Para continuar con el análisis de las cuatro fuentes de la enfermedad social actual señaladas por el psiquiatra español Enrique Rojas en este artículo nos vamos a referir a la "permisividad". El relativismo también señalado por Rojas como fuente de enfermedad social ya lo hemos tratado con cierta extensión en artículos pasados en este blog.
El relativismo es básicamente una postura ideológica intrínsecamente contradictoria pues afirma que no hay verdades absolutas y este juicio de que "no hay verdades absolutas" pretende que sea una verdad absoluta, por lo cual el relativismo se anula al mismo momento de afirmarse; bien decía Aristóteles que los relativistas y los escépticos debían conformarse con vivir como vegetales, sin afirmar nunca nada. Además las consecuencias morales del relativismo son tan desastrosas y tan evidentes en nuestra sociedad que parece superfluo detenerse por largo tiempo a demostrar algo que salta a la vista.
La permisividad consiste básicamente en la tendencia a permitir absolutamente todo tipo de comportamiento, todo tipo de conducta, toda forma de pensamiento, toda forma de vida, sin tener jamás en cuenta ningún tipo de limitación moral. La permisividad es la degeneración de la tolerancia; la tolerancia consiste en soportar un mal, a sabiendas de que es un mal, por causa de evitar un mal mayor.
Hoy en día la idea de tolerancia es diferente, se entiende por tolerancia la aceptación ilimitada de cualquier conducta y forma de pensamiento por más absurda que sea. Se pierde de esta manera la noción de "mal" que estaba presente en la antigua definición de tolerancia. Antes se sabía que lo que se toleraba era un mal pero se le toleraba para evitar un mal mayor. La tolerancia entendida según el modo moderno es en realidad la absoluta permisividad.
Precisamente la permisividad es una de las consecuencias de la concepción relativista de la vida, puesto que si no existe la verdad, si no existe la realidad, si no existe lo bueno y lo malo, entonces es normal que nos veamos obligados a permitir cualquier conducta aunque sea la más antinatural imaginable; hemos sabido de la existencia de un grupo político holandés el cual tiene entre sus proyectos sociales luchar para que sea permitido en la legislación holandesa tener relaciones sexuales con menores de edad.
El relativismo, la tolerancia degenerada en permisividad, son las ideologías que se encuentran en la base de muchas legislaciones actuales. En todos aquellos países en donde crímenes como el aborto o la eutanasia y conductas antinaturales como la homosexualidad se encuentran apoyadas por los ordenamientos jurídicos, podemos afirmar que se encuentran totalmente bajo la dictadura del relativismo.
Pudiera sonar paradójico hablar de "dictadura del relativismo", pues tenemos una cierta tendencia a creer que el relativismo es precisamente el triunfo de la libertad de pensamiento y de la libertad de expresión; sin embargo, la realidad es que con el triunfo del relativismo ideológico en una sociedad se instaura la más cruel de las dictaduras, pues todo aquel que manifieste opiniones contrarias a las posturas relativistas de las leyes y de la cultura inmediatamente será señalado socialmente como un enemigo de la libertad, libertad a la que también se le ha cambiado el sentido como sucedió con la palabra tolerancia. Hoy en día la palabra libertad se entiende como sinónimo de la palabra autonomía. "Ser libre" para los hombres modernos es ser completamente autónomo, es decir, actuar sin seguir o tomar en cuenta como criterio de conducta o de pensamiento ningún tipo de regla "externa" al propio individuo, sino seguir en todo momento la inspiración subjetiva de cada uno.
En resumen se puede afirmar que nuestra sociedad es el resultado cultural de entender la tolerancia como permisividad y la libertad como autonomía; por lo tanto el camino de retorno al orden humano deberá comenzar por restituir el verdadero sentido de esas dos palabras.
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