martes, 2 de agosto de 2022

A propósito de la lectura de la "Suma contra los gentiles".

Confieso que nunca había leído en forma constante y completa la obra “Suma contra los gentiles” de santo Tomás de Aquino; sucede a veces que uno se apega más a unas obras que a otras y siempre deja para después las que no le llaman la atención en un primer momento. Y esto fue así por años, lamentablemente.

Hace algunas semanas a través de un sitio de internet encontré un ejemplar de dicha obra a precio muy razonable y decidí adquirirla. La edición es agradable a la vista y cómoda a pesar de ser voluminosa, entonces tomé la decisión de leerla ya con detenimiento. La obra es inmensa, está dividida en 4 libros con 463 capítulos en total, así:

Libro primero: 102 capítulos.

Libro segundo: 101 capítulos.

Libro tercero: 163 capítulos.

Libro cuarto: 97 capítulos.

 

De manera que desde principios del mes pasado comencé el libro primero. El orden de los temas de los 4 libros es el siguiente: en el libro primero expone santo Tomás todo lo referente a Dios, en cuanto puede alcanzarlo la razón natural, es decir, la teología natural. El libro segundo presenta la obra de la creación de todas las cosas, en particular dedicando la mayor parte de sus capítulos al alma y a las substancias separadas (ángeles). El tercer libro es enorme, el más largo de los cuatro, 163 capítulos en los que aborda diversos temas tales como el obrar de los agentes libres, la felicidad humana, la providencia divina, los milagros, etc. Aquí explica Tomás cómo la criatura racional ha de encontrar su felicidad en Dios. Y finalmente en el cuarto y último libro se ocupa santo Tomás de aquellos misterios que están por encima (no en contra) de la razón natural, es decir, aquí el santo estudia misterios tan altos como la Santísima Trinidad, la encarnación del Verbo, los sacramentos y el destino final del universo. Se trata como puede verse de una obra verdaderamente monumental, tanto en su extensión como en la calidad de sus temas; y si tenemos en cuenta que la comenzó a escribir solo algunos años antes de su obra magna la “Summa theologiae”, podemos pensar que estaba ya el santo preparando esa gran obra y como que calentando motores.

Les dije entonces que acabé hace poco el primer libro, el de los 102 capítulos acerca de Dios, en cuanto puede ser alcanzado por la sola razón natural. Aquí el santo le presenta al lector todo lo que el ser humano llevado por las fuerzas de su sola razón puede alcanzar a conocer acerca de Dios.

Comienza el santo dedicando los primeros 9 capítulos a hacer una introducción general en donde se presenta a sí mismo como quien desea realizar la tarea del sabio que es investigar las causas de las cosas, y siendo Dios (como más adelante demuestra) la causa primera de todo, la verdadera y suprema sabiduría estará entonces en el estudio de Dios. A partir del capítulo 10 el santo inicia un fenomenal recorrido tratando de analizar la naturaleza de Dios, cómo es Dios, o más bien, cómo no es Dios, puesto que lo que conocemos de Dios lo alcanzamos a través del espejo de sus efectos, los cuales por su limitación no nos permiten un conocimiento perfecto de su causa sino solo una aproximación a ella. El lector entonces ve pasar ante sus ojos capítulos de la mayor importancia en los que el santo nos habla de que Dios es eterno, inmaterial, uno, infinito, inteligente, bueno, etc. Y además tenemos en el capítulo 22 la exposición de esa verdad tomista por antonomasia que es la identificación en Dios de la esencia y el acto de ser, verdadera fuente de donde se desprenden con una lógica aplastante los mayores predicados que podemos hacer acerca del ser divino.

A partir del capítulo 45 y hasta el final, el santo se ocupa de presentarnos la actividad inmanente de Dios en cuanto a su inteligencia y su voluntad. Capítulos de una finísima penetración que exigen la mayor atención de parte del lector, pues el santo va elaborando sus demostraciones haciendo pie en lo que antes expuso, de manera que el edificio se sostiene sólidamente en sus bases y si estas, que expuso en los primeros capítulos, no se entienden bien, después no se comprende el resto. Termina el santo con tres capítulos donde nos habla de la felicidad de Dios y cierra con esa expresión tan hermosa que dice:

Ipsi igitur qui singulariter beatus est, honor sit et gloria in saecula saeculorum. Amen.

Al que es, pues, singularmente bienaventurado, sea el hoor y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 

¿Recomiendo la lectura de este primer libro? Por supuesto, de los 4, y de toda la obra de santo Tomás.

Se trata de un recorrido exquisito por la mente de un genio que nos habla de Dios y lo pone al alcance de la razón humana, tarea más que necesaria en un momento histórico como el nuestro en donde por todos lados se nos dice que la creencia en Dios debe desaparecer ante el avance de la “ciencia”. Ver la manera magníficamente coherente con que santo Tomás va, ahora sí, científicamente desglosando todo lo que la razón puede investigar sobre Dios, es no solo gratificante sino que nos fortalece en la fe y nos llena de argumentos para poder dar razón de nuestra esperanza.

 

Leonardo Rodríguez Velasco.

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