Vamos a continuar presentando la prueba de la existencia de Dios que santo Tomás expone en el capítulo XIII del libro primero de la “Summa contra gentes”.
Habíamos dicho en el artículo anterior que en el
razonamiento que usa santo Tomás allí, prestado de Aristóteles, hay dos
afirmaciones que requieren ser probadas porque constituyen el núcleo del
argumento; aquí nos ocuparemos de la primera:
-
Todo lo que se mueve, se mueve por otro.
Para cualquiera con un mínimo de capacidad de observación
resulta evidente que en el universo existe el movimiento, es algo evidente a
los sentidos. Y no solo existe el movimiento, sino que parece ser que TODO a
nuestro alrededor se mueve, si no localmente, que es uno de los tipos de movimiento,
sí al menos de alguna otra manera. Porque se ha de tener en cuenta que los
griegos le daban a la palabra movimiento un significado mucho más amplio que el
que nosotros hoy le damos normalmente, pues para nosotros movimiento es ante todo
el movimiento de lugar, ir de un sitio a otro. Pero para los griegos el
movimiento era básicamente TODO tipo de cambio; de manera que allí donde se
daba alguna especie de cambio, se hablaba de movimiento. Y es que efectivamente
si entendemos el movimiento en general como todo paso o tránsito de un punto A
a un punto B, entonces evidentemente todo cambio se puede entender de esa forma
porque, por ejemplo, pasar de no saber algo (ignorancia), a saberlo (ciencia),
puede entenderse como paso o tránsito del punto A-ignorancia, al punto
B-ciencia. Y si hoy mido un metro con 50 centímetros de altura, y en seis meses
mido un metro con 51 centímetros, ese paso de un punto A-1.50m a un punto
B-1.51m, se puede entender también como un cierto movimiento. Incluso el animal
que muere, o el que nace, lo hacen mediante un proceso A-B, existir a nos
existir, o no existir a existir.
De manera que para el griego todo cambio implica los mismos
elementos básicos del movimiento y por ende puede ser entendido como tal:
movimiento=cambio.
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Volvamos al argumento tomasiano del “Contra gentes”.
Las cosas se mueven/cambian, evidente a los sentidos. Bien.
Pero Tomás, siguiendo a Aristóteles nos dice que TODO LO QUE SE MUEVE/CAMBIA, SE
MUEVE/CAMBIA POR OTRO. Es decir, nada se mueve/cambia a sí mismo, siempre que algo
se mueve lo hace en virtud o por causa de otro.
¿Cómo así? Parece una afirmación extraña, porque, por lo
menos en el reino de los seres vivos, pareciera a primera vista que los seres
vivos se mueven a sí mismos. Pues bien, resulta que bien miradas las cosas no
es tan así, pues lo que en verdad sucede es que una parte mueve a otra; a su
vez la parte que movió fue movida por otra…y así: camino, pero camino por el
movimiento de mis piernas; y estas caminan por la actividad de ciertos
músculos; y estos por la actividad de ciertos tejidos convenientemente
estimulados mediante un complejo sistema electro-químico a nivel celular; y el
nivel celular a su vez se mueve por niveles cada vez más íntimos de causalidad;
y en últimas está mi voluntad que quiso que me moviera (e incluso mi voluntad
es movida por la causa primera, pero ese es un tema difícil por ahora).
De manera que siempre que vemos movimiento/cambio en el universo,
eso que se mueve/cambia está siendo en ese preciso instante movido/cambiado por
otro, así sea al menos por una de sus partes.
Y entonces santo Tomás nos dice que no puede haber nada que
se mueva a sí mismo, ni siquiera Dios, puesto que Dios es primer motor inmóvil.
Afina luego santo Tomás el argumento y dice bueno, vamos a
suponer que algo se mueve a sí mismo, ese algo tendría que cumplir las siguientes
características:
1. - Tener en sí mismo el principio o fuente del
movimiento. Puesto que si dicho principio está en algo exterior evidentemente
no se movería sí mismo, sino que se movería por otro.
2. - Moverse como totalidad, es decir, que no sea
movido por una de sus partes, sino que se mueva como un todo.
3. - Que sea divisible, es decir, tenga partes. (Esta
última condición la toma Tomás del libro de la “Física” de Aristóteles; más
exactamente del libro VI. Allí el filósofo realiza una compleja argumentación
en torno a los continuos en tanto que divisibles, y muestra cómo no se puede
concebir un indivisible móvil, sino que necesariamente todo móvil, para ser
tal, debe tener partes. Se trata de una argumentación difícil en la cual el
estagirita se explaya sobre la relación entre el tiempo y el movimiento,
argumentando cómo si algo fuera indivisible no podría extenderse en las
unidades de tiempo que todo movimiento postula, concluyendo que si algo es
móvil necesariamente ha de tener partes. Pero se trata de un capítulo bastante
difícil de la Física aristotélica que aquí no podemos desarrollar. Daremos entonces
por sentada tal demostración).
Entonces el santo razona de la siguiente manera:
- - Lo que se mueve a sí mismo ha de moverse como
totalidad, no por alguna de sus partes.
- - Pero ello significa, en otros términos, que, si
una de sus partes está en reposo, el todo ha de estar en reposo también. ¿Por
qué? Porque si sucediera que una de sus partes estuviera en reposo mientras que
otra en movimiento, entonces ya no podríamos decir que dicho ser se mueve como
totalidad, sino habría que atribuir el movimiento a aquella parte que se mueve,
no a la que queda en reposo.
- - PERO lo anterior quiere decir que,
paradójicamente, el movimiento o reposo del todo dependería del movimiento o
reposo de alguna de sus partes; y algo cuyo movimiento o reposo depende del
movimiento o reposo de una de sus partes, es algo que NO se mueve a sí mismo
como totalidad, sino que tiene movimiento DEPENDIENTE.
¿Difícil?
No tanto. En esencia Tomás está diciendo lo siguiente:
- - Algo se mueve a sí mismo solo si su moverse NO
ES DEPENDIENTE de nada sino de sí mismo como totalidad.
- - Pero como todo lo que se mueve es divisible, o
tiene partes (según prueba Aristóteles en el libro VI de la “Física”),
ello significa que, si una parte está en reposo, el todo ha de estar en reposo;
o si en movimiento, en todo ha de moverse. Pues de lo contrario, si una parte
pudiera estar en reposo mientras la otra en movimiento, entonces el movimiento
se atribuiría a dicha parte, y no al todo.
- - Pero ello significaría en últimas que el
movimiento del todo DEPENDERÍA del movimiento de sus partes.
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Luego presenta el santo otro argumento, quizá un poco más
sencillo de entender porque se basa en las nociones primeras de acto/potencia:
- - Nada puede estar en potencia y en acto respecto
de lo mismo. Nada puede ir hacia Bogotá y estar ya en Bogotá al mismo tiempo.
Nadie puede saber las tablas de multiplicar y al mismo tiempo ignorarlas, etc.
- - Todo lo que se mueve, en tanto que se mueve,
está en potencia.
-
Y todo lo que mueve, en tanto que mueve, está en
acto.
- - ERGO, nada puede ser, respecto de lo mismo,
motor y movido.
En la “Suma de teología” pone también santo Tomás de primera
la prueba de la demostración de la existencia de Dios por el movimiento, y
retoma la explicación del principio “Omne autem quod movetur, ab alio
movetur”, todo lo que se mueve, es movido por otro. Remitimos allí al
lector para que pueda profundizar en este importante principio del pensamiento
tomista.
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En un próximo artículo mostraremos la segunda afirmación que
santo Tomás dice que debe probarse: no es posible proceder hasta el infinito en
la serie de motores que son a su vez movidos.
Leonardo Rodríguez Velasco
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