(Suma teológica - Parte II-IIae - Cuestión 2. Artículo 4)
Objeciones por las que parece que no es necesario creer las verdades que se pueden probar por la razón natural:
Objeciones por las que parece que no es necesario creer las verdades que se pueden probar por la razón natural:
1. En las obras de Dios, con mayor razón que en las de la
naturaleza, no hay nada superfluo. Pues bien, cuando se puede hacer una cosa
por un solo medio, resulta superfluo hacerlo por dos. Sería, pues, superfluo
recibir por medio de la fe lo que se puede conocer por la razón natural.
2. Es necesario creer lo que constituye el contenido de
la fe. Pero de un mismo objeto no se da, como se dijo antes (q.1 a.5), ciencia
y fe. Ahora bien, como la ciencia tiene por objeto todo aquello que se puede
conocer por la razón natural, parece que no sea necesario creer lo que se puede
probar por la razón natural.
3. Además, los objetos de ciencia parecen convenir en la
misma razón formal de inteligibles. Pues bien, si algunos de esos objetos
fueran propuestos al hombre como cosas que debiera creer, por la misma razón
sería necesario creer todas las cosas que pertenecen a la ciencia. Como esto
resulta falso, síguese que no es necesario creer las cosas que se pueden
conocer por la razón natural.
Contra esto: está el hecho de que es necesario creer que
Dios es único e incorpóreo, cosas que pueden probar los filósofos por la razón
natural.
Respondo: Al hombre le es necesario aceptar por la fe no
sólo lo que rebasa la razón natural, sino también cosas que podemos conocer por
ella. Y esto por tres motivos. El primero, para llegar con mayor rapidez al
conocimiento de la verdad divina. La ciencia, es verdad, puede probar que
existe Dios y otras cosas que se refieren a El; pero es el último objeto a cuyo
conocimiento llega el hombre por presuponer otras muchas ciencias. A ese conocimiento
de Dios llegaría el hombre sólo después de un largo período de su vida. En
segundo lugar, para que el conocimiento de Dios llegue a más personas. Muchos,
en efecto, no pueden progresar en el estudio de la ciencia. Y eso por distintos
motivos, como pueden ser: cortedad, ocupaciones y necesidades de la vida o
indolencia en aprender. Esos tales quedarían del todo frustrados si las cosas
de Dios no les fueran propuestas por medio de la fe. Por último, por la
certeza. La razón humana es, en verdad, muy deficiente en las cosas divinas.
Muestra de ello es el hecho de que los filósofos, investigando con la razón en
las verdades humanas, incurrieron en muchos errores, y en muchos aspectos
expresaron pareceres contradictorios. En consecuencia, para que tuvieran los
hombres un conocimiento cierto y seguro de Dios, fue muy conveniente que les
llegaran las verdades divinas a través de la fe, como verdades dichas por Dios,
que no puede mentir.
A las objeciones:
1. La investigación de la razón natural no le es suficiente
al género humano para conocer las cosas divinas, incluso aquellas que la razón
por sí sola puede descubrir. No es, pues, supérfluo creer en ellas.
2. La ciencia y la fe no están en el mismo plano en un
mismo sujeto. Lo que es sabido por uno (sujeto) puede ser creído por otro, como
ya hemos dicho (q.1, a.5).
3. Aunque todo lo que puede ser objeto de ciencia
coincida en la razón formal de la ciencia, no es, sin embargo, cierto que por
ello pueda orientar hacia la bienaventuranza. Por eso, no todas las cosas de la
ciencia se pueden proponer con el mismo título como cosas que sea necesario
creer.
Tomás de Aquino.
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