CONOCIMIENTO INDUCTIVO DEL PRIMER PRINCIPIO
El principio de no-contradicción
es conocido de manera natural y espontánea por todos los hombres, a partir de
la experiencia. Constituye un juicio per
se notum ómnibus, es decir, manifiesto por sí mismo a todos, pero no es una
sentencia innata que el entendimiento poseería ya antes de empezar a conocer,
ni una especie de esquema intelectual para comprender la realidad.
Para emitir este juicio es
necesario conocer con anterioridad sus términos, ente y no-ente, nociones, que
captamos sólo cuando, a través de los sentidos, la inteligencia entiende la
realidad externa y aprehende, por ejemplo, el papel (ente), y la máquina de escribir
como distinta de aquél (no-ente).
Tratándose de las dos primeras nociones que formamos, todos los hombres conocen
necesariamente y de modo inmediato esta ley de la no-contradicción.
Como es natural, en los inicios
del conocer este principio no se expresa en su formulación universal -«es
imposible ser y no ser»-, pero sí se conoce con toda su fuerza y se actúa de
acuerdo con él; por ejemplo, un niño sabe muy bien que no es lo mismo comer que
no comer, y obra en consecuencia.
(tomado del libro cuya imagen encabeza la entrada)
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