lunes, 19 de diciembre de 2016

El orden lógico (Jesús García López)


Según la caracterización que, como vimos, hace el propio Tomás de Aquino, se trata del orden que la razón introduce, al considerarlo, en sus propios actos, como cuando ordena sus conceptos entre sí y los signos de los conceptos que son las voces significativas, y añade que el estudio de ese orden pertenece a la filosofía racional, de la que es propio considerar el orden de las partes de la oración entre sí y el orden de los principios entre sí y respecto de las conclusiones. Pues bien, con todo ello tenemos de alguna manera recogidos el contenido y la finalidad de esta rama del saber humano.

En otro lugar, hablando del cometido de la lógica (que coincide con la que también llama filosofía racional) dice que es el arte directiva del acto mismo de la razón, por la cual el hombre, en el acto mismo de la razón, procede de manera ordenada, fácil y sin error.

Se ve, pues, que para Tomás de Aquino, el objeto de la lógica se determina por referencia a su objetivo o finalidad. Como de lo que se trata es de habilitar convenientemente a la razón humana para que en su ejercicio propio (es decir, el raciocinio o discurso lógico que le lleva a descubrir nuevas verdades partiendo de otras ya conocidas y apoyándose en ellas), proceda de manera ordenada, fácil y sin error, por eso es necesario que la lógica se ocupe del orden de los conceptos entre sí, y de las voces significativas, y de las partes de la oración entre ellas, y de las relaciones entre los principios y las conclusiones que se extraen de los mismos.

Todo ello configura a la lógica como un arte liberal, cuyo objeto son las relaciones de razón que resultan en las cosas por el hecho de ser intelectualmente conocidas y científicamente sistematizadas. En su momento estudiaremos con algún detalle en qué consiste el arte liberal y cuál es su diferencia respecto del arte servil o mecánica. Ahora bástenos saber que se trata de un arte cuya materia no son las cosas reales, sino los objetos mentales como las nociones, las significaciones, los enunciados, los razonamientos, es decir, entes de razón que sólo se dan en la mente y por la mente.

El ente de razón, en efecto, es el que ni existe ni puede existir fuera de la mente; es en realidad un no ente que se concibe a modo de ente, como si fuera ente. El único ser con el que el ente de razón está actualizado es el ser mental, el que adquieren las cosas al ser conocidas o al darse como objetos en el entendimiento. Porque así como este ser mental actualiza a las esencias reales en cuanto son conocidas, también actualiza o puede actualizar a esencias (de alguna manera habrá que llamarlas) no reales, como son las negaciones o las privaciones o las relaciones de pura razón.

Que las negaciones y privaciones sean esencias no reales no ofrece dificultad, puesto que se oponen a las esencias reales, las niegan o privan de ellas. Pero es más difícil de justificar que se den esencias no reales que, como las relaciones, son algo positivo. Se justifica empero teniendo en cuenta que lo propio o específico de la relación es su ser para (esse ad), aunque, si es un accidente, tenga también lo que es común a todo accidente, es decir su ser en (esse in). De esta suerte, abandonando lo que es constitutivo de la relación en cuanto accidente y que le confiere su ser real, o sea, el darse en un sujeto de inhesión, el existir en una sustancia, sólo quedará lo que constituye a la relación como relación, es decir, exclusivamente su ser para, y esto es lo que explica la relación de pura razón, que el entendimiento humano puede formar sin apoyarse en un correspondiente correlato real, pero con algún fundamento, aunque sea remoto, en la realidad.

Pues bien, de algunas de esas relaciones de razón se ocupa la lógica, concretamente de las llamadas segundas intenciones o segundos conceptos. En efecto, cuando nuestro entendimiento conoce algo real forma de ello una representación mental, un concepto directo, al que Santo Tomás llama también intención primera. Pero si, ulteriormente tomamos por objeto de conocimiento a esa intención primera, el entendimiento formará una intención segunda, que será una relación de razón. Y de estas intenciones segundas es de lo que se ocupa la lógica.

Por lo demás, como el entendimiento humano lleva a cabo tres operaciones distintas: la simple aprehensión, el juicio y el raciocinio, también formará tres tipos de estas intenciones segundas, que se pueden denominar respectivamente: nociones, enunciados y razonamientos.


(Tomado de "Tomás de Aquino, maestro del orden")

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