sábado, 22 de enero de 2022

Nuevo libro: La esencia de la caridad. De Santiago Ramírez.

 

(clic)


Traemos hoy otro libro del célebre dominico español padre Santiago Ramírez, gran tomista del siglo pasado.



jueves, 20 de enero de 2022

miércoles, 19 de enero de 2022

Nuevo libro: La prudencia, de Santiago Ramírez

 

(clic en la imagen)

Traemos un texto de primer nivel del conocido padre Santiago Ramírez, donde nos expone la doctrina clásica acerca de la virtud de la prudencia, pieza esencial del edificio de la conducta humana. 


Leonardo Rodríguez Velasco

sábado, 15 de enero de 2022

Ejemplo de 'principios' en un artículo de la Suma de Teología

 En el artículo anterior describíamos una manera de leer los artículos de la Suma de Teología que consideramos bastante provechosa, y decíamos allí que uno de los elementos clave de esa lectura era identificar los principios que ST menciona a cada momento para de ellos inferir sus conclusiones o justificar su rechazo de opiniones de otros autores.

Para que quede un poco más claro vamos a hacer aquí un breve ejercicio, poniendo el texto del cuerpo de un artículo de ST y subrayando los principios que estén allí empleados:

Vamos a tomar el artículo 2 de la cuestión 75 de la primera parte, en el tratado sobre el hombre. Allí va a estudiar ST...


Utrum anima humana sit aliquid subsistens...de si el alma humana es subsistente...


Y responde ST...

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Es necesario afirmar que el principio de la operación intelectual, llamado alma humana, es incorpóreo y subsistente. Es evidente que el hombre por el entendimiento puede conocer las naturalezas de todos los cuerpos. Para conocer una clase de cosas es necesario que en la propia naturaleza no esté contenida ninguna de esas cosas que se va a conocer, pues todo aquello que estuviese contenido naturalmente impediría el conocimiento. Ejemplo: La lengua de un enfermo, biliosa y amarga, no percibe lo dulce, ya que todo le parece amargo. Así, pues, si el principio intelectual contuviera la naturaleza de algo corpóreo, no podría conocer todos los cuerpos. Todo cuerpo tiene una naturaleza determinada. Así, pues, es imposible que el principio intelectual sea cuerpo.


De manera similar, es imposible que entienda a través del órgano corporal, porque también la naturaleza de aquel órgano le impediría el conocimiento de todo lo corpóreo. Ejemplo: Si un determinado color está no sólo en la pupila, sino también en un vaso de cristal, todo el líquido que contenga se verá del mismo color.


Así, pues, el mismo principio intelectual, llamado mente o entendimiento, tiene una operación por sí, independiente del cuerpo. Y nada obra por sí si no es subsistente. Pues no obra más que el ser en acto; por lo mismo, algo obra tal como es. Así, no decimos que calienta el calor, sino lo caliente.


Hay que concluir, por tanto, que el alma humana, llamada entendimiento o mente, es algo incorpóreo y subsistente.

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Ponemos en rojo las partes del texto que corresponden a lo que hemos llamado principios, es decir, tesis que sustentan el desarrollo del artículo y fundamentan la respuesta que va construyendo ST.

En este denso artículo ST está nada más y nada menos que tratando de demostrar que el alma humana es subsistente, es decir, que existe de suyo, sin necesidad de un soporte, por decirlo de alguna manera; sin necesidad de que su existencia dependa de otro, como pasa por ejemplo con los accidentes que existen por la existencia del sujeto en el cual se dan.

En el artículo inmediatamente anterior ST se preguntó si el alma humana era alguna especie de cuerpo, si era una realidad corpórea, y contestó que no. Ahora en este artículo se pregunta si se puede decir que subsiste, y va a responder que sí, nos dice al final que "el alma humana, llamada entendimiento o mente, es algo incorpóreo y subsistente".

Pero, ¿cómo llega el santo a esa conclusión? Pues llega a través de un razonamiento en el cual las lineas señaladas en rojo juegan el rol de principios de la demostración, es decir, afirmaciones a partir de las cuales se infiere lo demás.

El primer principio subrayado es el fundamental, y es muy profundo. Aquí lo exponemos en forma rudimentaria para no hacer excesivamente largo este escrito.

¿Qué nos dice allí ST? Nos dice que para que la inteligencia pueda conocer la naturaleza de todos los cuerpos, como vemos que de hecho ocurre, se requiere que no tenga en sí la naturaleza de ningún cuerpo, es decir, que no sea ningún tipo de cuerpo, porque si así fuera entonces al ser de una naturaleza corporal determinada ello impediría que pudiera recibir o aprehender la naturaleza de los otros cuerpos. En otras palabras, para poder escribir sobre una pizarra primero debemos borrar lo que está escrito, porque lo que allí está escrito impide que podamos escribir encima de manera mínimamente legible. Para poder pintar de blanco una pared, debemos quitar primero el color rojo que tiene (o azul, o el que sea), o debemos pintar encima, el caso es que no puede estar pintada una superficie de dos colores al tiempo (las mezclas de colores es otro tema, componen un tercer color que no es ninguno de los dos o tres originarios). Si la inteligencia tuviera alguna naturaleza corporal, si tuviera la naturaleza de algún cuerpo, ello haría que la recepción de la naturaleza de otro cuerpo fuera imposible (en el sentido de aprehensión de una formalidad). ¿Y entonces no podemos conocer muchas cosas? Sí, claro, esa es la función de la memoria intelectual, conservar en la potencia intelectiva las intenciones previamente entendidas a manera de tesoro al cual podemos recurrir cuando razonamos. Pero simultáneamente no se conocen dos cosas, a no ser que se entiendan como un todo, es decir, bajo cierta manera de unidad, como cuando miramos un bosque, no es que estemos mirando muchos árboles tomados individualmente, no, los estamos mirando en conjunto y en cuanto conforman un conjunto. Si quisiéramos ver un árbol en particular tendríamos que enfocar la mirada en dicho árbol y por consiguiente dejar de ver los otros.

Este es el principio fundamental con el cual va ST a fundamentar la afirmación que hace más adelante de que "es imposible que el principio intelectual (la inteligencia, potencia del alma) sea cuerpo".

Y habiendo establecido que el principio intelectual o inteligencia en su obrar se revela como ajeno a toda naturaleza corporal, es decir, incorpóreo, establece, mediante otro principio (nada obra por sí si no es subsistente) que el alma humana, de donde emana la potencia intelectiva, ha de ser una realidad subsistente, puesto que para tener independencia en el obrar se requiere una independencia en el ser (para que los adolescentes sean independientes en su obrar, deben primero lograr una independencia en su ser, autonomía financiera, etc., pero mientras se vive DE los padres, la dicha independencia del obrar no pasa de veleidad de juventud).

Resumen: la inteligencia es potencia no corporal, que obra independientemente del cuerpo y, por ende, el alma humana, de donde emerge la inteligencia como potencia propia, ha de ser subsistente, es decir, independiente en el ser respecto del cuerpo, puesto que ejecuta operaciones de manera independiente, para lo cual requiere la dicha independencia y lo cual postula la subsistencia.

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He aquí entonces un ejemplo de lo que queremos decir cuando recomendamos realizar siempre el ejercicio de identificar principios dentro de los artículos de la Suma, ello nos ayuda a ir al corazón de la prueba y a mirar, dentro de lo posible, dentro del mismo proceso lógico que siguió ST en la construcción de su respuesta.


Leonardo Rodríguez Velasco 


lunes, 10 de enero de 2022

Cómo leer un artículo de la Suma de Teología de santo Tomás

Cuando uno abre por primera vez la Suma de santo Tomás (ST) se lleva varias sorpresas. La primera es que se trata de un libro enorme, en latín abarca cinco gruesos tomos y en la edición bilingüe (la más accesible a la mayoría que desconoce el latín) comprende 16 tomos. Entonces se puede uno desanimar ante semejante obra tan voluminosa, ¿por dónde empezar? ¿Leer de corrido o ir tomando apuntes? ¿Usarla como lectura espiritual o de estudio? ¿A dónde ir si no entiendo algo? ¿Quién me explica el vocabulario escolástico, materia, forma, acto, potencia, causa, ente, ser, esencia, etc.? 

Pero no queda ahí la cosa, porque a las dificultades señaladas arriba se junta el mismo formato en que está escrita. Porque estamos acostumbrados a que al abrir un libro este se nos presente organizado en forma de capítulos. En ocasiones un conjunto de capítulos sobre un mismo asunto se agrupan a su vez en libros o partes. Y ya está. Cada capítulo toma una o algunas ideas y las expone, las argumenta, las desarrolla. Pero la Suma es distinta. La Suma está organizada a simple vista de una manera que desconcierta al recién llegado. 

Para decirlo brevemente la Suma se divide en tres grandes partes, y como la segunda parte es tan grande se subdividió en dos, lo que significa que nos encontramos la Suma dividida en 4 partes realmente, cuyos nombres tradicionalmente son los siguientes: primera parte, primera parte de la segunda parte, segunda parte de la segunda parte y tercera parte. Tan simple como eso.

Pero resulta que cada una de las 3 (o 4) partes está dividida en cuestiones y cada cuestión en artículos; de manera que por ejemplo la primera parte tiene 119 cuestiones, y de esas 119 cuestiones la primera, por poner un ejemplo, se divide en 10 artículos.

Para mayor comodidad del lector se suelen agrupar en tratados aquellas cuestiones que evidentemente estudian un mismo tema. Por ejemplo en la primera parte, las cuestiones desde la segunda hasta la 26 se suelen llamar "Tractatus de Deo Uno", o sea tratado acerca de Dios Uno, y se dice uno porque las siguientes cuestiones a partir de la 27 y hasta la 43 estudian la Santísima Trinidad, es decir el "Tractatus de Deo Trino".

Bien, hasta aquí los elementos genéricos de las divisiones y subdivisiones que nos encontramos al abrir la Suma. Ahora viene una dificultad más de fondo, y tiene que ver con la naturaleza de cada uno de los artículos (artículos que se agrupan en cuestiones, cuestiones que se agrupan en tratados, tratados que se agrupan en partes, partes que son 3 - o 4 - y que conforman la Suma). Un artículo es como una especie de obra maestra que consta de varias partes (los escolásticos eran amantísimos de las distinciones):


1. Un encabezado que normalmente plantea el tema del artículo y que suele comenzar con la palabra "utrum", es decir, si...tal cosa. Por ejemplo el artículo 3, de la cuestión 2, de la primera parte, donde expone sus pruebas de la existencia de Dios, comienza así "utrum Deus sit"...como si dijéramos "acerca de si Dios existe".

2. Luego vienen una serie de argumentos normalmente en contra de la postura que santo Tomás va a defender. Y es que los escolásticos en esto eran muy honestos, en vez de silenciar las objeciones en contra las exponían de primero y en toda su fuerza, no fabricando muñecos de paja como solemos hacer hoy con gran cobardía y pereza.

3. En seguida viene el "sed contra"...'pero contrario a esto'...que es un breve párrafo en el cual ST pone una cita de alguna autoridad, que puede ser un teólogo anterior a él, como san Agustín por ejemplo, o un filósofo como Aristóteles o un texto de la Sagrada Escritura, estando dicha cita a favor (generalmente) de la postura que a continuación va a defender ST.

4. Luego viene el punto cumbre del artículo, llamado el cuerpo del artículo, donde ST da su respuesta al asunto tratado en el artículo y anunciado desde el encabezado "utrum". Aquí es donde ST despliega toda su genialidad, procede metódicamente en su respuesta, expone los principios que lo apoyan y va desgajando minuciosamente las consecuencias de esos principios y elaborando con gran cuidado su respuesta.

5. Finalmente después de dar su respuesta al asunto procede a responder una a una todas las objeciones en contra que planteó al inicio, recurriendo a los mismos principios que estableció en la respuesta o a otros establecidos en anteriores artículos o fundamentados en Aristóteles o alguna autoridad.


Esa es la estructura de un artículo, en términos muy generales y explicada del modo más sencillo posible. Eso es lo que nos encontramos cuando abrimos la Suma, un conjunto de artículos que parece interminable, son más de 2000 en total. Y las objeciones en contra más sus respectivas respuestas dicen los que las han contado que son más de 10000. Casi nada.


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Entonces ahora sí vamos a la pregunta que encabeza este escrito, ¿cómo leer un artículo de la Suma?


Hay varias maneras de hacerlo, obviamente, mejores o peores. 

1- En primer lugar, y fue lo que yo hice por mucho tiempo, está la manera que consiste en leer el encabezado, para saber de qué trata, y luego ir directa y únicamente a la respuesta que da santo Tomás, al cuerpo del artículo; leerlo y listo, quedarse con la respuesta en términos generales y pasar al siguiente. Esta es la manera más, digamos, superficial de leer el artículo, se queda uno con una idea muy vaga del asunto tratado y del pensamiento de ST al respecto. 

2- En segundo lugar está la manera que consiste en leer el encabezado, dar una mirada rápida a las objeciones iniciales, luego leer detenidamente la respuesta de ST tratando de comprenderla a fondo, y finalmente dar una mirada también rápida a las respuestas de ST a las objeciones del comienzo. Esta manera de leer el artículo es una mejora respecto de la anterior, pero adolece aún de cierto afán, de cierta falta de verdadero trabajo intelectual. Muchos que superan la primera etapa no pasan de esta y permanecen años leyendo de esta manera, no progresan realmente mucho en el pensamiento del maestro.

3- Finalmente, una tercera forma de leer el artículo consiste en poner atención en primer lugar a la cuestión entera. De qué tema trata la cuestión que luego se va a dividir en artículos. Identificar con claridad el sujeto temático, por decirlo de alguna manera. Cuántos artículos le está dedicando ST a ese tema, cuál es la ubicación de la dicha cuestión en el edificio total de la Suma, es decir, en qué "tractatus" se halla, en qué parte. Luego mirar con detenimiento los artículos, cada tema, incluso el orden en que ST ubica los artículos dentro de una cuestión nos enseña bastante de la mente del angélico. 

Después de este trabajo "introductorio", iremos ahora sí al artículo, y lo primero es tratar de comprender exactamente de qué trata, cuál es el tema, el "utrum". Muchas veces no se entiende a fondo la respuesta de ST porque en primer lugar no se ha entendido bien cuál es el tema sobre el que ST se está pronunciando. Conviene aquí preguntarnos incluso por los términos usados por ST en el "utrum". Luego de haber hecho un real y consciente esfuerzo por captar el asunto que tiene el santo entre manos, conviene hacer lo mismo con las objeciones, son objeciones fuertes, de otra manera ST no las hubiera puesto allí, ST no hacía como nosotros que siempre queremos responder a las objeciones más sencillas. No. Él hacía al revés, para que mejor resplandeciera la fuerza y verdad de su respuesta se preocupaba por poner contra ella las mejores objeciones de su tiempo y tomadas de los mejores autores. Cero cobardía, plena confianza en la verdad. Debemos entonces comprenderlas, leerlas incluso dos y tres veces hasta entender exactamente su sentido. Luego viene el "sed contra", cita de una autoridad normalmente a favor de ST, textos siempre preciosos, condensados de doctrina que conviene mucha veces incluso memorizar.

Ya con eso estamos preparados para acercarnos a la respuesta del santo. El cuerpo del artículo. Aquí conviene leer con calma, sin afán. Si ese día estamos de afán es mejor parar la lectura y retomarla después. Porque se requiere toda la atención de la que seamos capaces, muchas veces el sentido de una frase o de todo un párrafo está escondido en un verbo, en un adjetivo, que si se lee a las carreras nos va a dificultar la captación de lo que el santo está tratando de explicar. Entonces ante todo atención. Lectura pausada. Y releer. Pero sobre todo leer tratando de identificar aquellos renglones o párrafos enteros en los que ST menciona un principio a partir del cual realiza luego una deducción para fundamentar su respuesta. Los artículos de la Suma están pletóricos de renglones que enuncian principios elementales de metafísica, de lógica, de filosofía de la naturaleza, de antropología, etc. Y son dichos principios los que le permiten ir construyendo sus respuestas, pues el ST jamás afirma algo gratuitamente, sino que todo lo que afirma como respuesta o como refutación de alguna objeción, lo afirma bien fundamentado y explicitando allí mismo el principio que le sirve de soporte. Es de la mayor importancia ejercitarse en la identificación de dichos principios, son como el corazón que va dando sustento a lo dicho por ST.

Finalmente conviene no pasar por alto las respuestas que da santo Tomás a las objeciones. También allí se encuentran siempre tesoros condensados de doctrina, incluso a veces algunas de las respuestas con tan interesantes y ricas en doctrina como el mismo cuerpo del artículo.

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Esta tercera forma de leer los artículos de la Suma es la que creemos más completa y edificante, aunque sabemos que no es la más sencilla. Requiere esfuerzo, constancia, y eso que hoy los psicólogos llaman tolerancia al fracaso, puesto que en muchas ocasiones sentiremos que literalmente no estamos entendiendo nada. Esa sensación va disminuyendo con el tiempo pero nunca desaparece del todo, porque la distancia que hay entre la cabeza de ST y nuestras pobres cabecitas "posmodernas" es inmenso. Pero algo se puede alcanzar y vale la pena.


Leamos a ST, poco a poco, sin temor, pidiendo siempre a Nuestra Señora, sede de la sabiduría, que no ayude a entender aunque sea un poquito, ya que ese poquito será en sí mucho mayor que las toneladas de eso que hoy llaman "información", porque aunque poco, se trata de sabiduría.


Leonardo Rodríguez Velasco

 

domingo, 9 de enero de 2022

Temas expuestos por santo Tomás en el tratado "de homine"

Les decía ayer que santo Tomás nos dejó una completa exposición de su antropología distribuida en 15 cuestiones de la primera parte de su Suma de teología, a saber, de la 75 a la 89. Dichas cuestiones abarcan un total de 89 artículos en los que se estudian los siguiente temas:


Cuestión 75: La esencia del alma. En esta primera cuestión nos presenta santo Tomás el tema del alma, forma substancial del hombre. A lo largo de siete artículos ST nos explica la naturaleza del alma, nos dice que no es cuerpo, que es subsistente, que no consta de materia y forma, etc.

Cuestión 76: La unión del alma y el cuerpo. Luego de presentarnos la doctrina sobre el alma, naturalmente pasa ST a mostrarnos el modo en que debe entenderse la unión de alma y cuerpo. En ocho artículos nos lleva ST a vislumbrar la unión substancial que se da en lo íntimo del ser humano.

Cuestión 77: Las potencias del alma. Después de la parte donde nos explica qué es el alma y cómo constituye con el cuerpo una unidad substancial, pasa ST a mostrarnos las potencias con que cuenta el hombre, es decir, sus facultades de acción. En ocho artículos nos va a exponer temas tan importantes como por ejemplo el de que no se identifica el alma con sus potencias, sino que son realmente cosas distintas. Si son muchas y cómo podemos distinguirlas unas de otras por medio de sus actos y objetos.

Cuestión 78: Las potencias en particular. En los cuatro artículos de esta cuestión ST nos muestra los géneros de potencias que tiene el hombre, ya más en particular cada una. Luego nos explica las tres potencias de la parte vegetativa, los sentidos externos y los internos.

Cuestión 79: Las potencias intelectivas. En esta importantísima cuestión nos presenta ST los aspectos más esenciales y generales de la parte intelectiva del ser humano. Son trece artículos, la cuestión con más artículos de todas las 15. Nos va a explicar ST cosas tan importantes como si de hecho el entendimiento es una potencia del alma. Si debemos admitir la existencia de un entendimiento agente y cuál es su naturaleza y actividad propia. Si la memoria es parte de la potencia intelectiva. Si la razón y el entendimiento son cosas distintas. Si inteligencia es algo distinto de entendimiento. La diferencia entre entendimiento especulativo y práctico. Lo que son la sindéresis y la conciencia, etc.

Cuestión 80: Las potencias apetitivas. En esta breve cuestión de tan solo dos artículos, la más breve de las 15, ST nos enseña lo que debe entenderse por potencias apetitivas y cómo hay un apetito sensitivo y uno intelectivo, es decir, potencias apetitivas que parten del sentido y una potencia intelectiva que parte del entendimiento.

Cuestión 81: La potencia apetitiva sensible o "sensualitas". Esta cuestión tiene tres artículos y en ellos ST nos presenta las potencias apetitivas del orden sensible, el irascible y el concupiscible, y nos expone la manera en que dichas potencias se relacionan con la razón.

Cuestión 82: Sobre la voluntad. Luego de presentarnos la potencia apetitiva de orden sensible, nos lleva ST a conocer la potencia apetitiva del orden intelectual, la voluntad. En cinco artículos nos enseña ST el modo general de acción de la voluntad, la relación entre el acto de la voluntad y el obrar necesario, si es la voluntad una potencia más excelente que el entendimiento o no, etc. (En la segunda parte de la Suma, hacia el inicio, ST retomará estos temas y los profundizará como parte de los actos morales o moralidad de los actos humanos).

Cuestión 83: El libre albedrío. Aquí en cuatro artículos nos expone ST su doctrina sobre el libre albedrío, si realmente el hombre tiene libre albedrío, qué es en sí el libre albedrío, si es lo mismo que la voluntad, etc.

Cuestiones 84-89: Sobre las operaciones intelectuales. En las últimas seis cuestiones del tratado acerca del hombre, ST nos hace una completa y brillante exposición sobre las operaciones de la inteligencia. Cómo nuestro conocimiento parte del sentido y se eleva por abstracción hacia la aprehensión de los conceptos universales. Cómo es que ocurre la intelección. Cómo nos conocemos a nosotros mismos. Cómo conocemos lo puramente espiritual. Cómo conoce nuestra alma cuando separada del cuerpo. Resulta difícil exagerar la importancia de estas seis cuestiones. Deben ser estudiadas con todo detenimiento. Abarcan treinta y cinco artículos en total.

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Ese es el esquema generalísimo del tratado "de homine", acerca del hombre, de ST. Un tratado de la mayor importancia y que humildemente tratamos de estudiar con frecuencia y pretendemos exponerlo en el curso de introducción al pensamiento de ST que estamos dando en YouTube, aunque para este tema pensamos acompañarlo con algunos artículos escritos que irán apareciendo aquí en el blog también.


Evidentemente animamos a leer el texto propio de ST, lo que nosotros podemos decir realmente más que exponer a ST lo que hará será oscurecerlo un poco, ya que él en su escritura es tan claro de suyo que todo intento por hacerlo aún más claro, y teniendo en cuenta nuestras escasas fuerzas, tiende irremediablemente a oscurecer parte de su claridad. Pueda ST disculpar nuestro atrevimiento.


Leonardo Rodríguez Velasco.


sábado, 8 de enero de 2022

Sobre el tratado "de homine" de la Suma de teología de santo Tomás.

 Antes de iniciar las festividades navideñas del año que dejamos atrás hace poco, inicié una relectura detenida del tratado sobre el hombre de santo Tomás de Aquino, es decir, las 15 cuestiones que van de la 75 a la 89 de la primera parte de su Suma de teología. Allí, a lo largo de 15 cuestiones distribuidas en 89 artículos, santo Tomás nos expone su concepción esencial sobre la naturaleza del ser humano. No está todo allí, por supuesto, sino lo esencial. En la segunda parte de su Suma el de Aquino retoma la antropología y nos presenta los aspectos más tocantes a la moralidad: actos humanos, voluntad, libre albedrío, pasiones, hábitos, vicios y pecados. Todo ello teniendo como fondo las cinco primeras cuestiones de esa segunda parte en las que nos ofrece una completa exposición del fin último del hombre, que es como el criterio fundamental en el orden moral.


Las 15 cuestiones de la primera parte son el corazón de la antropología tomista, representan la exposición más madura de su pensamiento sobre el hombre, su alma, la unión del alma y el cuerpo, las potencias, la inteligencia, las potencias apetitivas en general, el libre albedrío y seis preciosas cuestiones, de la 84 a la 89, consagradas a la actividad intelectual humana.


Nadie que desee conocer a fondo lo que es el ser humano debiera desconocer la doctrina expuesta tan magistralmente por santo Tomás en este sección de su obra.


Hemos entonces releído dicho tratado, intentamos resumirlo (aunque en sí ya es un compendio tomista de antropología) y esperamos usarlo para lo que sigue de nuestro brevísimo curso de introducción al pensamiento tomista que estamos desarrollando a través de YouTube.


Será sin duda un viaje interesante en el cual de la mano de Tomás daremos una mirada a lo que somos, intentaremos conocernos mejor en el buen sentido de dicha expresión, no en el sentido de esas pseudo psicologías actuales que prometen una felicidad rápida, finita y hedonista por medio de no sé qué ejercicios de introspección que acaban en una especie de egolatría y ensimismamiento que a nada conduce a no ser a eso que muchos llaman vacío existencial.


Esperamos con el favor de Dios finalizar dentro de poco la lógica y dar inmediatamente después una exposición al menos elemental de la filosofía de la naturaleza, que nos dé las bases necesarias para aproximarnos al tratado "de homine" dotados de herramientas nocionales suficientes para no perdernos en el camino.


Ponemos estas intenciones en manos de Nuestra Señora, sede de la sabiduría.


¡Ave María purísima!



Leonardo Rodríguez Velasco


viernes, 7 de enero de 2022

Libro de espiritualidad: Jesucristo y la vida cristiana (Royo Marín)

 

(Clic en la imagen)


Les traigo un muy buen libro para comenzar el año. Se trata de uno de los varios tratados escritos por el padre Antonio Royo Marín, éste dedicado a la persona santísima de Nuestro Señor, con una segunda parte dedicada a exponer la vida del cristiano en conexión con los misterios de la encarnación del Verbo. Libro para leer meditadamente.

A los que puedan adquirirlo en físico los animo a hacerlo.


Leonardo Rodríguez V.

jueves, 6 de enero de 2022

Feliz y santo 2022 a todos

Hoy se celebra la fiesta de la epifanía de Nuestro Señor, y aprovecho para saludar a los visitantes de este blog (suponiendo que quede alguno, dado que ha estado últimamente un tanto abandonado, mea culpa) y desear a todos un santo y feliz año 2022.


El año que recién comienza seguramente vendrá cargado de muchas cosas buenas y malas para todos nosotros, pero no debemos olvidar que siempre en todo momento estamos en manos de Dios y nada sucede sin que Él lo permita y lo ordene para nuestro mayor bien.


Animados con esa confianza iniciamos este 2022 con la intención de hacer todo en su nombre y bajo el patrocinio de la Santísima Virgen María.


¡Dios os bendiga a todos!


Leonardo Rodríguez V.