¿Quién creó a Dios?
Objeción:
La doctrina cristiana acerca de
Dios creador del mundo es inconsistente. A partir del principio de que todo
ente tiene una causa, los cristianos deducen que el mundo ha sido creado por
Dios. Pero entonces, ¿quién creó a Dios? Frente a esta pregunta sólo caben tres
respuestas posibles, todas ellas inadmisibles:
•
Dios fue creado por otro ser distinto de Él. En este caso Dios no sería
el Ser Supremo de la religión cristiana.
•
Dios se creó a Sí mismo. Esto es absurdo, porque nadie puede crearse a
sí mismo.
•
La creación de Dios es un misterio sobrenatural, incomprensible para el
hombre. Esto equivale a eludir arbitrariamente la dificultad que supone dar una
respuesta racional a la cuestión.
(Los que plantean esta objeción
difieren en cuanto a la caracterización de la respuesta cristiana, la cual oscilaría,
según ellos, entre las respuestas segunda y tercera).
Respuesta:
Las pruebas clásicas de la
existencia de Dios (las "cinco vías" de Santo Tomás de Aquino) están basadas en dos principios metafísicos evidentes:
el principio de razón de ser y el principio de causalidad.
Ninguno de los dos afirma que
"todo ente tiene una causa",
como suponen los objetantes. De hecho,
la proposición "todo ente tiene una causa" es falsa.
Según el principio de razón de
ser, todo ente (incluso Dios) tiene una razón de ser. Un ente puede tener su
razón de ser en sí mismo o en otro ente. Si un ente tiene su razón de ser en
otro ente (su causa) entonces es causado (por definición). Si un ente tiene su
razón de ser en sí mismo, entonces no tiene ni necesita tener una causa. En
este caso es incausado (por definición).
Según el principio de causalidad,
en cambio, todo ente contingente tiene una causa. A partir de allí, es fácil demostrar que todo ente incausado es
necesario y todo ente necesario es incausado; y también que todo ente causado
es contingente y todo ente contingente es causado.
Cada una de las "cinco
vías" parte de un dato de la experiencia:
Existen entes que exhiben características
tales que denotan su contingencia. A partir
de este dato, aplicando
sistemáticamente el principio metafísico de causalidad y excluyendo una
regresión infinita en la sucesión de causas actualmente subordinadas, se deduce
que existe un Ser necesario, al que llamamos "Dios", y que es la
Causa Primera de todo ente contingente. Se demuestra además que este Dios es el
Ser absoluto, el Ser que existe por Sí mismo, el Ser cuya existencia coincide
con su esencia, que es único, que es el Creador del mundo, etc.
Dado que Dios es el Ser
necesario, es también el Ser incausado.
Puesto que Dios no es
contingente, no se le puede aplicar el principio de causalidad. Dios no tiene
ni necesita una causa porque existe por Sí mismo. Él es su propia razón de ser.
Por lo mismo, Dios también es el Ser increado.
Ahora podemos apreciar que la pregunta
"¿Quién creó a Dios?" (O su versión más filosófica: "¿Cuál es la
causa del ser de Dios?") admite una cuarta respuesta posible, la verdadera
respuesta cristiana: nada ni nadie creó a Dios ni causó el ser de Dios, porque Dios es el Ser incausado e
increado.
Es verdad que Dios no pudo
crearse a Sí mismo ni ser la causa de su propio ser (causa sui). La auto-creación
y la auto-causación son conceptos contradictorios en sí mismos, por lo tanto
absurdos.
En términos tomistas, estos conceptos suponen que un mismo ente podría
ser, a la vez y en el mismo sentido, un ser en acto y un ser en potencia, lo
cual es imposible. Jean-Paul Sartre se equivocaba totalmente al creer que la
noción de Dios como causa sui era propia
de la teología escolástica medieval. Él ignoraba que esta noción provenía de la teología
racionalista del siglo XVII.
También es verdad que
debemos dar una respuesta racional a la objeción
y no escudarnos en el misterio de Dios. Pero la respuesta correcta no es que
Dios fue creado quién sabe cómo, sino que no fue creado ni necesitó ser creado.
La pregunta-objeción "¿Quién
creó a Dios?" (Tan clásica y tan infantil a la vez) supone una profunda
incomprensión de la teología cristiana. Quien esto objeta ni siquiera ha
comenzado a comprender el significado cristiano de la palabra "Dios".
(Tomado de Daniel Iglesias "Razones para nuestra esperanza")
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