país de los celtas, hicieron el más autorizado testigo de la fe de las Iglesias en el siglo segundo. Todas estas Iglesias, dice el Obispo de Lyon, se inclinan ante Roma, la señora y la madre: "Porque con ella, a causa de la autoridad de su origen, deben concordar las demás; en ella, los fieles que existen en todas partes, guardan siempre pura la fe que se les predicó. Grande y digna de veneración por su antigüedad sobre todas, reconocida por todos, fundada por los dos más gloriosos Apóstoles Pedro y Pablo, sus Obispos son, por su sucesión, el canal por donde viene hasta nosotros íntegra la tradición apostólica: de tal manera que todo el que difiere de ella en su creencia, por solo este hecho es condenado."


LA HEREJÍA GNÓSTICA.

La piedra que sostiene a la Iglesia, era por lo mismo inconmovible a los esfuerzos de la falsa ciencia. Y, sin embargo de eso, no era un ataque innocuo el de la Gnosis, herejía múltiple, con sus tramas urdidas en disforme mezcla por los poderes más opuestos del abismo. Diríase que Cristo, para probar el fundamento que había puesto, permitió ensayar contra él el asalto simultáneo de todos los errores que dividían entonces el mundo, o lo destrozarían más tarde. Simón el Mago, envuelto por Satanás en los lazos de las ciencias ocultas, fue elegido por lugarteniente del príncipe de las tinieblas para esta empresa. Desenmascarado en Samaría por Simón Pedro, comenzó contra él una lucha envidiosa, que desgraciadamente no había de terminar a la muerte del padre de las herejías, sino que continuaría más viva en los siglos sucesivos. Saturnino, Basílides, Valentín, inventaron los más tortuosos y extravagantes sistemas, dejando libre curso a los instintos que en torno suyo hacía germinar la corrupción del espíritu y del corazón. En sus sistemas se encierra la reunión de las filosofías, religiones y aspiraciones más contradictorias de la humanidad.

No hay aberración, desde el dualismo persa y el idealismo indostánico, hasta la cábala judía y el politeísmo griego, que no se haya dado la mano en el santuario reservado de la gnosis. Allí se elaboraban ya fórmulas que anuncian las futuras herejías de Arrio y Eutiques. Allí anticipadamente tomaban movimiento y vida, en un extraño cuento panteístico, los más peregrinos sueños vacíos de las metafísicas modernas.

Un dios abismo, que rodaba de caída en caída hasta la materia, para tener conciencia de sí mismo en la humanidad y volver por el aniquilamiento al silencio eterno: tal era uno de los dogmas de la gnosis sobre el que se apoyaba una moral, unas veces rigorista hasta el punto de incitar al suicidio cósmico, y otras mezclando una mística que incitaba a las más impuras prácticas, o abandonaba al hombre a sus pasiones.

EL DEFENSOR DEL DOGMA

San Ireneo fue escogido por Dios para oponer a la Gnosis los argumentos de su poderosa lógica y restablecer contra ella el sentido verdadero de las Escrituras; sobresalió más aún cuando, frente a mil sectas que llevaban abiertamente la señal del padre de la división y de la mentira, hizo ver que la Iglesia guarda piadosamente en todo el mundo la tradición recibida de los Apóstoles. La fe en la Santísima Trinidad que gobierna este mundo, obra suya, y el misterio de justicia y misericordia, que abandonando a los ángeles caídos, ha levantado, incluso a nuestra carne, en Jesús. Tal era el depósito que Pedro y Pablo, los Apóstoles y sus discípulos legaron al mundo: "La Iglesia, pues, atestigua San Ireneo, habiendo recibido esta fe, la guarda diligentemente haciendo como una casa única de la tierra en donde vive dispersa: cree juntamente, con una sola alma y con un solo corazón; con una misma voz predica, enseña y transmite la doctrina, como si tuviese una sola boca. Porque, aun cuando en el mundo son muy diversas las lenguas, esto no impide que la tradición sea una en su savia."


FE Y AMOR.

Unidad santa, fe preciosa depositada como fermento de eterna juventud en nuestros corazones, no te conocen los que se apartan de la Iglesia. Alejándose de ella, pierden a Jesús y sus dones. "Porque donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios; y donde está el Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y toda gracia. Desgraciados los que se separan de ella, no sacan la vida de los pechos nutritivos a los que les invitaba su madre, no apagan su sed en la purísima fuente del cuerpo del Salvador; sino que, lejos de la piedra única, van a beber en el barro de las cisternas cavadas en el lodo fétido, donde no se halla el agua de la verdad”.

"Sofistas repletos de fórmulas y vacíos de la verdad, ¿de qué les servirá su ciencia?" ¡Oh! exclama el Obispo de Lyon, en un arrebato en el que parece se inspirará más tarde el autor de la Imitación, ¡cuánto mejor es ser ignorante o de poca ciencia, y acercarse a Dios por el amor! ¿Qué utilidad reporta el saber y pasar por erudito y ser enemigo del Señor? Por eso decía S. Pablo: La ciencia infla, pero la caridad edifica. No reprobaba él la verdadera ciencia de Dios, porque entonces se habría condenado a sí mismo el primero; sino que veía que algunos, vanagloriándose con el pretexto de la ciencia, no sabían amar. Sí, ciertamente: más vale no saber nada, ignorar las razones de las cosas, y creer en Dios y tener caridad. Evitemos la vanagloria que nos arrebataría el amor, vida de nuestras almas; Jesucristo, Hijo de Dios, crucificado por nosotros, sea toda nuestra ciencia."


(Tomado del "Año litúrgico" de Gueranger)


miércoles, 27 de junio de 2012

27 DE JUNIO





DIA CUARTO DE LA OCTAVA DE SAN JUAN BAUTISTA

CRISTO Y SAN JUAN.

La Octava del Precursor nos reservaba un suplemento luminoso. Imitemos a la Iglesia que, de nuevo, fija hoy su pensamiento en el Amigo del Esposo, porque sabe que así conocerá mejor al Esposo mismo: "Pues, como dice Bourdaloue, hay una unión tan estrecha entre Jesucristo y Juan Bautista que no se puede conocer a uno sin conocer al otro; y si la vida eterna consiste en conocer a Jesucristo, una parte de nuestra salvación consiste en conocer a San Juan'".

MISIÓN Y SANTIDAD DE SAN JUAN.

La sola misión del Precursor le ponía, como hemos visto, por encima de todos los apóstoles y profetas. Mas, ¿cuál era en su persona el heraldo cuya grandeza nos fue manifestada en el día de la fiesta, por la dignidad del mensaje que traía al mundo? Sus cualidades particulares, su propia santidad, ¿responderían a la gran misión que venía a cumplir? La suprema armonía que inspira los decretos eternos y preside su ejecución, no da lugar a duda. Cuando el Altísimo resolvió unir su Verbo a la naturaleza humana, se comprometió a revestir esta naturaleza creada de cualidades divinas que la permitiesen tratar con el nuevo Adán como de igual a igual y llamarle Hijo. Cuando a este Hijo de sus complacencias, a quien quería al mismo tiempo Hijo del Hombre, tuvo que darle una madre, el don de una pureza enteramente digna de su título augusto, quedó asegurado desde entonces a la Madre de Dios. Destinado desde todos los tiempos al más alto servicio del Hijo y de la Madre, encargado por el Padre de revelar al Verbo en el seno de Nuestra Señora, de dar testimonio del Hombre-Dios, de desposarle con la Esposa, ¿se podría dudar de que la santidad de Juan fuese, en los designios de Dios o por su propia culpa, menos incomparable que lo fue su misión? La Sabiduría eterna no se engaña a sí misma; y el elogio sin igual que Jesús hizo de su Precursor cuando éste moría nos muestra claramente que las gracias especiales reservadas para esta alma, fructificaron en toda su plenitud.

PLENITUD DE LA SANTIDAD.

¡Y qué gracias ésas cuyos comienzos nos muestra Juan, tres meses antes de su nacimiento, puesto ya en cumbres que apenas escalan en toda la vida los más santos personajes! Muy por encima de los sentidos y de la razón, de los que aún no había empezado a usar, toma su vuelo; con esa mirada intelectual que no alcanza sino la clara visión de los elegidos, conoce la presencia real de Dios, y, en un éxtasis de adoración y de amor, su primer acto le hace émulo de los Serafines. La plenitud, del Espíritu Santo fue, desde este momento, la herencia del hijo de Zacarías e Isabel: plenitud tan desbordante que, primero la madre y en seguida el padre, quedaron llenos con la superabundancia de su hijo'.

SAN JUAN, CANTOR DE NUESTRA SEÑORA.

Fue, pues, el primero que después de Nuestra Señora reconoció al Cordero de Dios y ofreció su amor al Esposo bajado de los collados eternos; el primero que, penetrando en el misterio de la divina y virginal maternidad, sin separar al hijo de la Madre, adoró a Jesús, ensalzando al mismo tiempo a María, sobre toda criatura. ¡Bendita eres entre todas las mujeres, y "bendito el fruto de tus entrañas! La tradición unánime dice que Isabel, al pronunciar estas palabras, no fue sino el órgano y portavoz de su hijo. Los comienzos de Juan, como testigo de la luz, tienen por objeto a María; para ella es, en su admiración y alabanza, la primera expresión de los sentimientos que le animan; Ángel también él, como le llamaban los profetas, repite y completa el saludo de Gabriel a la dulce Soberana de los cielos y de la tierra Era el arranque de su agradecimiento, plenamente iluminado sobre la intervención de María en la santificación de los elegidos, el grito de su alma, con el que se despertaba a sí mismo a la santidad, al oír las primeras palabras de la Virgen Madre.

MARÍA, EDUCADORA DE SAN JUAN.

Por él, en efecto, había atravesado apresuradamente las montañas después de la visita del ángel; pero Nuestra Señora reserva a Juan otros favores. Silenciosa hasta entonces, delante de este Serafín de quien está segura de ser comprendida, María entona su cántico divino, glorificando a Dios y dando a Juan la entera comprensión del misterio inefable. Así como ha santificado al Precursor de su Hijo, la Madre de Dios debe también ahora formarle e instruirle. El Magníficat es la primera lección del hijo de Isabel: lección incomparable de alabanza divina: lección que da a Juan la comprensión de las Escrituras, la sabiduría del plan divino en toda la sucesión de los tiempos. Durante tres meses, en el angélico secreto de comunicaciones más íntimas aún, continúa esta maravillosa educación.

MARÍA, MEDIADORA PARA SAN JUAN.

¡Oh! sí, podemos decir a nuestra vez, y mejor que los judíos: ¿qué pensáis que será este niño? la dispensadora de los tesoros celestiales guardaba para Juan la primera efusión de estos ríos de gracia, de los que ella había llegado a ser el depósito divino.

El río que sale de la ciudad santa  no se parará nunca, llevando sus incontables arroyos a toda alma hasta el fin de los tiempos; pero su choque impetuoso, en su primer empuje, se ha encontrado con Juan; sin dividirse aún, pasa y vuelve a pasar por esta alma durante tres meses, como si existiese para ella sola. ¿Quién medirá estos torrentes? ¿Quién dirá sus efectos? La Iglesia no lo hace; pero en la admiración que le causa el misterioso crecimiento de Juan a vista de los ángeles, olvidando la debilidad de este cuerpecito ante la madurez del alma que lo habita, exclama el día de la gloriosa Natividad del Precursor: ¡es grande el hombre que Isabel ha dado al mundo! Isabel, la esposa de Zacarías, le ha dado a luz un gran varón: a Juan Bautista, el Precursor del Señor.

(Tomado del "Año litúrgico" de Gueranger)

martes, 26 de junio de 2012

26 de junio



SAN JUAN Y SAN PABLO, MARTIRES

El título de los santos Juan y Pablo.

La antigua basílica de los santos Juan y Pablo, en el monte Celio, es por lo menos desde el siglo tercero, basílica "titular". Tuvo sucesivamente varios nombres: su primer título fué Vizans, luego Pammachius, y desde el siglo VI se la conoce con el de los santos Juan y Pablo.

Antiguamente este edificio era la casa de Vizans, un cristiano rico que, en tiempo de las persecuciones, la puso a disposición de los fieles. Excavaciones hechas en 1887, por el P. Germán, Pasionista, permitieron explorar el subsuelo de esta Iglesia, reconocer las diversas partes de la antigua casa romana, la "confesión", el ábside añadido por Pammachius al fin del siglo IV, y los frescos que datan de León el Grande. En 1588 se trasladaron las reliquias de San Juan y San Pablo, de la cripta a la Iglesia superior, y el cardenal Paolucci, en 1725, las encerró en una urna de pórfido.

Actas del Martirio de los santos Juan y Pablo.

Las Actas nos cuentan que Juan y Pablo, eunucos de Constantino, convirtieron durante una guerra, a su general Gallicano. Este se retiró a Ostia al lado de un hombre santo, Hilarino, con el cual fundó un hospital para los extranjeros. Intimado a sacrificar a los dioses, huyó a Egipto, donde padeció el martirio. Juan y Pablo, llamados al palacio de Juliano el Apóstata rehusaron ir y sacrificar a los dioses. Irritado el emperador, los hizo decapitar en su propia casa y propagó la noticia de que habían sido desterrados. Los energúmenos revelaron el lugar de su sepultura.

La crítica no puede, por desgracia, dar crédito a estas actas, que contradicen a la historia. Juliano no estuvo nunca en Roma; bajo su reinado no hubo ninguna persecución en Occidente; los contemporáneos: San Dámaso, San Jerónimo, San Agustín, no hacen alusión a este martirio, y los hagiógrafos solamente nos han dejado las Actas de dos mártires auténticos del Apóstata, en Oriente: Juventino y Maximino.

¿Quiénes son, pues, estos misteriosos Juan y Pablo? Los historiadores no están acordes: Unos dicen que a pesar de los detalles erróneos, el fondo de las Actas es verídico; otros, como el P. Delehaye, creen que se trata del Apóstol S. Pablo y de S. Juan, el apóstol o el Bautista, cuyas reliquias habrían sido traídas a este lugar; otros juzgan que se trata de mártires que sufrieron bajo Diocleciano y que su descubrimiento los hizo célebres. Es difícil actualmente hablar con certeza sobre estos santos mártires.


ALABANZA A LOS MÁRTIRES.

Unámonos, a pesar de la obscuridad que envuelve la historia de estos mártires, a la alegría de la Iglesia y a la oración que dirige a Dios en este día. La basílica que les está dedicada, es un lugar de peregrinación, frecuentado por gran multitud de fieles en el transcurso de los años. San Pablo de la Cruz y el Bienaventurado Strambi fijaron su morada aquí, y debemos dar gracias a Dios por los beneficios que ha concedido a las almas en este santo lugar.

Las Antífonas del Oficio y los textos de la Misa contienen una gran enseñanza. La Colecta nos recuerda que por encima del parentesco según la carne y la sangre, está el que viene "de la fe y del martirio". La fe es la que nos hace mirar como hermanos a los que la profesan; la que nos hace dulce y agradable su compañía (Gradual); la que nos hace vencer los crímenes del mundo, seguir a Cristo y llegar al reino celestial (Alleluia).

Pidamos a S. Juan y a S. Pablo que nos obtengan de Dios esta misma fe y amor de que nos dan ejemplo, y recitemos en su honor las hermosas Antífonas que les consagra la Liturgia:

En Laudes: "He aquí a los Santos que por amor de Cristo, despreciaron las amenazas de los hombres; santos mártires, gozan con los ángeles en el reino de los cielos; ¡oh! ¡Qué preciosa la muerte de los santos, que caminan siempre en presencia del Señor!: no han sido separados uno de otro."

Al Magníficat: "Estos son los dos olivos, y las dos lumbreras que brillan delante del Señor; pueden cerrar el cielo a las nubes y abrir sus puertas, porque sus lenguas se han hecho llaves del cielo".

EL MISMO DÍA SAN PELAYO, MARTIR

Mala época empezó para España cristiana con la pérdida de la batalla del Guadalete. Los árabes, esos hijos del desierto, como aluvión, la cubrieron por completo. Todo desapareció a su paso: monarquía, sociedad, instituciones, leyes, fortunas..., sólo quedó en pie la Iglesia. Sus califas fundaron un imperio brillante, edificaron ciudades suntuosas, levantaron palacios magníficos y mezquitas que rivalizaron con las de Damasco, Babilonia y Jerusalén. Más trajeron también sus vicios y fanatismo.

Pasados los primeros tiempos de desconcierto, los españoles, refugiados en las montañas del norte de la Península y gracias a su fe cristiana —esencialmente espiritualista en contraposición a la sensualista de los mahometanos—, empezaron a sacudir el yugo del invasor y a reconquistar, palmo a palmo, todo el terreno, en una cruzada heroica que había de durar ocho siglos.

¡Cuántos combates, cuántas guerras, cuántas lágrimas y cuántas ruinas habrían de costar hasta arrojar el moro a África!
Precisamente en los primeros años de siglo X los Reyes de León y Navarra, en su empeño de ir desalojando al árabe de sus posiciones, se atrevieron a desafiar al inmenso poderío del Califa de Córdoba, Abderrahmán III. Pero fueron derrotados, y bastantes de sus soldados y de su séquito cautivos y llevados a Córdoba. Entre estos se encontró Hermogio, obispo de Túy, cuya sustitución por un sobrino suyo llamado Pelayo, niño de 10 años, fue consentida por el Califa.

La cárcel, las cadenas y el látigo le esperaban allí, pero también la firmeza en la fe y el amor a la castidad, que había aprendido en su hermosa tierra, y que los clérigos concautivos afianzaron.

Cinco años pasó cumpliendo penosos y viles trabajos, hasta que un día el sensual Califa puso los ojos en su belleza para nombrarle su copero y agruparle a la muchedumbre de efebos que eran objeto de sus infames pasiones. Presentado al Califa cordobés, le dijo éste: "Niño, grandes honores te aguardan; ya ves mi riqueza y mi poder: pues una gran parte de todo ello será para ti. Tendrás oro, plata, vestidos, alhajas, caballos. Pero es preciso que te hagas musulmán, como yo, porque he oído que eres cristiano, y que empiezas, ya a discutir en defensa de tu religión".

Con serenidad y energía contestó el muchacho; Si, oh rey, soy cristiano; lo he sido y lo seré. Todas tus riquezas no valen nada. "Es posible que Abderrahmán no comprendiera toda la decisión que había en esta respuesta; la gracia del muchacho y el encanto de su voz le cegaban. Llevado de su instinto brutal se adelantó hacia él y le tocó la túnica con las manos. Lleno de ira, el santo adolescente retrocedió diciendo;

"¡Atrás, perro!" ¿Crees acaso que soy como esos jóvenes que te acompañan?" Y al mismo tiempo hizo añicos su túnica de seda. "Llevadle de aquí, dijo el príncipe, y educadle mejor, si podéis; de lo contrario, ya sabéis lo que merece." Vinieron después los ruegos y las amenazas, pero nada pudo vencer el amor heroico del mártir. Pelayo decía sin cesar: "Señor líbrame de las garras de mis enemigos." Colocado en una máquina de guerra, fue lanzado desde un patio del alcázar hasta el lado opuesto del río, y, como todavía diese muestras de vida, un negro de la guardia le segó la cabeza. Recogidas sus reliquias por los cristianos, fueron llevadas a Oviedo y puestas en un arca por Fernando I, que entregó a un monasterio de benedictinas, que todavía subsiste.

SÚPLICA POR ESPAÑA.

Oh Pelayo, ¡cuán grande es tu gloria en el cielo! Con Justo y Pastor, con Dominguito del Val, con Eulalia y Julia y con Flora formas un manojito de encendidos claveles y de blancas azucenas digno de presentarse al Rey de la gloria. Ni la brillante corte del Califa de Córdoba, ni sus deslumbrantes promesas engañaron tus ojos. Preferiste a esos engañosos y caducos placeres la incomparable, gloria prometida por Jesucristo a los que dan su vida por él. Acuérdate de pedir por España, libre ya de musulmanes pero no de marxistas, para que conserve su fe. Sobre todo ruega por la juventud, cuya fe trata de pervertirse con doctrinas de perversas filosofías, y cuya castidad, se encuentra amenazada por un sensualismo pagano.

(tomado del "Año litúrgico" de Gueranger)