Las redes sociales parecen haber llegado para quedarse. Resulta para muchos imposible imaginar sus vidas sin Facebook, Twitter o Whatsapp. Y aunque son también muchos los que voluntariamente y por distintas razones nunca han tenido ni planean tener ninguna de estas redes sociales, lo cierto es que son minoría al lado de quienes participan en alguna o incluso en todas ellas.
Y no se crea que vamos aquí a elevar nuestra voz contra las redes sociales de manera radical, señalándolas de múltiples males y perversiones sin cuento, ¡no! Nuestro propósito es más bien señalar un aspecto de su utilización que últimamente nos ha estado llamando mucho la atención: la relación que creemos percibir entre su uso irracional y el debilitamiento de la capacidad abstractiva de la inteligencia. Veamos.
Ante todo aclaremos qué entendemos por capacidad abstractiva de la inteligencia. Entendemos por abstracción aquella capacidad propia de la inteligencia según la cual podemos ascender desde los datos sensibles del universo material hacia los valores inteligibles, hacia la esencia o naturaleza de las cosas. Ocurre cuando 'entendemos' lo que algo es, más allá de las apariencias que captan nuestros sentidos. Como cuando frente a una multitud de rostros y figuras humanas podemos con naturalidad comprender que son seres humanos, hombres, animales racionales. Lo cual no lo entendemos con ningún sentido, ni siquiera con el cerebro, sino propiamente con la inteligencia, que es facultad espiritual.
No ahondaremos aquí en este asunto de la naturaleza de la inteligencia y sus actos u operaciones propias, ya lo hemos hecho en varias oportunidades anteriormente. Baste con recalcar la diferencia que la filosofía clásica siempre ha defendido entre los sentidos y la inteligencia, entre la imagen y la idea, entre el concepto universal y abstracto y la imagen individual y concreta. Lo propio del hombre es ese nivel abstracto y universal de conocimiento, que por un lado lo distingue radicalmente de los animales y por otro lo aproxima a esas otras criaturas espirituales de la revelación cristiana, los ángeles, criaturas cuya naturaleza es ser espíritus puros, sin mezcla de materia, por tanto no constreñidos a obtener su conocimiento a partir de datos sensibles, como sí es nuestro caso dada la unión natural y substancial de cuerpo y alma.
Y esa apertura a lo universal le permite al hombre conocer más allá de lo sensible, hasta realidades del todo espirituales como el alma y Dios. Y dado que la voluntad depende del conocimiento, dicha apertura abstractiva hacia lo universal y espiritual le posibilita al hombre también tender hacia dicho universo espiritual, conformar su vida con ello, atender principios espirituales, en una palabra, organizar su vida en obediencia a principios que van más allá de las meras inmediateces de su corporalidad (lo cual no significa que todos lo hagan, pero podrían hacerlo).
Ahora bien, creemos que precisamente allí es donde nos parece percibir una influencia poco positiva de las redes sociales.
Las redes sociales tienen una preferencia por la imagen, privilegian la exposición mediante imágenes, de tal manera que mediante imágenes proponen al usuario representarlo todo: su vida, su conducta, su cotidianidad, hasta su 'pensamiento' con los famosos 'memes', que son mensajes cortos acompañados de... una imagen. Se percibe una ausencia de espacio para una expansión del mundo de la idea, que requiere de un desarrollo para el cual no hay 'tiempo' en la inmediatez propia de las redes, donde todo debe ser dicho ya y ojalá de modos gracioso y creativo... ojalá con imágenes.
Incluso cuando se abordan temas que requerirían de un desarrollo argumentativo mayor, como cuando en Facebook alguien habla del aborto, por ejemplo, la zona de comentarios se llena de gente que desea en dos renglones zanjar la cuestión, poco importa la solidez de la idea, lo que se busca es impresionar con alguna frase corta pero ingeniosa que aplaste al 'oponente' o lo ridiculice frente a los demás.
Y ni qué decir de las demás redes sociales centradas completamente en la imagen, como Instagram, Snapchat. O en los mensajes cortos e ingeniosos como Twitter.
Repetimos que no es nuestra intención elaborar aquí un alegato apocalíptico contra las redes sociales, nada de eso. Pero sí quisiéramos llamar la atención sobre el modelo de 'pensamiento' que se deriva de su uso irracional. Y con la expresión 'irracional' nos referimos al uso que le dan las personas que gastan horas y horas diariamente frente a sus 'redes', como olvidados del mundo real que tienen a su alrededor.
Creemos que dicho modelo de 'pensamiento' centrado en la imagen, en la inmediatez, en lo concreto, en lo individual, etc., si es convertido en hábito mediante un uso casi adictivo de las redes, inevitablemente podría llevar a debilitar las capacidades abstractivas propias de la inteligencia humana, impactando negativamente no solo la posibilidad de pensar con profundidad sobre temas trascendentes y verdaderamente importantes, sino al mismo tiempo, y dada la conexión entre la esfera cognitiva y la volitiva, reducir el actuar de la persona al universo material y sensible, que es el propio de la imagen que le venden las redes.
Quizá se dirá que exageramos, y es nuestro deseo que así sea, una mera exageración. Pero vemos con tanta frecuencia a los adolescentes, que son el segmento de población más comúnmente asociado al uso de las redes sociales, preocupados única y exclusivamente por el aquí y el ahora, e incapaces de toda consideración espiritual sobre temas espirituales (no solo religiosos), sobre ideas y conceptos que trasciendan la esfera sensible, que poco a poco comenzamos a temer que lo que parece mera exageración pueda ser más bien una intuición certera. ¡Dios nos haga malos profetas!
Leonardo Rodríguez
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