Ya en anteriores ocasiones hemos
recomendado aquí los escritos del filósofo norteamericano Edward Feser. Nos
parece un autor que se destaca en el panorama actual entre quienes defienden
sin complejos las principales tesis del pensamiento aristotélico-tomista.
Esta vez quisiéramos hacer
referencia a uno de sus artículos titulado "the voluntarist
personality", que tiene por fecha el doce de octubre del año
inmediatamente anterior (al final de esta entrada está el link al artículo en
cuestión). Citaremos al autor en sus propias palabras y nos limitaremos a hacer
breves comentarios.
“A voluntarist conception of persons takes the will to be primary and
the intellect to be secondary”.
He ahí la raíz teórica del
voluntarismo como tal, del cual veremos desprenderse como consecuencia la
personalidad voluntarista. Para el voluntarismo la persona es ante todo y sobre
todo voluntad, fuerza creadora, ímpetu de realización, incluso autorrealización.
El intelecto pasa a un segundo plano y queda reducido a ser ayudante de la
voluntad en el cumplimiento de sus decretos.
“That is to say, for voluntarism, at the end of the day what we think
reflects what we will”.
Dicen por ahí que si no vivimos
como pensamos, terminaremos pensando como vivimos. Con lo anterior se alude a
esa estrecha relación que existe entre la conducta y la percepción de la
realidad. Ambas esferas de la experiencia humana se condicionan de tal forma
que la manera de vivir condiciona la visión que tenemos de la realidad, y la visión
que tenemos de la realidad condiciona la manera de vivir. Normalmente debería
darse una apropiación de ciertos principios morales de comportamiento y luego
su puesta en práctica a la hora de actuar. De ahí que se critique a una persona
cuando ésta no es “coherente” con lo que dice, cuando vemos que dice una cosa y
hace otra. Esa incoherencia tarde o temprano hará que lo que vive gane la
partida sobre lo que piensa, y entonces se verá cómo comienza a defender de
palabra su estilo de vida. Por eso reviste la mayor importancia ser coherentes
y esforzarnos cada día por vivir de tal forma que haya una plena continuidad
entre aquellos principios que decimos defender y la forma en que vivimos. El
voluntarista es aquél en quien ha triunfado el estilo de vida, la manera de
vivir, por sobre el pensamiento. Y éste ha venido a ser solo una fuerza
justificadora del cómo se vive. En el voluntarista lo importante es la manera
en que decide hacer las cosas y vivir, el pensamiento viene después a
justificarlo todo “teóricamente”. Y en verdad vemos a diario a muchas personas
tratando de justificar lo injustificable.
“An intellectualist conception of persons takes the intellect to be
primary and the will to be secondary.
For intellectualism, at the end of the day, what we will reflects what
we think”.
Al otro lado del tablero está la
postura intelectualista o intelectualismo. Según esta postura, que estimamos la
acertada, la persona se define ante todo por la razón, por la inteligencia, que
en cuanto facultad de conocimiento, le permite acceder a lo real, a la
realidad, conocerla, escudriñarla, incluyendo la realidad del propio sujeto, y
a partir de ahí actuar en consecuencia. Pues así como para caminar necesitamos
ver el camino, así para actuar necesitamos primero tener claridad sobre la
naturaleza de la acción a realizar, sus circunstancias, motivos, consecuencias y
calificativo moral. No vamos por la vida como pollos sin cabeza deseosos de
correr sin mirar hacia dónde, cómo y por qué. La tarea de la inteligencia es,
al develarnos el conocimiento de lo real, indicarnos hacia dónde, cómo y por
qué, precisamente. Es la luz con que iluminamos el camino.
La postura intelectualista parte
del reconocimiento de la existencia de una realidad independiente del sujeto
cognoscente. Una realidad que aunque independiente del sujeto es cognoscible
por este y condiciona el actuar del sujeto. La postura voluntarista parte de
una disminución ontológica de lo real, por decirlo de alguna manera. En cuanto
que el voluntarista se concibe a sí mismo más que como observador de lo real,
como creador de lo real, en particular de su realidad como individuo. El
voluntarista es el que se concibe a sí mismo como una masa informe destinada a
ser infinitamente moldeable según la voluntad de cada uno. El voluntarista en cierta forma de deifica a sí mismo por
medio de la absolutización de su voluntad. En el pasado el gnosticismo fue la
apoteosis de una concepción voluntarista del hombre. En la actualidad la
ideología de género recorre el mismo camino: el sujeto se auto-crea a capricho.
Una imagen vale más que mil
palabras: el intelectualista es como ese conductor que en medio de la noche
enciende las luces de su vehículo para saber bien por dónde ir y por dónde no.
El voluntarista es como ese conductor que no enciende las luces, no le interesa
ver el camino, confía plenamente en que con la sola fuerza de su potente motor
puede avanzar de frente sin temor a un accidente mortal.
“In making of us fundamentally willful animals rather than rational
ones, it simply gets human nature wrong”.
Ese es el problema principal,
dicho así, en términos contundentes: al hacer del hombre fundamentalmente un
animal voluntarioso, por encima de la racionalidad, se equivoca en la idea que
se forma de la naturaleza humana.
Son impresionantes las
consecuencias que se desprenden del hecho de equivocarse en la idea que se
tiene sobre la naturaleza humana, sobre lo que el ser humano es. Pues no se
crea ni por un segundo que se trata de disputas entre académicos abstractos,
alejados de las complicaciones reales de la vida diaria. No. Nada más
equivocado que eso. Ya lo decía el escritor Richard Weaver allá por 1948 en su
libro “Ideas have consequences”, las ideas tienen consecuencias y el modo de
ver las cosas, las ideas que asumimos, la cosmovisión que nos sirve de
plataforma de vida, condiciona lo demás.
Hay aún más tela por cortar en el
artículo de Feser, pero para no hacer este escrito demasiado largo vamos a
dedicarle algunas entradas más en los próximos días. Daremos así una mirada a
la personalidad voluntarista.
Leonardo Rodríguez V.
http://edwardfeser.blogspot.com/2018/10/the-voluntarist-personality.html
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