Acabamos de leer la primera cuestión del tratado de la bienaventuranza o fin último del hombre, que ocupa las cinco primeras cuestiones de la "prima secundae". Procuramos ofrecer un breve resumen de cada artículo.
En dicha primera cuestión ST nos enseña las bases para poder ingresar a este tema, dirigiendo nuestra mirada a sus fundamentos filosóficos. Y es que a primera vista parece extraño que en un tratado dedicado a hablarnos del fin de la vida humana, de la felicidad, se comience con esos artículos acerca del fin, tratando todo de una forma tan abstracta. Pero es que esa es la manera segura de poner los cimientos y asegurar que lo que se dirá después tiene bases suficientemente fuertes y que no se está especulando en el aire.
Haciendo entonces como un listado de lo que nos acaba de decir ST podemos decir lo siguiente:
- Las acciones del hombre, en cuanto hombre, son deliberadas, es decir, hechas con la intención de un fin.
- No solo el hombre actúa por un fin, sino de hecho todo agente, racional o no, actúa por un fin siempre que actúa, ya se trate de un fin conocido (como en el caso de los animales) o de un fin desconocido (como en el caso de vegetales, minerales, etc.)
- El fin es tan relevante en lo que hacemos que de él depende la "especie" de la acción, es decir, que la acción sea la que es, tanto física como moralmente hablando.
- Hay un fin último de la vida humana, es decir, no solo actuamos cada día movidos por la intención de ciertos fines particulares, sino que debe existir un fin completamente último de toda la vida humana.
- Dicho fin completamente último de la vida humana no pueden ser dos, ni tres, ni veinte, sino que necesariamente debe ser uno solo para cada hombre.
- A sabiendas o no, todo lo que hacemos día a día lo hacemos, a fin de cuentas, por la intención radical del último fin, es decir, el deseo del último fin está presente en todo lo que hacemos, incluso cuando lo que hacemos nos aparta objetivamente de dicho fin.
- Todos los hombres tienen el mismo fin último. No es cuestión de gustos.
- Incluso no solo todos los hombres sino todas las criaturas tienen el mismo fin último, pero no todas lo alcanzan de la misma manera.
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Por medio de los anteriores fundamentos, debidamente argumentados, ST establece las bases sólidas para el resto del tratado sobre la bienaventuranza o felicidad última del hombre.
En seguida leeremos con el favor de Dios la segunda cuestión, en la cual ST examina uno por uno todos los posibles objetos en que los hombres suelen poner el fin de sus vidas: riquezas, honores, fama, poder, placeres, etc.
Leonardo Rodríguez V.
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