A certain knowledge about reality,
including certain ultimate truths, can be attained by man even without having
recourse to philosophical, scientific reasoning, so long as he is not corrupted
by false ideologies and erroneous philosophies that go against the certainties
of common sense such as absolute idealism.
Un cierto conocimiento acerca de la
realidad, incluyendo ciertas verdades últimas, lo puede alcanzar el hombre,
incluso sin tener que recurrir al razonamiento filosófico, científico, siempre
y cuando no esté corrompido por falsas ideologías y filosofías erróneas que van
en contra de las certezas del sentido común como el idealismo absoluto.
(Tomado de "What is philosophy?", de Paul G. Horrigan)
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El autor del párrafo citado señala con claridad la causa profunda del desconcierto actual en el mundo de las ideas.
Una ideología es un conjunto de ideas que han sido asumidas como ciertas por el mero deseo de que lo sean, porque cuadran con un estilo de vida previo, porque me permiten permanecer en mi zona de confort.
Una ideología no es una convicción razonada, es algo que viene de la voluntad, del querer, del deseo, de las emociones, más que de la inteligencia. El rol de la inteligencia en las ideologías es un rol secundario, auxiliar, pues se limita a buscar justificaciones para el conjunto de ideas que se han asumido. Por eso la persona entregada a una ideología suele ser fanática, porque el elemento pasional es dominante.
Y pocas cosas nublan e impiden tanto el sereno ejercicio de la inteligencia como las pasiones, las emociones, los apetitos desenfrenados, egoístas. A una persona prisionera de una fuerte emoción, razonar se le hace poco menos que imposible.
Pues bien, la filosofía que es aprehensión de lo real por medio de la inteligencia a la luz de sus causas últimas o más elevadas, esa filosofía repito, sufre en la inteligencia dominada por una ideología, sufre y se ausenta, se calla, se oculta.
Cuando se habla con una persona dominada por una ideología (la ideología de género, por ejemplo), se percibe pronto lo difícil que se le hace comprender cosas obvias. Viven en una situación semejante a la de esas personas que tienen ceguera para ciertos colores. La ideología enceguece la mente para la comprensión clara de verdades que de suyo son perfectamente inteligibles.
Horrigan pone como ejemplo de ideología al idealismo, del que ya hemos hablado tanto en estas Perlitas como en el Breve estudio sobre el escepticismo. Y es que el idealismo impide la límpida captación de lo real, sustituyéndola por una construcción del individuo, que en últimas termina siendo una autorización para que cada cual construya su "realidad".
De manera que así como para ver con claridad limpiamos frecuentemente nuestros lentes, de igual forma, tengamos el cuidado de limpiar frecuentemente ese "lente" maravilloso que tenemos, llamado inteligencia.
Leonardo R.
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