21. Muchos
Protestantes tienen una visión muy limitada de la historia cristiana en
general, especialmente de los años 313 (la conversión de Constantino) a 1517
(el arribo de Martín Lutero). Esta ignorancia y hostilidad hacia la Tradición
Católica conduce al relativismo teológico, al anti catolicismo y a un constante
e innecesario proceso de “reinventar la historia.”
22. Desde
su nacimiento, el Protestantismo era anticatólico y aún lo es hoy día
(especialmente el evangelicalismo). Obviamente esto no está bien y tampoco es
bíblico si el Catolicismo en efecto es cristiano (porque si no lo es
–lógicamente- tampoco lo es el Protestantismo que heredó del Catolicismo el volumen
de su teología). La Iglesia Católica, por otro lado, no es anti protestante.
23. La
Iglesia Católica acepta la autoridad de los grandes Concilios Ecuménicos (ver,
por ejemplo, Hechos 15) que definieron y desarrollaron la doctrina cristiana
(mucho de lo que el Protestantismo también acepta).
24. La
mayoría de los Protestantes no tienen obispos, un oficio cristiano que es
bíblico (1 Tim 3:1-2) y que ha existido desde el principio de la historia y
Tradición cristiana.
25. El
Protestantismo no tiene forma alguna de resolver asuntos doctrinales en
carácter definitivo. Lo mejor que pueden hacer es que el Protestante individual
haga cuentas de cuántos eruditos Protestantes, comentadores, etc., toman ésta o
aquélla postura con relación a la doctrina X, Y o Z. Entre ellos no existe
ninguna tradición Protestante unificada.
26. El
Protestantismo apareció en 1517, en la historia del Cristianismo es algo
tardío, por tanto, no puede ser ninguna “restauración del Cristianismo “puro” y
“primitivo” ya que esto es excluido por el hecho de que es absurdamente tardío
en su aparición. El Cristianismo debe tener una continuidad histórica o, de
otra forma, no es Cristianismo. El Protestantismo, hablando histórica y
doctrinalmente, es un “parásito” del Catolicismo.
27. La idea
Protestante de “la iglesia invisible” es también una novedad en la historia del
Cristianismo y ajena a la Biblia (Mt 5:14; 16:18), por tanto, esta idea es
falsa.
28. Cuando
los teólogos Protestantes se refieren al Cristianismo primitivo (como cuando
refutan a las “sectas”), ellos dicen “la Iglesia enseñó que...” (Ya que en ese
entonces estaba unificada), pero cuando se refieren al tiempo presente, ellos
instintivamente e inconsistentemente evitan tal terminología puesto que la
autoridad universal para enseñar la doctrina reside sólo en la Iglesia
Católica.
29. La
norma Protestante de interpretación privada ha creado un medio social en donde,
por lo regular, “sectas” centradas en el ser humano como los Testigos de
Jehová, Mormones y Ciencia Cristiana han aparecido. La mismísima idea de que
uno puede “empezar” una iglesia es desde su centro una idea Protestante.
30. La
carencia una autoridad definitiva de enseñanza cristiana (como el Magisterio de
la Iglesia Católica) en el Protestantismo hace que muchos Protestantes
individuales piensen que tienen una “línea de comunicación abierta” con Dios
sin importarles toda la Tradición e historia cristiana de la exégesis bíblica
(una mentalidad de “la Biblia, el Espíritu Santo y yo”). Tal tipo de gente es, teológicamente,
mal educada, incapaz de aprender, les falta humildad y no tienen motivo alguno
para hacer presuntas declaraciones “infalibles” sobre la naturaleza del
Cristianismo.
31. Las
“técnicas” de evangelización” del evangelicalismo son frecuentemente maniobras y
manipulaciones; verdaderamente no son estas “técnicas” derivadas de la Biblia.
Algunas, hasta cierto grado, parecen lavados de cerebro.
32. El
evangelio predicado por muchos evangélicos y ministros Protestantes es uno que
está mutilado y abreviado; es individualista placentero al oído. Es, en efecto,
una simple “seguro contra el fuego” más bien que el Evangelio bíblico
proclamado por los Apóstoles.
33. El
evangelicalismo frecuentemente separa el profundo y transformador
arrepentimiento y discipulado radical de su mensaje del Evangelio.
34. La
ausencia en el Protestantismo de la idea del sometimiento a la autoridad
espiritual se ha estado infiltrando al campo cívico, donde las ideas de
“libertad”, “derechos” y “opciones” personales ahora predominan hasta cierto
grado que se ha desatendido la obligación cívica, vida comunitaria y disciplina
con una trágica negligencia para el daño de una sociedad saludable.
35. El
Catolicismo mantiene el sentido de lo sagrado, lo sublime, lo santo y hermoso
en la espiritualidad. Se han preservado las ideas de altar y “espacios sagrados”.
Muchas iglesias Protestantes no son más que edificios estructurados como “salas
de reuniones”, “gimnasios” o “graneros”. La mayoría de los hogares Protestantes
están más estéticamente formados que sus propias iglesias. De la misma manera,
los Protestantes son frecuentemente “adictos a la mediocridad” en su valoración
al arte, música, arquitectura, drama, imaginación, etc.
36. El
Protestantismo ha descuidado grandemente el lugar de la liturgia en el culto de
adoración (con claras excepciones en el Anglicanismo y Luteranismo). Esta es la
forma que los cristianos han adorado a través de los siglos y, por tanto, no
puede ser fácilmente ignorado.
37. El
Protestantismo tiende en oponer materia y espíritu, favoreciendo a éste último:
sobre esto, es de alguna forma gnóstico o docético.
38. El
Catolicismo mantiene el principio de la Encarnación, donde Jesús toma carne y
eleva a la carne y materia a nuevos horizontes espirituales.
39. El
Protestantismo limita grandemente, o no cree, en el sacramentalismo, que es,
simplemente, la extensión del principio de la Encarnación y la creencia de que
la materia puede transmitir la gracia. Algunas sectas (como los Bautistas y
muchos Pentecostales) rechazan todos los sacramentos.
40. La
excesiva desconfianza de los Protestantes respecto a la carne (“carnalidad”) frecuentemente
conduce a (en el evangelicalismo o fundamentalismos) a un absurdo legalismo (prohibición
de bailes, bebidas, naipes, música "rock", etc).
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