Se cuenta que en cierta ocasión hubo un juicio. Estaban el juez, el acusado, el acusador y algunos testigos. El juez dio la orden al acusador de exponer sus demandas, al terminar, el juez muy serio le respondió: ¡tienes toda la razón!.
Luego el juez pidió al acusado que presentara su defensa, así lo hizo. Al finalizar de nuevo el juez lo miró sin titubear y le dijo: ¡tienes toda la razón!
Semejante respuesta del juez causó consternación entre el público, y de repente un niño que estaba allí y que comprendía que era imposible que ambos tuvieran razón al mismo tiempo, le dijo al juez: señor juez, no es posible que ambos tengan la razón, alguno de los dos debe estar mintiendo. El juez miró al niño con mucho interés y le respondió: ¡tú también tienes toda la razón!
Pues bien, algo así es el relativismo, ¡todos tienen la razón!, ¿por qué? porque en el fondo ninguno tiene la Razón (con mayúscula). En el pensamiento moderno se ha rechazado la idea de que el ser humano pueda mediante su inteligencia conocer las cosas objetivamente, es decir, en lo que ellas son en la realidad. Y muchos "filósofos" han enseñado (y enseñan aún) que lo que se llama "realidad" es solo una construcción de cada uno, de tal manera que hay tantas "realidades" como personas. Y esto significa que no hay una realidad universal.
Por lo tanto nadie tiene la Razón, sino que cada uno tiene "su" razón. Por eso el juez del cuento sin ningún problema va diciéndole a todos que están en lo correcto, pues se ha cambiado el modo de entender la palabra "correcto".
Sin embargo hasta un niño puede notar la contradicción. Y es bueno escoger la figura de un niño, porque ellos representan personas que aún no han sido contaminadas por ideologías y se mueven solo por las percepciones del sentido común.
Bien dicen por ahí que "hay que ser como niños..."
Leonardo Rodríguez
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